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-es ahora, ahora cuando llegan los tiempos,
los verdaderos tiempos de la solidaridad
“¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo? Comala, señor. ¿Está seguro de que ya es Comala? Seguro, señor. ¿Y por qué se ve esto tan triste? Son los tiempos, señor”. (Juan Rulfo en“Pedro Páramo”)
Comencé estas “barricadas”, que con la de hoy son cien, en octubre de 2007, cuando el gobierno negaba la crisis: “Solbes gana a Pizarro con comodidad” titularía cuatro meses después el diario “Público”. Y ahora -¡Dios mío, a dónde hemos ido a parar!-, y ahora, digo, arrío velas en “esta periódica”, que no “diario”, quincenal (porque es “una” publicación, no “un” publicación” y no es “diaria” –ni “diario”- porque es de frecuencia o “periodicidad” “quincenal”). Qué cosas, yo que comencé citando al activista y dramaturgo Bertolt Brecht (“la humanidad degenera en paz”) para espolear la apatía dominante. Esa era la razón de mis barricadas. Y ahora, coincidiendo con las acampadas de los indignados, recojo los bártulos y me voy haciendo mutis por el foro. No, no es necesario aguijonear a nadie, ya se encarga de hacerlo el tiempo. Uno llega a la conclusión de que cuando la humanidad está en paz es porque se vive en la opulencia y sólo cuando se vive en la estrechez brota la protesta. Pero la opulencia no sólo trae paz, ojalá, no, trae también idiotez mucha idiotez (por eso la cita de Brecht), de modo que a veces las penurias son buenas y hasta necesarias: espabila un montón la pobreza. Y sobre todo aflora de verdad la naturaleza humana, la verdadera: miserable y solidaria a la vez.
¿No se alaba tanto la solidaridad…? ¿Solidaridad… con billetes? Con billetes, solidaridad y chifletes. No, es ahora, ahora cuando llegan los tiempos, los verdaderos tiempos de la solidaridad. La de verdad, la que no anda montada en el euro sino que cabalga firme sobre un fornido caballo llamado escasez. Ahora sí. Pero que no nos engañen, a-tentos, no a-tontos, que la condena bíblica no es “vivirás con el sudor del de enfrente”, como algunos la interpretan. Y la ley no es para que el poder mantenga a raya al ciudadano sino para que el ciudadano mantenga a raya al poder. Ya está bien de conceptos y de ideas equivocadas. Espabilémonos y afrontemos con vigor la maldita sequía. Que no nos den gato por liebre, ni queramos ver liebre en lo que sólo es un triste gatito.
En cuanto a mí no es que me vaya: me he quedado de piedra (para-lítico). Como un fauno de mármol. “Son los tiempos, señor”. De modo que así estoy, apresado como en un blog y brujuleando con sentido silencio. Con todo, me despido porque mi voz se apaga. Así que adiós. O hasta luego, que nunca se sabe, pues soy proclive a la queja y liberaré más de un grito -un lito-grito o grito-lito- de esta mi cristalizada garganta cuya sequedad me araña. Hasta luego, pues. Saludos a este quincenal en el que he dicho con libertad lo que he querido, “rara avis” en estos tiempos. A su querido director, “bizarro” y guerrero, periodista independiente en vías de extinción, empresario autónomo “de lo que no hay”, libre de cabeza de los que tampoco quedan, artista íntegro e irredento, libérrimo por convicción y rebelde por vocación. Ah, y amigo por encima de todo. Y hasta luego, también a ustedes que me han soportado incluso sin leerme. Queden con Dios, o con sus dioses, los que sean, que nunca faltan. Y especialmente ahora, con la visita de Benedicto XVI… queden con Dios, sí… queden con Dios, ahora que el Papa nos deja. Se ve todo tan triste.
(19/08/2011)
Excelente. ¿porqué me ha recordado al leerlo el prólogo que puso Cervantes a la segunda parte de El Quijote?
ResponderEliminarAntonio