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No le den más vueltas, es muy sencillo: la verdadera raíz de la corrupción está en la naturaleza del hombre. Del hombre… idiota. Justo el que más abunda, especialmente desde su vertiginoso descenso a la especie “homo videns”. La expresión es de Giovanni Sartori: el vídeo –dice- ha transformando al ser humano empobreciéndolo. Hemos llegado –añade- a la edad del post-pensamiento. Al inicio de su estudio inserta esta cita de Huxley: “¿Por qué no le dais a la gente libros sobre Dios? Por la misma razón que no le damos Otelo; son viejos; tratan sobre el Dios de hace cien años, no sobre el Dios de hoy. Pero Dios no cambia. Los hombres, sin embargo, sí”. (“Un mundo Feliz”, 1932).
El ser humano, al contrario que los animales, no se conforma con “vivir”, aspira, además, a vivir bien. Qué entienda por “vivir bien” depende ya del grado de formación de cada uno. Cuanto más bajo más nos apegamos a lo material, apego más cercano a la pura subsistencia, al mero instinto de conservación y, por tanto, a los animales. Conforme crece la inteligencia crece también el grado de desapego a lo material de modo que uno es más feliz nadando que navegando en yate. Y, ya, el “sumun”, lo alcanzan quienes toman conciencia de que la felicidad plena no existe ni falta que hace, que está reñida con la propia vida y que, por tanto, lo principal es, conociendo esta –llamémosle- “limitación”, adaptarse a ella y vivir en consonancia con ella: acaban así satisfaciéndoles más aquellas actividades en las que el elemento material importa menos y terminan siendo más felices con un libro que con un yate; con una guitarra que con un deportivo; o, “simplemente”, “pensando”, en vez de dar saltos (eso que muchos llaman bailar) en un local de moda.
¿Y quién impone esta “cultura”? Quienes mandan. ¿Y quién impone a quienes nos mandan? Quienes tienen en sus manos el poder mediático. ¿Y quiénes son unos y otros? Los dueños de las finanzas: una panda de inútiles desgraciados que, en vez de gustarles pasear, pensar, leer o escuchar música, necesitan muchos, muchos yates, montones de yates, para alimentar su infinita tristeza.
Creo que era El Périch quien afirmaba, con su habitual sorna, que ganar dinero es fácil: sólo tienes que concentrar tu vida entera en el empeño: desde que te levantas hasta que te acuestas. Concentrado así piensas muy poco o nada en todo lo demás y en todos los demás. Y no pensando en lo/s demás acabas siendo un cretino: porque pretender yates pasa –muchas veces- por matar de hambre a un montón de gente. De ahí que suelan coincidir en un mismo ser imbéciles, tristes y malvados.
En definitiva –y concluyo volviendo a lo de siempre-: esos imbéciles malvados acaban por dominar a la sociedad, están en el poder y los medios disfrazados de banqueros, periodistas, políticos y jueces. Y, el colmo: su imbécil e insaciable avaricia hace que estén tristes ellos y el resto de la humanidad.
En todo caso nos vamos acercando a lo profetizado por Orwell hace sesenta años: “hacia el 2050, quizá antes, habrá desparecido todo conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron... sólo existirán en versiones neolingüísticas, no sólo transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que eran. Incluso la literatura del partido cambiará; hasta los slogans serán otros. ¿Cómo vas a tener un slogan como el de «la libertad es la esclavitud» cuando el concepto de libertad no exista? Todo el clima del pensamiento será distinto. En realidad, no habrá pensamiento en el sentido en que ahora lo entendemos. La ortodoxia significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsciencia”.
Servando Gotor
El Comarcal del Jiloca
29/04/2011
El Comarcal del Jiloca
29/04/2011
Jo ¡ qué razón tienes maño !
ResponderEliminarAhora lo que está de moda entre los ricos es tener un submarino, cuanto más largo, mejor...¡ya ves tu¡ dónde vamos a parar.
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ResponderEliminarEspléndido artículo, Maestro, has estado sembrado. Hay
muchos aciertos a lo largo de todo él (artículo). Espero que
los jilocanos sepan apreciarlo.
Gracias
narciso
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