miércoles, 31 de agosto de 2011

LA REFORMA CONSTITUCIONAL QUE NOS IMPONEN LAS AGENCIAS FINANCIERAS (Armando Bulla)

AEM
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Al pie del edificio que muestra la foto, en la Múnsterhof de Zurich, está la placa conmemorativa del discurso que Wiston Churchill pronunció en la universidad de esta ciudad suiza el 19 de septiembre de 1946 con la frase, en alemán, “steh auf Europe”, con que terminó su alocución. Con este “levántate, Europa” el brillante estadista británico invitaba, por primera vez, a construir un Estado europeo y los historiadores consideran que fue el arranque, en una Europa hundida por la guerra, de la actual Comunidad Europea.

Hoy, la unidad europea, de tan fatigosa construcción, está en peligro por las deudas que sus distintos países arrastran. España presentó en Bruselas en marzo de este año una serie de medidas a tomar para arreglar nuestra situación. El Consejo europeo emitió un documento sobre estas medidas en junio pasado; en él, entre otras cuestiones no siempre favorables, manifestaba sus dudas sobre que el Gobierno español lograse meter en cintura a las comunidades autónomas para que no prosiguieran aumentando sus deudas. He ahí el origen de la reforma constitucional que propugna el Gobierno para poner un límite al endeudamiento de estas comunidades.

Asombra ver como organismos tan alejados de esta cuestión, como los sindicatos, arremeten contra una medida tan sensata como es impedir que sigamos endeudándonos, hasta las cejas, con prestamistas que cada vez exigen mayores intereses por sus préstamos. Somos como aquellas familias que hipotecan el patrimonio y hasta la cubertería de plata a usureros prestamistas para mantener un tren de vida que están lejos de poder permitirse. ¿Qué dejaremos a nuestros hijos? deudas de imposible pago y enormes intereses que agoten el presupuesto nacional.

Cuando, ante la desbandada del capital, Argentina hubo que declarar “el corralito” su deuda pública no superaba el 60% de su PIB, pero tenía 23 provincias, cuyos gobernadores no cesaban de emitir deuda. Los mercados financieros no veían cómo Argentina podía parar esa sangría y por eso la declararon insolvente. En España, para que crean que vamos en serio, no nos ha quedado más remedio que elevar a norma constitucional una norma de prudencia  tan elemental como: “no gastes más de lo que tengas”, ha sido la única forma de poner un coto a tanto irresponsable político como pulula por ahí. (N.B. no obstante, me temo que saldrá una fórmula tan ambigua y descafeinada, que hará reír en su tumba a Romanones: que hagan la Ley, que yo haré el reglamento).



Armando Bulla


domingo, 28 de agosto de 2011

LA ALDEA FUERA DEL TIEMPO (Antonio Envid)

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AEM
-Ya me lo habían advertido. Ese pueblo ya no existe, hace mucho que se quedó sin gente. Cuando abrieron las fábricas de Sabiñánigo bajaron los últimos que quedaban. Qué iban a hacer allá arriba, cuatro bancales en la ladera y dos horas para subir y otras tantas para bajar al valle. Aún aguantaron demasiado.  Allá no va a encontrar nada más que ruinas, soledad, serpientes y alacranes. Igual hace treinta años que no va nadie. Pero, bueno, si tiene tanto interés,  subiendo por  este monte encontrará lo que quede del pueblo, que no se habrá movido de ahí. Camino no hallará, que estará borrado e invadido por zarazas y maleza, pero no tiene pierde, subiendo en zigzag siempre hacía arriba ya encontrará si queda algo. Buen calcero lleva y buenas garras tiene, que es joven[i]. O sea que ¡buena suerte!  A buen seguro que pensó: éstos de la ciudad qué pocos problemas tienen y qué poca cabeza. Y yo empiezo a darle la razón, llevo una hora peleándome con la broza, las ramas secas y las zarzas y no hay modo de avanzar, desde luego por aquí no ha subido nadie en treinta años.

