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El fotógrafo ha puesto su ventana indiscreta sobre esta pareja de jóvenes que están de pie junto a un estanque y él le explica a ella algo que la cabeza nos oculta, quizá el funcionamiento digital de una cámara de fotos, aunque bien puede tratarse de (casi) cualquier otra cosa manejable del mundo o de la vida, como el fuego pequeño de una vela o de una lamparita, una máquina de movimiento perpetuo que él mismo ha podido diseñar o un precioso caleidoscopio chino construido con fulgurantes cristales minúsculos.
Ella tiene un relativo interés por el joven o por el cacharro que él le muestra: ha inclinado ligeramente el torso pero se mantiene a una rigurosa distancia del muchacho, la suficiente como para evitar cualquier contacto incluso con los presumibles movimientos de él.
Tal vez están conociéndose para llegar al amor, o tal vez están amándose para llegar a conocerse. No sabemos si se han permitido el hermosísimo lujo de perder la noción del tiempo, junto al estanque, entre los patos, y el cacharro que miran juntos es sólo una escusa para estar cerca, para aproximarse hasta sentir la temperatura, el aroma, el aliento, el color real del otro.
Quizá, para ellos, enseguida ya es demasiado tiempo, simplemente porque buscan el ahora del otro, su presencia inmediata y sin postergaciones, su aquí aquí. Tal vez ella, posiblemente mucho más sabia en amores, esté utilizando sus agudos acetatos para atraerlo, o esté creando una dulce conexión entre ellos que permanecerá cuando se separen y se distancien, si es que llegan a hacerlo y no se quedan ya para siempre juntos, unidos, inseparables.
El diálogo soterrado entre ellos vendría a ser, mudamente: ‘mátame’, ‘ya lo estoy haciendo’, ‘hueles como el regaliz o los libros viejos’, ‘tienes unos ojos del color del barro de los charcos’, ‘quédate, quédate’.
Narciso de Alfonso
El Merodeador, IV
Él acaba de salir del trabajo y han quedado en la puerta del parque. El chico es abogado en un bufete bueno y ella es trabajadora social. La chica le ha dado el móvil que lleva en el bolso para ver si él puede hacer una foto chula. Es que el móvil es nuevo y ella todavía no lo sabe usar bien. Y el otro, encantado, claro. El truco es viejo pero funciona.
ResponderEliminarYo es que estaba en el banco que está justo detrás, al lado de Servando.
V.
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ResponderEliminarMmmm... me lo quería imaginar así mismo,
pero como uno -mientras merodea- no puede
inventar nada -sólo suponer, hipotetizar y tal-
me tuve que callar y fabular la afoto a pelo,
ya que el fotóngrafo es muy reservado para
estas cosas y nunca nunca suelta nada acerca
de las condiciones en las que tuvo que hacer
la afoto, así que V., gracias por abrirme el alma
a la verdad real, que andaba yo despistadillo.
Gracias
Un saludo
Narciso
PD. Lo bueno, con todo, son siempre
las afotos, claro, los textos son la
excusa para colgarlas en cualquier sitio
en el que se acepten merodeos (buenos)
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V. Tienes razón : como estabas sentado al lado del mirón y del jefe de ese blog, lo interpretas como lo has visto...Narciso nos equivoca siempre : no me gusta ni el regaliz ni el "olor a humedad" de los viejos libros...
ResponderEliminarTenemos que vivir con todos los sentidos...y mas: con el placer de combinarlos todos
V. has abierto el alma de Narciso : lo que nos es poco....pero iba despistadillo en la verdad real
Un abrazo a todos
Hola. Creo que sin pretenderlo os he despistado. Soy Vladimira. A mí los libros viejos me provocan un picor tremendo en la cara y una sequeda en las manos muy desagradable. Pero a Narciso como no entra en contacto con la cuestión material no sabe ni del olor ni de esos asuntos corporales.
ResponderEliminarHace muchos años estuve muy interesada por un chico muy atractivo pero con un olor algo desagradable. Él también estaba interesado. Pero por el asunto del olor, que no era fuerte ni exagerado a los ojos de los demás, tuvimos que desistir. Era un olor que me provocaba una gran desconfianza.
Las cosas del amor en mi caso tan precedidas por las del olor.
Vlad
Tranquila, Vla
ResponderEliminarLos estudios recientes, muestran que la percepción del olor(los pheronomes) tienen una importancia en la vida : el "desamor", a veces, se centra, o se indica por el rechazo a los olores corporales...
Es como en el dicho : "eso me huele mal" !
Un abrazo (un saludo no tiene olor !)
.
