Fabiola |
Prometo echar de menos todo lo que dejo y odiar todo lo que reencuentre hasta que lo que dejo parezca un sueño y lo que reencuentre vuelva a ser la red del salto triple mortal de espaldas. Porque seguiré saltando. Aunque nadie sepa que siempre me dio vértigo.
Aprovecharé la melancolía como fuente de inspiración. Apagaré todas las velas. Sin soplar: esperaré a que la cera se consuma y se ahoguen, ellas también. Killing me softly. Cerraré todas las ventanas. La casa olerá a vacío. A fin. A ausencia. Como un huevo sin yema y sin clara. Estaré allí, pero desearé estar en otro lugar. Mejor: en otro momento. Vaciaré los cajones como se vacían los bolsillos después de una excursión. Vaciaré los cajones y llenaré las memorias: solo quien guarda papeles sabe todo lo que representan.
Me iré para no volver, porque nadie puede marcharse de otra forma: la persona que se marcha nunca es la persona que vuelve. Nunca seré, ni será, lo mismo.
¿Y qué pasa con Ellos? Qué difícil es responder cuándo vuelves cuando solo sientes que te vas. Ellos me dan bienvenidas que jamás deseé, y que he prometido odiar. Al igual que odiaré todas las despedidas.
Decir adiós sabe a resbalar la cuchara de plástico en la tarrina vacía de tu helado favorito de hoy. Lo único que te devuelve es un sonido desolador. No hay nada más. Todavía puedes sentir el dulzor en tu boca, pero no tendrás una nueva cucharada. Espero que disfrutaras la última, es horrible cuando la última de las pipas del paquete es la que está mala. Ahora solo tienes sed.
Pedí al feriante que no acabara nunca, y me dijo: “Tienes una última vuelta”. Arrivederci.
¡Ahí está y así es ella!
ResponderEliminarSerás muy bienvenida y estamos deseando verte.
Zitoz
La Conchaparis
Precioso, Fabiola,
ResponderEliminarcomo lo son también tus acuarelas.
¡Qué pronto tengas nuevas y largas velas ya encendias
y muchas tarrinas de helados estés degustando!