Por fin, tras tres interminables horas de esfuerzos diviso la vulnerada torre de la iglesia, que parece mirarme asombrada con las cuencas vacías de las ventanas donde otrora colgarían las campanas. Hendida de arriba abajo por una amenazante grieta, aguarda al primer temporal para derrumbarse del todo. Llego al despoblado por los restos del camino de entrada, bordeado de lo que serían huertos, hoy invadidos de malas hierbas y manzanos y otros frutales bordes, que han vuelto a su estado primitivo del Edén, cuando aún no habían sido domesticados por la mano del hombre. Tapias arruinadas cuyas piedras, primitivamente elevadas en obra seca, invaden el camino; casas desventradas, las losas de sus hundidas techumbres colmatando el interior; vanos ciegos que parecen bocas desdentadas formulando una pregunta sin respuesta. Soledad y desolación, tal como me había predicho mi interlocutor.

Cómo no preguntarse qué habrá sido de aquellos que se reunían en esta plaza para solazarse los días de fiesta tras la misa, de los que habitaron estas ruinas de casas, quizá por generaciones. Trato de atisbar el interior de la iglesia; la cubierta derruida hace años, solo queda el cuarto de naranja del ábside, obra románica, hecha para aguantar las devastaciones del tiempo y del hombre. Cuantas familias asistieron aquí a las bodas, bautizos y funerales de sus miembros por generaciones y aquí quedaron sus recuerdos felices o luctuosos para siempre, abandonados a la crueldad del viento y de la lluvia.

Al lado de la iglesia, como es frecuente es estas aldeas montañesas, el pequeño cementerio, reino del olvido y abandono, los hierbajos creciendo entre las rotas lápidas, cruces abatidas, chapas de porcelana desconchada con nombres y fechas que ya nada significan. Y en medio de tanto abandono, una lápida aparecía limpia, cuidada, con un ramo de flores frescas sobre ella, recién cortadas. Me acerqué con aprensión y leí lo que al parecer era el nombre de una niña, muerta, según informaba, a los diez años, “tus padres desconsolados no te olvidan” y unas fechas 1911-1921. ¡Hacía noventa años del deceso! Me invadió una sensación de angustia y volví rápidamente sobre mis pasos.

Antonio Envid   



[i] En Aragón, no tener pierde = fácil de encontrar; calcero = calzado;  garras = piernas. En esta tierra sabemos mucho de olvidos y abandonos, de propios y de extraños. Algunos pueblos, por su aislamiento y pobreza, fueron abandonados por sus habitantes, pero en otros muchos, sus gentes fueron desarraigadas manu militari para realizar las grandes obras hidráulicas que jalonan todas nuestras cuencas fluviales del norte y centro de Aragón. Sus pobladores buscaron una nueva vida por los suburbios de Barcelona, Madrid y otros lugares.

sábado, 27 de agosto de 2011

¿ANORMALES? (Truhán)

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Cuando alguien cree tener un defecto o anormalidad suele, actuar de alguna de las siguientes formas:

1º No reconocerlo como tal y vivir con naturalidad.
2º Reconocerlo y admitir que nadie es perfecto y, por tanto, vivir también con naturalidad.
3º Reconocerlo e intentar ocultarlo. Entonces ya no se vive con tanta naturalidad.
4º Reconocerlo y, para restarle peso o gravedad, decir que ese defecto lo tienen la mayoría de los mortales. Aquí la naturalidad brilla por su ausencia.

Existen otras formas de afrontar la situación pero resalto estas como las principales.

Las dos primeras son las más sanas por aproblemáticas: uno  se admite a sí mismo tal y como -con acierto o sin él- se ve.

En las dos segundas se parte de la no aceptación y, por tanto, resultan traumáticas o problemáticas.  Vivir ocultando ese supuesto defecto (e insisto en lo de “supuesto” porque a lo mejor el defecto no es tal defecto), vivir ocultándolo, insisto, es verdaderamente vivir un infierno o una pesadilla interior.  Reconocerlo para sí como defecto pero atribuirlo al común de los mortales -lo que es tanto como no admitirlo- supone añadir a ese infierno interno otro externo, de modo que no sólo te amargas tú sino que amargas a los demás. 

Aplíquese esto a los calvos, gordos, flacos, altos, bajos, sanos, enfermos, bizcos, miopes, hipermétropes, blancos, negros, morenos, pelirrojos, heterosexuales, homosexuales y metrosexuales -suponiendo que en tales casos estemos de verdad ante defectos o anormalidades- y saque cada cual sus conclusiones, atendidos los comportamientos apuntados.