ResponderEliminarPero si V. es de Vladimira de Zembla,
mujer de alta estirpe. Aún recuerdo
en un blog que se llamaba carboncillos
o algo asín, que publicamos de inmediato
los poemas de Pale Fire, Dios mío -y tío de
los demás- qué tiempos aquellos, cuando
la nieve todavía tenía los ojos verdes...
-lo dijo el poeta con exacta precisión-.
Ese asunto del olor me ha interesado, Vlad,
claro,
creo que a muchas personas les despertaría
la curiosidad, a mí no -no tengo curiosidad 8-(((
pero me ha interesado, Vladimira de Zembla.
Así que ella era Trabajadora Social?
hummmm
Gracias
Un saludo cordiale
Narciso
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ResponderEliminarCoño, Belga, que eres el jefe de los
merodeos y apenas se nota en nada...
si por lo menos consiguieras que el
blogger nos publicara los merodeos
con cierta frecuencia, y no solamente
cuando a él mismo le da la gana...
Estoy a tus órdenes, Belga.
Y si no te gusta el regaliz de olor ni
el olor polvoriento de los libros
de regaliz, ¿qué olores te gustan,
malandrín?
No vale decir: ni la tierra mojada de la
lluvia, o del ozono de la tormenta,
ni el olor a madera ni a madera de lápiz,
y tampoco los perfumes, claro...
Lo tienes chungo con los olores,
Belga.
Un abrazo, aunque pases de tu cargo.
Gracias
Narciso.
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Los merodeos no tienen jefe : siguen su olfato,
EliminarEl único responsable es le Bloggero :SGS , por el llego todo, hizo todo y trajo (y se trago) todo...y que siga así...Un día me explicaras el olor del ozono : lo de la tormenta lo entiendo...Te acuerdas del olor de la tiza, del aceite, de la comida...Hay que volver a oler...
A él le gusta el olor de su ausencia
ResponderEliminarEs verdad, ¡Qué tiempos aquellos?
Se nota su olor también
Por cierto, me ha emocionado el texto...
Abrazo
Ángel
El interrogante es una errata, que conste, que tampoco quiere decir una rata sorda...que conste.
EliminarÁngel
A mi lo único que me pone es el olor a magdalenas. Es esnifar una y ponerme a levitar. Marecel Proust
ResponderEliminarEl asunto de los olores no es nada sencillo de explicar. Hace unos días tuve que coger un taxi. El taxista hacía al menos tres días que no se había duchado. Ni cambiado de ropa. Ni lavado los dientes. Y además se acababa de comer una ensalada. El olor de la digestión de ensalada es uno de los que más me moesta del mundo. Como tenía prisa opté por bajar la ventanilla.Trataba de respirar el aire de la ventana pero aún así me estaba mareando y además enfadando mucho. Me resulta asquerosa esa invasión tan apabullante de mi espacio olfativo. Le dije que debería ser más respetuoso con la clientela. Y va y me dice que tiene un problema de olor. Y ahí es cuando salté porque conozco ese olor perfectamente porque tuve un compañero de clase al que le sucedía. Se sentaba delante de mí. y desde luego no era eso. Así que le dije que además de guarro era mentiroso y me bajé.
ResponderEliminarSi llega a pasarme esto en Zembla alguna cabeza hubier rodado!!!!
El asunto de los olores en mi caso da para mucho.
salud!
Vlad
No digo nada porque voy muy mal, pero me lo estoy pasando en grande. Gracias por vuestro humor y vuestros comentarios. Un abrazo a todos. (la ensalada del taxista de V, supongo incluiría cebolla -además-).
ResponderEliminar.
ResponderEliminarVlad: el asunto del taxista oloroso no
tiene desperdicio... se me escapa (un poco)
el final: el tipo te dijo que okis, que apestaba,
pero tú supiste que te engañaba.
O sea que para ti hay, por lo menos, 2 olores
apestosos, él te dijo -apenado, disculpándose
tal vez- que olía fatal y tú le dijiste que nones,
que ese no era el pestazo verdadero -que
era el de tu compañero de clase-.
Caray, qué olfato tienes...
Además, dada tu noble condición
zemblana, tiene que ser mucho más
duro de soportar.
No me imagino lo que puede ser, entonces,
entrar para ti... en un mercado, por
poner un poner...
En fin, gracias por explicar este
apasionante asunto del taxista.
Un saludo cordial
Narciso
.
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ResponderEliminarBelga, amor, el ozono de la tormenta
creo que debe de venir del ozono
que arde con los rayos, más bien
explota, explosiona, se incendia,
y, después de la tormenta, queda
ese olor, que es a anchura, o por
lo menos siempre lo he creído
así, porque lo ancho, como lo largo,
tiene que oler... pues para mí, lo ancho
huele después de las tormentas.
