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Chesús de casa Arribas volvió un día a su pueblo. Nadie lo esperaba, es más, casi nadie lo recordaba. Sus padres habían muerto y no tenía hermanos ni familiares directos. Había emigrado muy joven. De tarde en tarde llegaban noticias suyas diciendo que estaba en Venezuela, luego por Estados Unidos, después un largo silencio, hasta que se le olvidó.
Su vida transcurría en el carasol de la entrada del lugar durante el invierno y en el fresco zaguán de su casa en verano. Pero en primavera pasaba largas horas en lo alto del pueblo de cara a los campos de cereal. Decía que le recordaban las tardes de domingo que pasaba contemplando el mar en South Beach. Miraba el mar, sobre todo, según afirmaba, porque al otro lado estaba España, incluso alguna vez creyó ver sus costas. Eran tardes de nostalgia y cerveza, que le dejaban un sabor metálico. Los campos de cereal, verdes en primavera, mecidos por la brisa de la tarde que baja del monte, aseguraba que le recordaban las olas del mar americano surcado por surfistas.
Antón, su amigo de infancia, que solo había salido del pueblo para hacer el servicio militar, lo conducía con cuidado por el agrio sendero que trepaba hasta lo alto del pueblo y muchas tardes, si no había faena, Antón se quedaba con él, gustaba de contemplar ese doméstico paisaje en silencio con su amigo, para devolverlo luego a casa, porque Chesús había retornado completamente ciego. Una organización caritativa le había provisto de medios para que volviera a su pueblo.
Antonio Envid.
Es muy bonito el relato, lleno de imágenes y delicadeza.
ResponderEliminarTriste, melancólico, como muchas veces es la vida
Puede ser una historia real, ya que hace unos años, creo que fue a través de alguna organización que lo canalizaba y Asuntos Exteriores pudieron volver, regresar a su pueblo algunos de los que no triunfaron en "las américas" y se lo permitía su orgullo, su descanso final lo preferían en la tierra de su infancia (tal vez la verdadera patria del hombre)
Lo sigo siempre, ya he expresado en más de una opinión que me gusta como escribe, contenidos y forma.
Buen verano
Isabel
Gracias, Isabel, por sus deseos, también yo le deseo un buen verano.
ResponderEliminarLa mayoría no han vuelto, su fracaso ha sido doble. Pero todos fracasamos, ganamos algunas batallas, pero la guerra, la perdemos, y nunca vovemos a nuestra patria, que es desde luego "la infancia".
Antonio.