Usted lo pase bien

Truhán


jueves, 25 de agosto de 2011

EL COLOR DE MI CRISTAL: EL PROFESOR QUE NO TENÍA PARA DAR DE COMER A SU PERRO (Mariano Berdusán)

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JIGS


“Doy clases de Latín y Griego a cambio de comida para mi perro”. Así decía el anuncio colgado en el cristal de la puerta del portal donde vivía éste profesor. Anuncio recogido por un periodista y muy bien comentado por éste, por cierto.
¡Pobre profesor!, ¿no? y sobre todo, pobre perro, que parece que se quedaba cada día, o al menos, muy a menudo, sin comer.
A estas horas reconozco que no sé si el profesor habrá conseguido ya dar esas clases de Latín y Griego y si, por consiguiente, el perro tendrá ya su comida.
Reconozco también que nunca he tenido un perro. No sé si un perro come mucho o poco. No sé lo que cuesta, en el supermercado o en cualquier tienda, en euros o pesetas, la comida de un perro.
Pero sí creo entender al pobre profesor, quizás ahora ya, mayor de edad. En su juventud, cuando las Humanidades y entre ellas el Griego y el Latín, valían pero que muy mucho, él en su juventud optó, animoso de decidido y quizás también enamorado, por esos estudios. En aquellos tiempos, saber Latín equivalía a ser un tío que sabía y que valía mucho. Los que pasaban a su lado decían: Ese sabe hasta Latín ...
Pero eso era entonces. Ahora que las clases de Latín y Griego han casi, o sin casi, desaparecido y se valoran muy poco o nada y que, además, me imagino que la comida para los perros habrá subido lo suyo en euros o en pesetas, la cosa está clara: Si no hay, como parece ser que no las hay, clases de Latín o de Griego, tampoco hay comida para el perro.
Pobre profesor ¿no? y pobre perro. El ideal, o al menos, lo normal, sería que los dos tuvieran para comer, el profesor y el perro. Pero está claro que alguien se quedaba sin comer...
Me imagino al viejo profesor habitante solitario de un piso sin grandes comodidades, quizás con una pensión o un sueldo sin grandes capacidades adquisitivas.
Me lo imagino y lo admiro también.
Por amor y cariño hacia su perro es capaz el profesor, en estos tiempos de Humanidades  devaluadas, es capaz, de intercambiar sus clases de Latín y Griego, de intercambiar, digo, no de vender, por comida para su perro.
En fin, me gustaría mucho que este caso se hubiera resuelto ya satisfactoriamente para el profesor con sus clases y para el perro con su comida. Y también me gustaría que el Griego y el Latín volvieran a ser lo que antes eran. Pero de que esto llegue a ser así algún día, me caben ya muy pocas dudas.
POST SCRIPTUM (o sea, en castellano, “después de escrito”). Ahora resulta que mi hijo mayor ha comprado y traido a casa un perrito para que lo atendamos entre todos los de la familia. El perrito es muy juguetón y un poquillo travieso pero es muy cariñoso y tiene su pizca de gracia cuando hace las cosas. Lo que creemos que irá en aumento cuando sea mayor. Alguien dijo que tener un hijo te complica la vida. Pues, anda, que tener un perro, ni te cuento... 



Mariano Berdusán
de El color de mi cristal

miércoles, 24 de agosto de 2011

MOMBASA (Roberto Plural)

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SGS

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Mombasa 

La nekia, la nekia
Pía solo el Pájaro Solitario
 A sus pies los muelles de Mombasa
Un olor amargo a lluvia y alquitrán
Y el lejano murmullo de una multitud siempre callada

 La nekia, la nekia

 Sobre sus alas
Abismo grave
Magenta

Atardecer infinito



Y silencio
Siempre silencio
Silencio de containers
De mudos marineros

Oh            No


La nekiA 

Escapa escapa escapA
Aletea y escapA
Aletea aleteA
Pía y aleteA
Es-ca-pA
 Pía píA
AleteA
PíaN
PíA
PI

 La nekia


La saliva es piedra
Barro el murmullo
El silencio brea 


Atardece en Mombasa
Siempre  

Con secas babas
Con acres labios 

La nekia, la nekia 


Y silencio
Siempre silencio
Silencio de containers
De marinos aguardientes
Y sombras sin rosarios
Siempre silencio
Sólo silencio
Silencio


