SGS |
Ella pensó que sería algo extraordinariamente hermoso, que las flores crecerían a su paso y que todos se contagiarían de su felicidad de enamorados. Después del banquete salieron a toda prisa para coger el avión a Roma; llegaron a las diez de la noche, hacía un calor insoportable y no encontraron taxi, así que tuvieron que ir en autobús hasta el hotel. La habitación era horrenda, con una sola ventana al patio de luces y un intenso olor a comida grasienta. Ella no vio crecer ninguna flor a su paso, y nadie parecía notar su felicidad de recién casados. A las seis de la mañana los despertó el ruido del ascensor, que ya no paró de subir y bajar. Ella no sintió ninguna emoción especial en el pecho, nada que pudiera parecerse al dolor dulce ni a la colmada plenitud que había esperado; él tenía un terrible dolor de cabeza. Bajaron a desayunar agotados, aún no les había dado tiempo de mirarse a los ojos, pero tenían que apresurarse para ver tantas cosas.
Cuescos
Muy bueno narciso, un saludo de Carlos paciente paciente. Yo sí miro y ella a los míos, mis cuescas de los ojos. Suerte
ResponderEliminar