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Ya lo he declarado cien veces, de modo que es una tontería volverlo a decir, ¡qué más da!, o sea, que si insiste contaré otra vez lo mismo. Cuando encontraron muerto, de madrugada, a Remigio en la puerta del club; sí, el que está a las afueras del pueblo, en la carretera que va a Madrid; se desataron todo tipo de habladurías, pero todo quedó aclarado, porque el forense dictaminó que fue por un paro cardíaco y aunque tenía desabrochada la bragueta, parece ser que era porque iba a orinar en el arbolillo que está cerca de donde lo encontraron, y como la Húngara, que la llamamos así porque es de Bosnia, que yo bien me lo sé, que me ha contado su vida un fascal de veces, trasegándose a mi cargo varias arrobas de güisqui, pues, eso, que ella había declarado que aquella noche había estado más fogoso que de costumbre, de modo que se habría pasado con el pastillaje. ¡Cabal!, el Remigio, aunque mozo, para muchas hazañas, ya no estaba. Pues bien, se le encontró en el bolsillo de la chaqueta un billete de lotería y una lista de cosas. En la lista, una vez descifrada la barullera caligrafía de Remigio, se leía: comprar la pantalla de plasma más grande del mercau; ir a la final del prainsa; un viaje a disneiuorl. Hubo mucha polémica en la sesión del ayuntamiento en la que se debatió el asunto, pero al fin, triunfó la interpretación del Roque, alguacil, cartero pedáneo, vocero y representante de piensos jens en el pueblo, además de compañero de francachelas del finado, se dice así, ¿no?, finado, ah, bueno, por eso. Quién mejor que yo para descifrar el enigma, dijo el Roque, ahuecando la voz, como cuando anuncia por el altavoz de la iglesia que se puede empezar a regar en la huerta, que ha venido el agua, quién mejor. El billete de lotería, está claro, si le tocaba realizaría los tres deseos que apuntó en el papel. Lo de la pantalla de plasma, una estupidez, a burro muerto, cebada al rabo, y lo del final del prainsa, la copa de la Reina, que se disputaba ese fin de semana, precisamente, entre el Barcelona y el Prainsa, era una verdadera pena que no hubiera podido asistir, pues seguía todos los partidos del equipo femenino zaragozano y verlas enfrentarse contra las catalanas, eso habría sido p´a morirse del gusto, como decía, ¿quién podría oponerse a la rasmia de las mañas?. Que bien mirado, mejor que se haya muerto, porque el cuatro a cero que nos endiñaron las catalanas, con rasmia o no, lo habría fulminado; un bochorno, por mucho que la árbitro estuviera por las catalanas, que eso se vio, y eso que es madrileña, que vergüenza tenía que darle. Pero lo último, lo del disneiuorl, eso sí que se podía hacer: si tocaba el billete de la lotería, con el dinero del premio, pues que fuera uno de nosotros a esparcir sus cenizas por el parque ese, así podría disfrutarlo toda la vida eterna con el ratón miquei y el pato donal. Es lo menos que se merecía el Remigio, tan buen vecino, que siempre pagaba una ronda para todos en el bar. Pues bien, como el diablo lía bien las cosas, en el sorteo no resultó premiado el número del Remigio, y ante la decepción de todo el pueblo, don Numancio, que le salen los dineros por las orejas, nadie sabe como, que de chico se limpiaba el culo con una piedra y le colgaban siempre dos candelas de las narices y ahora es don Numancio, pues eso, que dijo que no pasaba nada, que él pagaba el viaje al que eligiéramos para llevar las cenizas. Hecho el sorteo me tocó a mí. No vean las felicitaciones y las caras de envidia de mis paisanos, desde que vino un candidato de no sé qué partido, que todos son igual, a decirnos que si lo votábamos nos pondría el ave para ir a la capital, no he visto tanto entusiasmo. Total que don Numancio me dio un paquete con las cenizas del pobre Remigio y me dijo que en el aeropuerto me esperaría un primo suyo, que le entregara las cenizas, que era de toda confianza, que me acompañaría al parque, porque como yo no sé inglés, pues eso, que me resolvería todo. Y ya ve, aquí estoy acusado de tráfico de estupefacientes, ya llevo tres meses y esto parece que va para largo.
(Notas del recopilador.- Estas notas son de todo punto innecesarias, pero se recogen para mostrar el componente étnico del relato y justificar el trabajo del recopilador.
“Fascal”, conjunto de treinta gavillas o fajinas de trigo o de otro cereal, en general una “carga” de cereal. Procede del latín “fascis”. Se utiliza con el significado de un montón de cosas y por extensión: mucho, abundancia.
“Arroba” medida de capacidad que en Aragón equivalía a unos 13,33 litros para el aguardiente. También era una medida de peso y de superficie. No confundir con @, utilizada en las direcciones de correo electrónico. Procede del árabe con el significado de una cuarta parte.
“Rasmia”, empuje, tesón. Como muchos otros aragonesismos viene recogida en el DRAE.
“Candela” del latín candela, vela o cirio. En Aragón el uso del “moquero”, el pañuelo fue siempre para atar la cabeza, fue introducido muy tardíamente, mi abuelo afirmaba que era una cochinada llevar los mocos en el bolsillo.)
Armando Bulla
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