Y  el   Pájaro   Solitario
Píando solo
Torciendo y torciendo la soga de Ocnos 


La nekia 

Silencio
Solo silencio- 

Siempre silencio 


Mombasa

Roberto Plural

lunes, 22 de agosto de 2011

SOBRE EL MARTINI. CODA -IV- (Antonio Envid)

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AEM
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Ha llegado el momento de confesar mi secreto: a mí lo que me chifla es el vermú con sifón. Quizá lo que representaba para Proust su manida magdalena sea para mí el vermú con sifón, a condición de que sea de Reus y acompañado de berberechos de lata con generoso riego de vinagre. Esta sencilla fórmula me traslada a un mundo que quizá no fuera mejor, pero yo sí que lo era.

Mi padre recibía de Reus unas garrafitas anónimas de vermú, que a continuación vaciaba en un tonelito con madre de bastantes años, para venderlo a granel. Las gentes venían con botellas para comprar ese preciado tesoro con el que obsequiarían a parientes y allegados aseverando que “es como si fuera de casa, lo compramos en una bodega de toda confianza”. Cualquiera sabe cómo se elaboraría aquel vermú, pero puedo garantizarles que sería de modo artesanal, por la sencilla razón de que en aquella España lo artesanal era mucho más barato que lo sometido a procesos industriales. Uno de los mejores brandis que he tomado fue una botella de “Tres Cepas” de los años sesenta que descubrió y me regaló un amigo (1). Además de su origen artesano, la estancia del plebeyo vermú en el barrilito paterno lo ennoblecía, pues recibía el honor de varias generaciones de honrados vermús.

Todavía existe el bar de la Plaza Nolasco que, según me contó su antiguo propietario, tiene el privilegio de haber sido el primero en Zaragoza de haber servido como aperitivo unos berberechos de lata con el vermú. La cosa ocurrió como remedio a un desaguisado, pues le enviaron una partida de berberechos confundidos por latas de almejas. El tabernero, en lugar de devolverlas, dio a probar este desconocido producto a su clientela con un éxito imprevisto.

Qué divertidas conversaciones con los amigos, al parar del trabajo para la hora de la comida (entonces se almorzaba y se comía, con lo que no había equívocos con estas palabras, amén de tomar el aperitivo) con un vermú con sifón y unos berberechos arponeados con los hispanos palillos, rompiendo con todo ello el hierro del monótono trabajo

La receta de la bebida es fácil de formular, pero no tanto conseguir sus ingredientes. Un vermú de Reus de garrafa. Ya empezamos con las dificultades, habrá que sustituirlo por un Miró o un Yzaguirre embotellado, no es lo mismo, pero son de Reus de toda la vida. Un par de cubitos y un chifletazo de sifón bien frío. El sifón se encuentra cuando se encuentra. Se añade una aceituna rellena de anchoa pinchada en un palillo a modo de palo mayor. Bueno, las aceitunas bien, pero ¿dónde las hallamos con un relleno de anchoa, no de pasta de anchoa ni con sabor a anchoa? Ya no  preguntaremos sobre la nacionalidad de la anchoa porque no conviene investigar el límite de la paciencia de la gente. No se les ocurra poner cortecitas de limón, ni la menor cantidad de su zumo, pues el ácido cítrico reacciona con el carbónico y suprime las burbujitas del agua de seltz, con lo que pierde toda su gracia. Bien, superadas las dificultades del brebaje, pasemos a su imprescindible acompañamiento. ¿Berberechos del Cantábrico? Oiga, si son chilenos es que está usted hoy de suerte. El vinagre que sea de vino, por supuesto. Mire, ahí en el bar de al lado tiene usted unas tapas buenísimas y además son más baratas que aquí y a usted aún le van a salir más baratas porque le invito yo. Pues ya hemos comprobado cual es el límite de la paciencia del barero.

Es inútil intentar  recuperar el tiempo perdido. Mis hijos me dicen que el sushi es buenísimo y los palitos de cangrejo deliciosos y que no hay nada mejor que una cañita de cerveza para hacer el vermú. No voy a ponerme a discutirlo agrandando con ello la de por sí amplia brecha generacional.

  

Antonio Envid.





