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Manifestación de los sindicatos mayoritarios en Zaragoza durante la huelga general de hoy (sgs) |
Tiene Zaragoza un parque que, si bien lleva unas décadas bastante abandonado, sigue siendo uno de los más grandes (unos cuatrocientos mil metros cuadrados) y hermosos de España. Es el parque de la ciudad, por antonomasia, popularidad y raigambre.
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Se diseñó y construyó entre 1913 y 1927 y cuenta con múltiples y bellos jardines, anchas avenidas salpicadas de musicales fuentes, un jardín botánico, un museo etnológico, un jardín de invierno, unas construcciones modernistas -entre las que destaca un imponente quiosco de música- y el Rincón de Goya (primer ejemplo de arquitectura racionalista diseñado en España). Y sobre todo ello se alza El Cabezo de Buenavista, atalaya digna de su nombre por la privilegiada panorámica no sólo del parque sino también de la ciudad, sobre cuya cima nos vigila el regio monumento de Alfonso I el batallador -obra de José Bueno- en memoria del octavo centenario de la conquista de Zaragoza. A sus pies el león, nuestro león, símbolo de la ciudad.
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El nombre oficial de este magnífico espacio hasta hace algo más de un año, ha sido el de Parque Primo de Rivera. Muchos creen que -como todo- fue cosa de Franco. Pero andan equivocados porque se trata no de José Antonio sino de su padre, Miguel Primo de Rivera, el dictador de la época de Alfonso XIII. De hecho, fue él quien lo inauguró oficialmente en el año 1929.
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En todo caso, el nombre popular, es decir el nombre que siempre le ha dado el pueblo zaragozano a este parque rara vez fue ese nombre oficial (ni con Franco ni sin él) porque todos lo hemos conocido invariablemente como El Parque Grande o el Parque del Cabezo o, simplemente, El Cabezo.
sgs |
Desde hace, como he dicho, algo más de un año -y aquí es donde quiero llegar- el Ayuntamiento de Zaragoza le ha cambiado de nombre y ahora, oficialmente, se llama Parque José Antonio Labordeta.
Personalmente uno no tiene nada contra Labordeta, faltaría más. De hecho, en este mismo blog, se le han dedicado al menos cuatro entradas elogiando su persona.
Ahora bien, de ahí a dedicarle el nombre de nuestro Parque por antonomasia, va un trecho. De entrada, siempre es lo más prudente guardar estos espacios para gente más lejana en el tiempo y sus fricciones y, a poder ser, más universal. Nos guste o no, José Antonio Labordeta (sin duda gran zaragozano y aragonés) ha sido contemporáneo nuestro y militó en y lideró un partido político minoritario (por respeto a las minorías, no cambiaría mi opinión si se tratara de un militante o líder mayoritario).
A José Antonio Labordeta lo utilizó, y él se dejó utilizar, políticamente, toda la -autodenominada-izquierda (no sólo por su minoritario partido, Chunta Aragonesista). Pues bien, Zaragoza no toda es de izquierdas o de ese sector que se autoproclama de izquierdas. Hay muchos zaragozanos de izquierdas y muchos zaragozanos de derechas y más zaragozanos que no son ni de izquierdas ni de derechas. Nacionalistas, en el sentido más puro y casposo del término (como lo es el partido que Labordeta lideró) hay muy, pero que muy, pocos. Mas, insisto, aunque así no fuera: emplear su nombre para el Parque Grande, el parque de todos los zaragozanos, de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros hijos y de nuestros nietos, me parece simple y llanamente un desacierto. Como lo fue, nada más y nada menos, que intentar elevar una canción del propio cantautor (por lo demás muy querida por una parte importante de los zaragozanos) a -nada menos que- himno de Aragón. (Por cierto Aragón no necesitó himno alguno para marcar su impronta en el Mediterráneo; reivindicar ahora no sé qué nacionalismo romántico y trasnochado a base de gilipolleces artificiales, nos empequeñece, ¿es que no se dan cuenta?)
Retomo el hilo: esto de pretender "imponer" a golpe de mandato determinados personajes contemporáneos y con un posicionamiento político "dependiente" y parcial ("partido" y "parcial" tienen la misma raíz) me parece un verdadero exabrupto que sólo se entiende en el contexto de esta extraña época que estamos viviendo, dominada por el sectarismo y la irresponsabilidad más atroz.
Hay aragoneses (pocos, cierto es, pero los hay) verdaderamente universales y ya más alejados de las tensiones del fugaz presente, que lo tendrían mucho más merecido. Pero ¿por qué no dejarlo como Parque Grande o, simplemente, como El Cabezo? Por una razón: quieren cambiarnos desde arriba por mucho que prediquen que las cosas se han de cambiar desde abajo.
De todos modos, al final, el pueblo es muy cabezón (y el aragonés más) y no creo equivocarme al afirmar que los zaragozanos del siglo XXII seguirán llamándole como nuestros abuelos y bisabuelos: Parque Grande o El Cabezo. Los sectarismos (y por desgracia, hoy estamos rodeados de abundantes sectas -partidos, multinacionales, confesiones, sindicatos, oenegés, etc.-) los sectarismos, digo, son eso: meras sectas con ideologías y principios de muy corto recorrido.
¿Y por qué esta reflexión? Porque hoy, 29 de marzo del 2012, día de la Huelga General de unos sindicatos que a mí no me engañan porque están financiados por el poder y, por tanto, forman parte activa del sistema y están interesados en que el sistema se mantenga, se han concentrado en la principal manifestación de hoy, aquí mismo, en la puerta de mi casa. Y, eso: pues que llevo toda la tarde oyendo canciones de Labordeta (que por cierto aunque me gustan algunas de sus letras, no me gusta tanto su música -salvo contadas excepciones-) y, por supuesto, también esa (que, insisto, me gusta), sí, esa que cierto "sect-or" de la población zaragozana pretendió "elevarla" a himno de Aragón, también por imposición vertical (de arriba a abajo, como siempre).
Servando Gotor
para mí, por razones que quizá algún día explique, El Batallador es un símbolo de la "esperanza aragonesa", la esperanza de redención,
ResponderEliminaraunque solo sea por lo que decía mi abuelo, renegando de esta árida y arisca tierra: "tenía que llover hasta que El Batallador pudiese beber a ficamorro"