SGS |
ni en el civilizado jardín,
pero tampoco en la esmeraldina selva
donde engasta su mirada el jaguar.
Buscadme solo en la desolada estepa.
Mi piel es áspera como la del lagarto
y si me seccionáis, veréis el lento pálpito
de mi estremecida entraña,
que agoniza demasiado.
Mi canto, como el de la alondra,
solo para el oído atento
se muestra dulce y delicado.
Me encontraréis en el fondo de las cisternas secas,
donde una sed de siglos enferbrece mis ojos.
Pues soy de la misma materia que estos Monegros
por donde no ha pasado todavía quien dijo:
Quien beba de mi agua ya no tendrá más sed.
Antonio Envid
Me ha gustado mucho tu poema.
ResponderEliminarLos Monegros son un lugar fantástico, una vez me perdí por allí y fue una aventura encontrar una persona que me orientase de nuevo.
A los suizos, belgas, noruegos etc, les encanta. sienten por los Monegros lo mismo que muchos de nossotros cuando contemplamos los paisajes de sus países.
Vladimira
Yo me siento cien por cien monegrina. Los Monegros con como una bestia dormida. A veces me pongo música árabe en el coche y me doy una vuelta por esos paisajes lunares, es sentirse como en el desierto.
ResponderEliminarAzulenca
También yo me siento muy vinculado a esta tierra. Mi madre vivió allí en su infancia. Le tocaron los años de la guerra civil que por allí fue muy encarnizada.
ResponderEliminarDesde crío he oído historias espeluznantes contadas por abuelos que las vivieron personalmente, de uno y otro bando.
Mi novela El amor y las moiras surge precisamente de esa experiencia de mi madre y todas aquellas cosas que oí.
En concreto, mi madre vivió (ella se siente de allí) en Castejón de Monegros.
Y, es verdad, el paisaje seco tiene también mucho encanto.
Besos.
Estimada Vladimira, que a un abuena poetisa como tú le guate el poema es todo un aval muy estimulante.
ResponderEliminarQue le gusten los Monegros a una foránea revela una especial sensibilidad.
La primera vez que visité Galicia, les pregunté ¿cómo pueden ustedes ver con tantos árboles quitándoles la vista?
Azulenca, tú eres una privilegiada, vives en el balcón por donde Zaragoza se asoma a los Monegros. Una de las preciosas joyas que tenemos los aragoneses son las estepas monegrinas, pero como las verdaderas joyas no está dispoible para todos, solo los iniciados pueden valorarla, es uno de los casos en que la naturaleza imita al arte.
ResponderEliminarQuerido Servando, dificilmente tu novela "El amor y las moiras" podría tener otro escenario que los Monegros. Tus personajes respiran ese carácter esencial y es belleza escondida que tien la estepa.
ResponderEliminarYo me enamoré de los Monegros cuando vi aquella película "Jamón, jamón" con una Penélope Cruz jovencísima, paeandose por ellos con todos sus enormes talentos que desbordaban su escote.
ResponderEliminar