(1)   Por si alguno no lo sabe, el “Tres Cepas” era un coñac (todavía no se usaba lo de brandi) barato a la altura del Fundador, pero en aquella época en España no había divisas para importar alcohol etílico barato y en cambio había excedentes de vino, de modo que se destilaba el vino y las holandas obtenidas se dejaban envejecer en barricas donde había coñac. Salía un excelente brandi.   

domingo, 21 de agosto de 2011

SE VE TODO TAN TRISTE (... Y CIEN), Servando Gotor

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-es ahora, ahora cuando llegan los tiempos,
los verdaderos tiempos de la solidaridad

“¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo? Comala, señor. ¿Está seguro de que ya es Comala? Seguro, señor. ¿Y por qué se ve esto tan triste? Son los tiempos, señor”. (Juan Rulfo en“Pedro Páramo”)

Comencé estas “barricadas”,  que con la de hoy son cien, en octubre de 2007, cuando el gobierno negaba la crisis: “Solbes gana a Pizarro con comodidad” titularía cuatro meses después el diario “Público”.  Y ahora -¡Dios mío, a dónde hemos ido a parar!-,  y ahora, digo, arrío velas en “esta periódica”, que no “diario”, quincenal (porque es “una” publicación, no “un” publicación” y no es “diaria” –ni “diario”- porque es de frecuencia o “periodicidad” “quincenal”).  Qué cosas, yo que comencé citando al activista y dramaturgo Bertolt Brecht (“la humanidad degenera en paz”) para espolear la apatía dominante.  Esa era la razón de mis barricadas.  Y ahora, coincidiendo con las acampadas de los indignados, recojo los bártulos y me voy haciendo mutis por el foro.  No, no es necesario aguijonear a nadie, ya se encarga de hacerlo el tiempo.  Uno llega a la conclusión de que cuando la humanidad está en paz es porque se vive en la opulencia y sólo cuando se vive en la estrechez brota la protesta.  Pero la opulencia no sólo trae paz, ojalá, no, trae también idiotez mucha idiotez (por eso la cita de Brecht), de modo que a veces las penurias son buenas y hasta necesarias: espabila un montón la pobreza.  Y sobre todo aflora de verdad la naturaleza humana, la verdadera: miserable y solidaria a la vez. 

¿No se alaba tanto la solidaridad…?  ¿Solidaridad… con billetes?  Con billetes, solidaridad y chifletes.  No, es ahora, ahora cuando llegan los tiempos, los verdaderos tiempos de la solidaridad.  La de verdad, la que no anda montada en el euro sino que cabalga firme sobre un fornido caballo llamado escasez. Ahora sí.  Pero que no nos engañen, a-tentos, no a-tontos, que la condena bíblica no es “vivirás con el sudor del de enfrente”, como algunos la interpretan. Y la ley no es para que el poder mantenga a raya al ciudadano sino para que el ciudadano mantenga a raya al poder.  Ya está bien de conceptos y de ideas equivocadas.  Espabilémonos y afrontemos con vigor la maldita sequía.  Que no nos den gato por liebre, ni queramos ver liebre en lo que sólo es un triste gatito.

En cuanto a mí no es que me vaya: me he quedado de piedra (para-lítico). Como un fauno de mármol. “Son los tiempos, señor”.  De modo que así estoy, apresado como en un blog y brujuleando con sentido silencio. Con todo, me despido porque mi voz se apaga.  Así que adiós. O hasta luego, que nunca se sabe, pues soy proclive a la queja y liberaré más de un grito -un lito-grito o grito-lito- de esta mi cristalizada garganta cuya sequedad me araña.  Hasta luego, pues.  Saludos a este quincenal en el que he dicho con libertad lo que he querido, “rara avis” en estos tiempos.  A su querido director, “bizarro” y guerrero, periodista independiente en vías de extinción, empresario autónomo “de lo que no hay”, libre de cabeza de los que tampoco quedan, artista íntegro e irredento, libérrimo por convicción y rebelde por vocación. Ah, y amigo por encima de todo.  Y hasta luego, también a ustedes que me han soportado incluso sin leerme. Queden con Dios, o con sus dioses, los que sean, que nunca faltan.  Y especialmente ahora, con la visita de Benedicto XVI… queden con Dios, sí… queden con Dios, ahora que el Papa nos deja.  Se ve todo tan triste.

