(A finales de octubre hizo dos años del fallecimiento de nuestro amigo, don Mariano Berdusán. Desde aquí, como siempre, nuestra admiración y cariño)
ELEGÍA 29.B: Era ya de madrugada y quise ver si ella dormía sola
(Propercio quiere vigilar y controlar a Cintia y ésta le reprende ofendida).
Era ya de madrugada y quise ver si ella
dormía sola: y Cintia estaba sola en el lecho.
Me quedé sobrecogido: nunca ella me había parecido
tan hermosa, ni cuando se vistió con túnica púrpura
y fue, después, a contar sus sueños a la casta Vesta,
por si a mí o a ella pudieran hacernos daño.
Tal me pareció verla recién salida del sueño.
¡Ah, cuánto vale por sí misma una espléndida belleza!
“¿Qué haces tú aquí, dice, tempranero indagador de tu amiga?
¿Piensas acaso que mis costumbres son semejantes a las tuyas?
No soy yo así de fácil: me basta con haber conocido a uno solo,
seas tú o sea otro, si alguno puede ser más fiel.
En mi ordenado lecho no aparece rastro alguno,
ni señales de deseo por haber dormido dos en él.
Mira cómo de todo mi cuerpo no emana olor alguno
que te haga pensar que haya cometido adulterio. ”
Dijo y, rechazando con su mano derecha los besos que le ofrecía,
saltó del lecho apoyando sus pies en las sueltas sandalias.
Así, por haber querido proteger tan casto amor, fui yo rechazado.
Desde entonces no ha habido para mí una noche feliz.
Propercio.
(Versión de Mariano Berdusán Cabellos)
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