Y otro asunto: la tiza, a qué huele?
Por fin dices: el aceite, la comida...
O sea, no el olor del aceite de la comida,
sino el aceite y, además, la comida.
Carajo.
Un abrazo,
¿de cualquier comida?
Narciso
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Narciso: el olor del mercado es una maravilla! Son olores primarios. Losomás nítidos y limpios que existen! El de la pescadería es fabuloso! Vlad
ResponderEliminarLo de la cebolla es lo de menos Servando. Yo creo que es el tomate con el aceite y el chuf chuf de los jugos gástricos. Además es un olor con caliente. Salud! Vladimira
ResponderEliminarSaludos desde Logroño. El chico de la foto puede es el panoli que todos llevamos dentro, el que trata de camelar a la chica con su flamante cámara y su sensibilidad fingida. A él no le gustan los patos ni los estanques (tampoco a ella) y antes de lanzarse a la acción ha comprobado de reojo que ningún conocido sigue sus movimientos. Los brazos de la chica hacen cruces de hastío; tiene frío y ha quedado con Bea. Ahora más que nunca se arrepiente de haber pronunciado aquel "de momento amigos", que en verdad era un no y lo era para siempre. No hay nada como un viejo banco del parque para decir adiós.
EliminarD. I.Iribarren, usted si que ha calado al tipo. Vamos que lo ha clavado, a usted no se la pegaría.
EliminarY creo que la damisela está en su misma tónica, dudo que la engatuse, ella está jugando. En si, esa mujer es fiel reflejo de la máxima "La mujer siempre lo sabe"
Vladimirita, estoy contigo en eso de los olores de los mercados. Los olores, su sonido y su color. Tengo un montón de mercado fotografiados, son mi debilidad pero de todas esas fotografías mi preferida, bueno son tres, es la de un vendedor de ajos, de unos 8 años, a la puerta de un mercado (no importa cual) Si supiera el modo de traerlas, las mostraría.
Vamos, que el vendedor de ajos me subyugó.
Srta. Adormilada (mejor me tomo una siesta)
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ResponderEliminarJ.Iribarren de Logroño
sí puede que hayas visto mucha más
realidad que cualquiera, lo que te convierte
-por voluntad propia, o sea, si quieres-
en merodeador. Creo que si el jefe del Merodeo
Total, el Belga, anda por aquí, podría hacerte
miembro de primera línea, como a un general
de caballería.
El tal Belga, Bernardo H., es un errático donde
los haya, pero buena gente, con sus debilidades
como la buena gente, pero responsable con
su cargo, sobre todo cuando se emociona
con el Merodeo y tal. El asunto se había
como atascado en los olores de ellos, porque
creo que él era -para una merodeadora de
estirpe- un taxista que estaba en digestión de
ensalada. A BB, en cambio, le gusta el olor
de la tiza ¿? que no huele, creo que se refiere
al olor de niño que hay en los colegios de
niños pequeños, pero no estoy seguro.
En fin, un saludo.
No es siempre así, quiero decir que
si escribes, lo más fecundo -no, no
es fecundo la palabra, pero es igual-
es que nadie te diga nada, o sea que
no temas, esto ha sido pura casualidad,
porque pasaba por aquí y tal.
¿Por qué has elegido Bea para la amiga
de ella?
Un saludo cordial
Narciso
.
Si no fuere porque yo estuve allí estaría conforme con la versión del señor de Logroño. Por mucho que una sea trabajadora social, ese pelo no es de recibo.
ResponderEliminar.
ResponderEliminarSin personalizando, lo que voy viendo
con unos ojos que Dios me dio -y que
un día se comerá la tierra- es que la
mirada -y la consiguiente valoración-
que han acabado predominando han sido
las prosaicas, cuando el merodeador
-y supongo que el fotóngrafo- no quieren
la realidad real, sino que es precisamente
lo que rechazan: el merodeo -y supongo
que la fotóngrafía- inevitablemente buscan
la propia realidad que, ahí es donde está el
el reto, tiene que ser más verdadera que
la verdad real, pero por completo compatible
con ella. Como sencillo merodeador lo que
busco es eso: llegar más hondo, más adentro,
más abajo que los mismos fotografiados, decir
lo que ellos ni siquiera sospechan de sí mismos,
pero -insisto- siendo el hallazgo compatible
con su realidad real.
Creo que hay que exagerar -es el arma buena-
y hasta engañar -que no es mentir-, son
recursos imprescindibles, pero siempre
que consigan decir más realidad o más
verdad de la prevista incluso por los tipos
de la pareja.
Uy, que teoría más maja.
Un saludo
Narciso
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