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Había quedado con migo en un viejo bar/club (todavía queda alguno) donde los sillones son de cuero, la luz tenue, moqueta que ahoga los pasos y maderas pretendidamente nobles, los camareros discretos y la música inexistente. Tal como gustaban a don Luis. Busqué mi rincón y el camarero me trajo mi “luis martini”. Si, ya saben, un martini hecho con la vieja y sabia fórmula de don Luis, Buñuel por supuesto, se enjuaga la copa con Martini y hielo y se llena de ginebra. Como no se que ginebra utilizaba don Luis, yo tomo Monkey[*]. Ni la vulgar Beefeater, ni la snob Hendrick´s, apropiada solo para horteras que tratan de epatar a los paletos.
Al primer martini comenzó a encenderse una lucecita en mi oscuro cerebro, que a la tercera copa era ya un amplio ventanal abierto a un hermoso sol. Es cuando comienzo a sentirme estupendo y emprendo sólidas y ricas conversaciones conmigo mismo. Perdonen, pero no he encontrado a nadie que siga mejor el hilo de mi agudo discurso. Cuando me hallo iluminado me convierto en un ser sagaz y sumamente inteligente ¡Quién lo diría, viéndoseme de ordinario!
Pues bien, dije, convendrás conmigo, que el concepto de la justicia que tiene la Naturaleza es bien distinto al del ser humano, al menos el que sentimos internamente. La naturaleza tiene un fin: preservar la vida. Utiliza todo su empeño en lograrlo y lo primero que tiene que hacer es preservar las especies, primar a la especie, que asegura la pervivencia, sobre el individuo, de modo que sacrifica sin ningún remordimiento al individuo si es preciso. El débil es preterido ante el fuerte, es más, se le suprime sin compasión para que no consuma recursos inútilmente. Lo mismo hace con el raro, el diferente. Claro está, no puede permitir que prolifere el disidente, ello daría lugar a especies polimórficas, difíciles de clasificar y de controlar. Cómo permitir cocodrilos con largas patas y pezuñas junto a otros que se arrastran por el suelo, y unos verdes y otros colorados. La Naturaleza abomina de la confusión. Solo permite al disidente cuando se trata de una mutación que conducirá a individuos mejor adaptados.
Siendo esto tan palmario, los humanos nos empeñamos en llevar la contraria a la ley natural: proteger al débil, reforzar al diferente mediante derechos inviolables, darle voz al disidente, fuerza a la minoría, en fin, todo lo contrario a lo que nos enseñan las leyes de la Naturaleza. Si, ya sé, y no esperaba menos de tu fino poder de observación, que el día a día nos da ejemplos de todo lo contrario: se pisotea y explota al débil, se protege al poderoso, incluso se admira al explotador y se menosprecia al explotado, se burlan los derechos individuales, se aplasta al diferente. Pero qué quieres que te diga, solamente el saber que existe ese ideal de justicia tan contra natura entre nosotros, aunque solo sea en la conciencia, me reconcilia con el ser humano.
Al cuarto martini se cerró de golpe ese luminoso ventanal que alumbraba mi cerebro, que volvió a las penumbras ordinarias.
Antonio Envid.
(*)Ver “Mi último suspiro”, una especie de memorias de Luis Buñuel, donde relata sus retiros casi místicos en el bar de algún hotel parisino (el Select) o neoyorkino (el del Hotel Plaza) o incluso el del Gran Hotel de Zaragoza. Entre las ventajas de la fórmula de don Luis para el “dry Martini” es que no hay que repetir el lugar común de “mezclado, no agitado”
A mi parecer, la ley de la Naturaleza es automática, impersonal. Muchos hombres la cumplen, inconsciente y conscientemente.
ResponderEliminarY otros, se han liberado de esto.
Es una gozada leerle Sr. Envid.
angel
Por cierto Sr. Envid. ¿Qué significa la i entre corchetes?
ResponderEliminarAl clicar, sale la pagina de blogger.
angel
Ángel, era un error. Se trata en realidad de la señal de nota a pie de página. Lo he corregido ya.
ResponderEliminarOk, Servando...gracias.
ResponderEliminarAhora entiendo.
Un saludo.
Gracias Ángel, con lectores como usted, escribir es un placer, lo que digo aquí es algo que me da vueltas en la cabeza desde hace algún tiempo. He leído por ahí que se había encontrado un especímen fósil que crea muchas dudas a los antropólogos sobre como clasificarlo, pero que creen que es un antecesor del hombre, porque presenta una grave minusvalía en un brazo y solo pudo sobrevivir por la ayuda de su familia o tribu. Pero también Arsuaga nos informa de que entre los restos encontrados en Atapuerca hay claras pruebas de canibalismo. Somos un tremendo y desconcertante enigma. Antonio.
ResponderEliminarSr Envid, trasteando por ahí, he encontrado un artículo que me ha resultado muy interesante.
ResponderEliminarA ver que le parece. Muestro una parte de él.
¿Cómo transcurre pues la vida? Día tras día, nos esforzamos valerosamente por representar nuestro papel en esta comedia fantasma. Como primates que somos, lo esencial de nuestra actividad consiste en mantener y cuidar nuestro territorio de manera que éste nos proteja y halague, en subir o no bajar en la escala jerárquica de la tribu y en fornicar de cuantas formas podamos -aunque no fuere más que en fantasía- tanto por el placer como por la descendencia prometida. Para ello, empleamos una parte nada desdeñable de nuestra energía en intimidar o seducir, pues ambas estrategias bastan para asegurar la conquista territorial, jerárquica y sexual que anima nuestro conatus. Pero nada de todo ello lo percibe nuestra conciencia. Hablamos de amor, del bien y del mal, de filosofía y de civilización, y nos aferramos a esos iconos respetables como la garrapata a su perrazo caliente.
Muriel Barbery – La elegancia del erizo
Ah, sí, estoy totalmente de acuerdo, hay un grado importante de esquizofrenia en nuestro comportamiento. Alabamos la inteligencia de una chica pero nos fijamos en sus tetas. Hablamos de gastronomía y la elevamos a categorías científicas pero nos arreamos un bocadillo de chorizo de pamplona tan a gusto. El bueno del Arciprestre de Hita ya decía que los deseos del hombre se resumían en buen yantar et yacer con fembra placentera.
ResponderEliminarUn saludo, Ängel.
Antonio
Joe, como me he reido...quizá si uno, entremezcla la visualización de las tetas, sin perder de vista la inteligencia de la susodicha, no se la lleve a la cama cogida de los pelos, con el garrote colgando en la otra mano.
ResponderEliminarangel