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El año 1768 lo pasó Giacomo Casanova en España. Tenía a la sazón, el famoso seductor, 42 años y ya no estaba en sus mejores momentos, él mismo manifiesta que “entraba en la edad en la que la fortuna menosprecia”, tanto es así, que su única conquista amorosa es la de doña Ignacia (así la llama él), la hija de un zapatero remendón. También relata otra aventura en Valencia con una tal Nina, que por lo que cuenta debía de ser una lujuriosa ninfómana, famosa por sus escándalos, que igual aceptaba a un caballero que a una especie de bufón, que para su guarda había puesto a su amante el conde de Ricla. Hizo con ésta todo lo que ella quiso y él pudo ya que “mi época prodigiosa había pasado”, según confiesa con franqueza Casanova.
Expulsado de París, se hallaba huido de los inquisidores de Venecia, de cuya famosa cárcel “de los Plomos” se había escapado. En Madrid busca acomodo con algún empleo en la Corte y pasa como solicitante a Aranjuez, donde se traslada Carlos III y su séquito a pasar el verano, aspirando con nula fortuna a ser nombrado Gobernador de Sierra Morena, que entonces se estaba poblando con colonos suizos y austriacos.
Desahuciado de sus pretensiones y de paso hacia Valencia se queda unos quince días en Zaragoza, invitado por el marqués de Mora. Curiosamente de esta ciudad procedían sus antepasados, pues al comienzo de su “Historia de mi vida”, declara que en 1482, don Jacobo Casanova, nacido en Zaragoza y secretario de Alfonso V, raptó a doña Ana Palafox del convento donde el día anterior había profesado como monja, teniendo ambos que huir a Roma. De este Jacobo descendía el famoso Giacomo (Jacobo) que nos ocupa. El apellido Casanova todavía es frecuente en nuestra ciudad.
En un par de páginas despacha su estancia en nuestra ciudad. Le admira la presencia de embozados a pesar de las órdenes en contra del conde de Aranda, que entonces era el presidente del Consejo de Castilla (quizá sus órdenes no concernían al Reino de Aragón), y asegura que no sólo la canalla se cubría con las anchas capas y grandes sombreros, sino caballeros y nobles. Destaca la gran devoción existente a la Virgen del Pilar y le admiran las corridas de toros, con toros sueltos, mucho más sangrientas que las que se celebraban en Madrid.
Lo más sorprendente son las noticias que da sobre Ramón Pignatelli al que trata por ser sobrino de su huésped el conde de Mora. Cuenta de él que era un canónigo “que presidía la Inquisición y todas las mañanas hacía meter en la cárcel a la alcahueta que le había dado de cenar el día de antes con una puta que había pasado la noche con él, después de esto iba a confesarse, decía misa, comía después, el demonio de la carne se apoderaba de él, le buscaban otra mujerzuela, la gozaba y al día siguiente por la mañana hacía lo que el precedente”.
Ramón Pignatelli era hijo segundón del conde de Fuentes, ocupaba cargos muy importantes, canónigo del cabildo catedralicio, rector de la Sitiada (junta rectora de la Casa de Misericordia), rector de la Universidad… y se hallaba emparentado con la poderosa, en aquél momento, casa de Aranda. Su familia representaba en Aragón el partido aragonesista del conde de Aranda, muy influyente, y por tanto con poderosos enemigos (*). Casanova, que es bastante chismoso, recoge las habladurías de la calle, y siembra la duda de lo que podía haber de verdad en estas sombras que arroja sobre la figura del prestigioso ilustrado que tanto hizo por Aragón.
Antonio Envid
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(*) Entre ellos los jesuitas, que acusaban al Conde de haber sido el instigador del decreto de su expulsión, que el año anterior había firmado Carlos III.
De España dijo: "¡Pobres españoles!. la belleza de su país, la fertilidad y la riqueza son la causa de su pereza, y las minas del Perú y del Potosí son las de su pobreza, de su orgullo y de sus perjuicios..."
ResponderEliminarCasanova o la pasión de la libertad
La Biblioteca Nacional de Francia expone por primera vez el manuscrito original "Historia de mi vida", 3.700 páginas subastadas en 2010 por siete millones de euros.
El amante nómada trabajó en ellas entre 1789 y 1798, un año antes de fallecer
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El contenido del artículo de Antonio Envid, en francés (era la lengua franca de la época),forma parte de ese manustrito de una caligrafía tersa, limpia y clara 'Historia de mi vida' de EL CABALLERO CASANOVA