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AEM |
Princesita
del Tahuantinsuyo, amada hija del Sol. Abandonaste tus ancestrales papas para
abrazar las galletas maría. Dulce y de aspecto frágil como una de esas florecitas
del altiplano. Como ellas resistes con una sonrisa las ventiscas, los
abrasadores rayos del sol, las frías noches. Que no os equivoque su aspecto,
fluye en ella la sangre de mil generaciones de sufrimiento. Tú, indiecita, has
peregrinado por tierras extrañas, has atravesado la mar océana para llegar al Dorado
de sus sueños. ¿Te acogieron brazos amigos? ¿Has encontrado en esta orilla tus
sueños?
¿Sabes
tú, dulce indiecita, que tu noble estirpe desciende del Sol? ¿Qué un altivo
cóndor andino os insufló el espíritu? ¿Qué tus gentes atesoran una antigua sabiduría?
–Quien sabe, señor.
¿Celebrarás tu Inti Raymi en esta plaza de El
Pilar, para que tu padre el Sol a todos nos sea propicio?
La
plaza se alfombra con un sol radiante. Los niños corretean y las palomas acuden
golosas a la invitación de semillas que
hacen las parejas que se toman fotos mientras sueñan ser felices. Todo ríe en
esta mañana tranquila. Hasta tu adusto dios Sol ríe cómodamente
aposentado en su galleta maría.
Antonio
Envid
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