El Comarcal del Jiloca
(19/08/2011)

sábado, 20 de agosto de 2011

ACERCA DEL DRY MARTINI - III (Antonio Envid)

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ACERCA DEL DRY MARTINI (III)

Dicen que a la tercera va la vencida. A ver si es verdad. De modo que vamos a hablar por fin del “dry martini” y de la mano de uno de sus maestros, Luis Buñuel, que le dedica prácticamente un capítulo de “Mi último suspiro” su libro de recuerdos, más que memorias (1). En primer lugar un “dry martini” no puede tomarse en cualquier lugar, hay que buscar un bar: “Yo he pasado en los bares horas deliciosas. El bar es para mí un lugar de oración y recogimiento, sin el cual la vida es inconcebible”. Pero el bar del que habla don Luis no es el bar al uso, simple taberna modernizada con mobiliario de plástico y luz de neón, sino la genuina barra americana, una de las pocas aportaciones estimables del pueblo americano a la civilización occidental (2): “Tiene que ser, ante todo, tranquilo, mas bien oscuro y muy cómodo. Toda clase de música, incluso música lejana, debe estar absolutamente desterrada (al contrario de la infame costumbre que hoy se extiende por el mundo). Una decena de mesas a lo sumo, a ser posible de clientes habituales y poco comunicativos.” Don Luis los encontró en el Madrid de la época, en los sótanos del Hotel Plaza, en el Hotel “el Paular” (a lo lejos, de vez en cuando, pasaba la silenciosa sombra de un camarero, respetando mi recogimiento alcohólico, dirá de éste) y en “Chicote”, aunque este último más para estar con amigos; y en Nueva York, el bar del “Hotel Plaza”; de Méjico recuerda el bar del Hotel “San José Purúa” de Michoacán. Pero no los encontró en París, que es ciudad de cafés, algo muy distinto al bar, pues el “café” es para conversar no para onanísticos pensamientos. Hoy no los hallaría en ninguna parte. En estos lugares es donde el maestro atrapaba, entre martini y martini, las geniales escenas de sus películas. Don Luis asegura que la ginebra es un excelente estímulo para la imaginación, y no hay porqué no creerle. 

Don Luis reconoce que el dry martini es básicamente ginebra y unas gotas de vermut y que probablemente es un invento americano. Al parecer fue inventado por un barman del Hotel Plaza de Nueva York de origen italiano, un tal Martini. Pero luego, cuando se adentra en su descripción, el asunto se complica. Hay incluso escuelas de martinistas, y como si de una discusión teológica se tratara, Buñuel asegura, que para los buenos catadores  el vermut ha de ser “Noilly-Prat” (1), la ginebra ya no importa tanto, con tal de que sea una buena ginebra inglesa, incluso para los más puristas es suficiente, aunque siga siendo esencial la clase de vermut a utilizar, que un rayo de sol atraviese una botella de “Noilly-Prat” antes de dar en la copa de ginebra. Esto de comparar el martini con la explicación de Santo Tomás para el dogma de la sagrada concepción encantaba a Buñuel, “ateo, gracias a Dios”, como le gustaba decir.

Él prefiere la siguiente fórmula: Poner la víspera todo lo necesario, copas, ginebra y coctelera, en la nevera. Al día siguiente, sobre el hielo bien duro (ha de estar exactamente a veinte grados bajo cero) se vierten unas gotas de “Noilly-Prat” y media cucharadita de angostura, agitar bien y se tira el líquido, conservando únicamente en la coctelera el hielo perfumado por el vermut y la angostura, sobre este hielo se echa la ginebra pura, se agita y se sirve. La ceremonia de la preparación parece más importante para don Luis que el acto de saborear el cóctel. En sus últimos años en que la sordera y la edad lo mantenían bastante alejado del mundo y apenas salía de su casa, la preparación de sus dos martinis diarios, uno antes de la comida y otro antes de la cena, marcaban dos hitos importantes en su jornada, eso y alguna visita de algún amigo, señaladamente un dominico,  que no identifica, completaban su día. Educado por los jesuitas, de los que guardaba un buen recuerdo, Buñuel, ateo confeso, convencido de que no existe nada más allá de la vida presente, estaba, sin embargo, fascinado por la Iglesia católica, por su liturgia y por sus misterios. En el arte de Buñuel, como surrealista convencido que fue, cobra gran importancia la parte irracional de nuestra naturaleza,  el subconsciente, de  modo que en sus películas aparecen referencias constantes a la religión, no irreverencias, como erradamente pudieran calificarse, sino, simplemente, como la expresión de ese subconsciente.  

