
En la trasnochada del martes, repasando las últimas horas de la tarde, recordé la pregunta que me hizo uno de mis alumnos en el Centro Penitenciario de Zuera: ¿A quién le interesa en estos tiempos una biografía de Jesús? Le contesté:
- La figura de Jesús de Nazaret es la que más ríos de tinta ha vertido, la más controvertida, la que no cesa de suscitar nuevas teorías. Yo me di prisa en aprender a leer porque el primer libro de lectura llevaba ilustraciones a color con escenas de su vida. Vida que siempre me ha parecido fascinante. Occidente no se entiende sin el nacimiento de Cristo. Y a ti que tanto te gusta el arte, también existe un antes de Cristo y un después de Cristo.
El interno se encogió de hombros, me miró con escepticismo y asintió con la cabeza.
En 2007 un libro batió el record de ventas en Italia, se titulaba “Jesús de Nazaret”, su autor, Benedicto XVI. Nadie había conseguido batir el record de ventas en un día. Yo me enteré de este fenómeno en el transcurso de una estancia en Florencia. Patrizia se estaba leyendo el libro y en el transcurso de una conversación bajo la noche toscana en el jardín de su palacio, asaeteadas por los mosquitos tigre, tomando cantucci (dulces toscanos) con vino dulce nos alargábamos hablando de Italia, España, de política y religión. En una “chiacchiera” (charla, “cháchara”) florentina me atreví a meterme con los judíos. Patrizia me miró muy seria y me dijo:
- Prejuicios. Fue un error que los Reyes Católicos los echaran de España ¿Por qué no visitas el museo y la sinagoga que tenemos aquí?
Su sugerencia la dijo con orgullo, como dejando caer que en España no había, que nos habíamos dejado escapar una cultura importante. Me considero una persona prudente y no entiendo por qué arremetí contra los judíos sin haber tenido ningún trato con ellos y lo que es peor, sin saber a quién me estaba dirigiendo. Además, daba por sentado que Patrizia era católica y lo que me hacía hablar así era la suposición de que en la Toscana tampoco se les apreciaba. Sin darme cuenta estaba haciendo extensible en Italia mi visión española. La mejor amiga de Patrizia es judía.
El recuerdo de aquellas trasnochadas en casa de Patrizia me acerca a las últimas horas de la tarde del martes, arrellanándome en el sillón, repasando la presentación del libro “El judaísmo de Jesús”, escrito por un judío-argentino. A la salida, Servando, Concha y yo nos enzarzamos entre cañas y tabaco en una conversación en la que los tres queríamos hablar a la vez, los tres teníamos visiones distintas del tema, interpretaciones diversas en torno a lo que habíamos oído. Volvimos a hablar de Dios, del Nuevo Testamento, de San Pablo, de Jesús, de judíos, de cristianos, de musulmanes, de San Agustín... Sin embargo estábamos de acuerdo los tres en que Jesús había sido judío y que lo peor de todo es menospreciar con resquemor lo que nuestra religión cristiana nos ha dejado. Algo que hacemos a menudo los españoles. Porque independientemente de todo, en mi opinión, el poso siempre queda o al menos debería quedar.
De regreso a casa, casualmente, nos encontramos con Mario Saban, el autor del libro y presidente de la Asociación Cultural Tarbut Sefarat. Muy amablemente nos saludó, nos dio su tarjeta y Servando le hizo entrega de la suya. Y otra vez, los tres a la vez, comenzamos a hacerle a Mario observaciones en torno al tema.
Y ahora que recapitulo la conversación en la cárcel, la conversación en Florencia y el acercamiento a la comunidad judía, me pregunto si llegará el día en que todas las religiones sepan convivir. Tanto Mario como yo, y así lo hablamos en la presentación de su libro, estamos de acuerdo en que la convivencia ha sido posible y puede ser posible; pero la que ensombrece todo es la política y no la religión.
Y recapitulando lo ya recapitulado. ¿Por qué un judío, en estos tiempos, defiende el judaísmo de Jesús? Porque hasta donde a mí me alcanza, los mismos judíos han sido los que nunca han reconocido el judaísmo de Jesús. De todas formas, Mario Saban se sintió contento de regresar a la tierra de sus antepasados, Zaragoza. ¡Bienvenido seas! Quizá este encuentro sea el comienzo de la convivencia, quizá sea el final de la intolerancia. Esa intolerancia que Patrizia en Florencia me dejó caer cuando, al verme llena de prejuicios e ideas preconcebidas, me invitó a visitar la sinagoga.
Sobre Mª Jesús Mayoral