El matrimonio entre el “dry martini” y el cine es de largo alcance. Un “gibson”, que es una de sus variedades y se adorna con una cebolleta, es lo que toma Bette Devis de un trago antes de pronunciar aquello de: “Fasten your seatbelts. It’s gonna be a bumpy night” en Eva al desnudo (abróchense los cinturones, va a ser una noche muy bacheada), sin olvidar a Frank Sinatra ni a Humphrey Bogart. Sean Conery popularizó este coctel en su ciclo de películas sobre James Bond, sobre todo por aquello de “shaked, not stirred” (“batido, no revuelto”, aunque en España se conozca como “mezclado, no agitado”). En realidad el cóctel que Ian Fleming, cuya vida fue corta pero intensamente bebida, describe en su novela “Casino Royal” es el “vespers” de su invención:

-“Un Martini seco, uno en una profunda champagne globet” dice James Bond

-“oui, Monsieur” contesta el barman

-“Un momento, tres medidas de Gordon, una de vodka, media de Kina Lillet. Agítelo muy bien hasta que esté casi helado, entonces agréguele una cáscara de limón ¿lo tiene?”

Quizá convenga aclarar que la copa “globet” es alargada y tiene forma de cáliz, que la Gordon es la ginebra que todos conocemos y que el Kina Lillet es un aperitivo de la región de Burdeos.

Yo me quedo con la magistral fórmula del maestro Buñuel, solo queda recordar que para don Luis el beber se trataba “de un ritual delicado, que no ha de llevarte a la auténtica borrachera, sino a una especie de beatitud, de tranquilo bienestar…”

Antonio Envid.

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(1) Servando Gotor ha tenido el acierto de trascribir en la primera entrada de este ciclo los párrafos de este libro dedicados al martini.

(2) Otra es el jazz, pero hubo de ser refinado en Europa, sobre todo en Paris, si no apenas habría rebasado la etapa del dixieland.

(3) El Noylli- Prat se produce en Marseillan en la costa meditarránea francesa, fue la primera marca de vermouth, hoy es propiedad de Martini.  

jueves, 18 de agosto de 2011

EL GUACAMAYO AZUL: Indice de personajes principales

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Agencia
Esposa de Homero, el ciego vendedor de cupones.

Alejandra
Camarera del El Guacamayo Azul, ena-morada de un desconocido con bigote que conoció en los galachos de Juslibol.

Anacleto
Taxista ilustrado y kiosquero.  Marido de Cassandra, a quien le tiene que rendir cuentas a diario, aunque le sisa a menudo.

Atropina
Atropina Jackson.  Egipcia, amiga de Certeza y Alejandra, que acostumbra a pasear por la isla con sus cinco tigres.

Bermúdez, el fariseo
Especulador venido a millonario que tiene esclavizadas a sus treinta hijas, quienes construyen para él una pirámide.  Le llaman Fariseo porque viste como un faraón, aunque también acostumbra a llevar una chaqueta amarillo-chevalier.

Callaway
Condenado por la matanza de los niños de Ohio.

CASSANDRA
Esposa de Anacleto, a quien siempre le exige rendir cuentas.

Caty
Catalina. Pintora de naturalezas muertas. Esposa de Paxton y madre de Platón.

Ceferino
Churrero de Conde Aranda.

Certeza
Hija de T.S. Murdoc y novia de Platón Andrade. Vive de espaldas a la realidad y, a veces, patina en el Ibón.

Cherubino
Matador que se enamora de Caty.

Ciegus
Murdoc.

Contreras
Apoderado de Cherubino.

Damián
Cadáver por el que tocan a muerto en la isla. Muy mujeriego (en vida).

Delgadina
Perdida en la intemperie de Blue Bayou. Madre de Devy

Delphine
Amiga de Certeza. Antes era puta, ahora tiene una tienda de animales.

Desmond Potter
Bala humana del circo Sustanzzia. Novio de Atropina Jackson.

Devy
Hija de Delgadina.

Dondieu
Senegalés con locutorio público en Conde Aranda,  junto a la tienda de Kamal.

Dora
Recoge un clavel que se le ha caído a Certeza.

Elisabeth Louise Vigée-Lebrun
Pintora de Maria Antonieta (s. XVIII) cuyo autorretrato está en el corredor de Vasari.

Es
Prima de Murdoc que dormía desnuda.

Fariseo, el

Bermúdez.

Felipe, don
Viejo verde y rojo maestro azul de la Reme

Frany
Madre de Murdoc.

Gertru
Camarera de El Viejo Mandril.

Homero
Ciego, vendedor de cupones.

Humberto
Cartero.

Kamal
Tendero musulmán de Conde Aranda.

Lizzette
Gata Persa ya muerta. Mascota de Certeza que sirvió asada en un compromiso.

Louchette
Gatita persa.  Nueva mascota de Certeza, que se parece a la nube que hay sobre la isla.

Luget
Dueña y cajera pedorra del Contraseña Falsa.

Luño
Hijo de la Reme y Poncio.

Maxwell
También, Max. Marino de los de antes. Marchó de la isla pero sigue enamorado de Susan, a quien le envía mensajes de amor embotellados.
 
Mortimer
Mulligan

Mulligan
Vericueto Mulligan.  Su verdadero nombre: Joe Mortimer (Morton). Jefe del departamento de homicidios de Ohio, disfrazado de turista. Mide 1,51 de estatura.

Murdoc
Thomas Stern Murdoc. Padre de Certeza Murdoc.  Dice estar enamorado de su madre Frany, de Es, una prima que dormía desnuda, y de Caty. Las dos últimas le recuerdan a Elisabeth-Louise Vigée Lebrun.

Nanus
Mulligan.

Nietzche
Perro de los Andrade (Paxton, Caty y Platón ).

Niklaus
Turista y enterrador de la isla.

Olloqui, Alberto
Juez navarro, residente en Madrid, que viene a Zaragoza, su nuevo destino, para comprar un piso.

Orrios Viamonte
Camarero de El Viejo Mandril.

Padre Gervasio
Padre escolapio que rompió a Murdoc la única fotografía que guardaba de su primer amor.

Parva feligresa
Amiguota del reverendo Brown.

Patinadora
Certeza.

Paula
Gemela de Rebeca.  Vecina de Platón.

Paxton
Paxton Andrade. Defensor del lado frágil de Zaragoza (la isla), marido de Catalina (Caty) y padre de Platón Andrade.  Está enamorado de Caty, de Alejandra y de la patinadora del Ibón.

Platón
Platón Andrade. Hijo taciturno y solitario de Catalina (Caty) y Paxton Andrade, novio de Certeza Murdoc. A veces viste como Wherter cuando se suicidó, habla con dificultad desde que Certeza le rompe la boca, y trabaja de aprendiz en la droga Alfonso.

Poncio
Marido de la Reme y padre de Luño. Trabajó en el circo Sustanzzia y ejerce como abogado.

Ray Piper
Víctima de Murdoc, según Murdoc, que lo tiró a los tiburones y, desde entonces, pinta con los pies.

Rebeca
Gemela de Paula.  Vecina de Platón.

Reme, La
Remedios.  Pintora de naturalezas vivas. Esposa de Poncio y madre de Luño, perdió a una hija, se ha dado a la bebida y tiene problemas siquiátricos.

Reverendo Brown
Jack Brown.  Cura falso de la isla, hijo de Santi Tartanas.  Su verdadero nombre es Santiago Moreno y está obsesionado con participar en el XVI Certamen de Malabaristas de Boquiñeni.

Santi  Tartanas
Lechero del barrio Jesús que hizo fortuna especulando con el suelo, aunque la isla guarda una leyenda romántica de la que es protagonista.  Padre secreto del reverendo Brown.

Sasiné
Camarero de L’enfant Sauvage, enamorado de Certeza.

Silvestre
Anciano indigente, cliente de Poncio.

Sire
Murdoc.

Sloan
Padre de Alejandra.

Solanillas
El tigre más listo de los cinco que tiene Atropina Jackson.

Stanton
Hermano y primera víctima de Murdoc.  Mató a sus propios hijos.
 
Susan
Tiene una casa en el río y espera el regreso de Maxwell.

Thierno
Senegalés enganchado a internet en el locutorio de Dondieu.

Waiter
Orrios Viamonte.

Sza-Sza
Madre de Paxton Andrade.

Sza-Sza
Amor de Paxton Andrade.

Sza-Sza
Gata persa de Paxton Andrade.




Narciso de Alfonso
Servando Gotor





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