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Quería hacer lo que me diera la gana. Y cada vez que estaba a punto de conseguirlo… ZAS, aparecía algún valor o principio que me inculcó mi educación y las costumbres de la sociedad del momento y lugar en el que desarrollé mi personalidad. Distinta y determinada, tal vez. Avispada, bastante. Pero siempre en el último momento retraída por esos principios en los que hay que apoyarse, esos papeles que no se deben perder y esos modales que deben guardarse.
Un día me rebelé y decidí cuestionarlos todos. Decidí plantar cara a Felicidad, Honestidad, Humanidad, Sinceridad, Humildad,… y casi por no romper con todas esas dades etéreas llegué a cuestionarme la Navidad. Luego llegaron algunos ismos: mi preferido, el Romanticismo, y también el Compañerismo. Y la Paz. La Tolerancia. El Respeto…
Los maté a todos uno por uno, por estar vacíos. Les puse en fila, primero, por no prejuzgar. Y les pedí la documentación.
La primera fue en la frente. 24 años pensando que el dinero no daba la Felicidad, y la RAE me lo soltó a la cara sin ningún género de dudas.
Felicidad.
1.
Estado
de ánimo que se complace en la posesión de un bien.
2.
Satisfacción,
gusto, contento.
3.
Suerte
feliz.
En definitiva, (1) uno es feliz si posee un bien. Y los bienes podrían ser desde un kilo de patatas hasta un chalet en Marbella (eso lo sabe cualquier estudiante de ADE). Al fin y al cabo, en nuestro rico idioma, felicidad implica posesión.
Cabría que algún inteligente me dijera que aquí la RAE se está refiriendo a bien como el opuesto al Mal. Pero entonces estaríamos entrando en el pecado y la virtud, en el cielo y el infierno, y en los tontos y los listos… y mira, imbécil, que a mí no me gusta etiquetar…
De todas formas, rompo una lanza a favor del idioma y de los órdenes en los que he creído que funcionaban hasta ahora. Pienso en la gran cantidad de millonarios que acaban suicidándose en bañeras (eso sí, en bañeras de suites de lujo), y en los millones de pobres de película que se aman en el seno de un hogar en el que se comparten patatas hervidas. Y por todos ellos, busco una definición de Bien en mi bien-amado diccionario.
¡Se recogen 17 acepciones las cuales están al alcance de cualquiera con conexión a Internet. De todas ellas, solo 3 se refieren a un bien que pudiera ser objeto de posesión. Y todas con concuerdan como idea de bien material.
Atenta especialmente contra mi curiosidad la primera de las acepciones, que transcribo por ver si deja de ser imprecisa: Bien. Aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal.
A lo que yo digo, primero, misión no cumplida. Y segundo, lo que yo veo ahí es que bien es aquello que se puede llegar a querer (de voluntad, no de amor). Entonces: Voluntad de poseer un bien àPosesión del bien à Felicidad (o, con la contra, sino me lo compran me da un berrinche).
Así que, sintiéndolo mucho Mamá, la felicidad es poseer.
Pero, de acuerdo, hay otra felicidad (2). Y no sería justo juzgar el todo por la parte (eso también sería poco ético, ¿verdad?). Y aquí la felicidad es:
- Satisfacción à Ok. Cuanto apruebas 7 asignaturas en febrero, te sientes satisfecho y estás feliz.
- Gusto à no como sentido, entiendo, sino como placer obtenido al hacer una cosa. Y esto sería como decir que si me gustan los helados soy feliz si me estoy comiendo uno.
Cabría que algún inteligente me dijera que aquí la RAE se está refiriendo a bien como el opuesto al Mal. Pero entonces estaríamos entrando en el pecado y la virtud, en el cielo y el infierno, y en los tontos y los listos… y mira, imbécil, que a mí no me gusta etiquetar…
De todas formas, rompo una lanza a favor del idioma y de los órdenes en los que he creído que funcionaban hasta ahora. Pienso en la gran cantidad de millonarios que acaban suicidándose en bañeras (eso sí, en bañeras de suites de lujo), y en los millones de pobres de película que se aman en el seno de un hogar en el que se comparten patatas hervidas. Y por todos ellos, busco una definición de Bien en mi bien-amado diccionario.
¡Se recogen 17 acepciones las cuales están al alcance de cualquiera con conexión a Internet. De todas ellas, solo 3 se refieren a un bien que pudiera ser objeto de posesión. Y todas con concuerdan como idea de bien material.
Atenta especialmente contra mi curiosidad la primera de las acepciones, que transcribo por ver si deja de ser imprecisa: Bien. Aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal.
A lo que yo digo, primero, misión no cumplida. Y segundo, lo que yo veo ahí es que bien es aquello que se puede llegar a querer (de voluntad, no de amor). Entonces: Voluntad de poseer un bien àPosesión del bien à Felicidad (o, con la contra, sino me lo compran me da un berrinche).
Así que, sintiéndolo mucho Mamá, la felicidad es poseer.
Pero, de acuerdo, hay otra felicidad (2). Y no sería justo juzgar el todo por la parte (eso también sería poco ético, ¿verdad?). Y aquí la felicidad es:
- Satisfacción à Ok. Cuanto apruebas 7 asignaturas en febrero, te sientes satisfecho y estás feliz.
- Gusto à no como sentido, entiendo, sino como placer obtenido al hacer una cosa. Y esto sería como decir que si me gustan los helados soy feliz si me estoy comiendo uno.
- Contento à ¿Si estoy contento estoy feliz? De acuerdo.
Y, vamos más allá, porque no hay dos sin (3). La felicidad es SUERTE FELIZ. Y a mí que siempre me dijeron en el cole que la palabra definida no podía incluirse en la definición. Al parecer los Hombres de las Letras que configuran nuestro idioma cobran por permitirse estas licencias. Sigo sin entenderlo, pero sería algo así como: corro buena suerte à soy feliz. Del tipo… tengo suerte, me toca la lotería, poseo bienes a tope, y soy feliz.
Entonces se pecaría de repetición, y sería una acepción que bien podría sobrar, porque esa idea ya la teníamos recogida en la primera, tan primordial como tajante. Para darle un valor añadido me planteo que sería tal vez aplicable a todas esas expresiones que tanto nos gusta decir por quedar bien (Quedar Bien también como valor ético) desde a la panadera hasta los amigos que ves dos veces al año. Me estoy refiriendo a Feliz Navidad, Feliz Cumpleaños, Feliz aniversario… porque claro, es mucho más bonito pensar que estamos deseando una suerte feliz a que estamos deseando que te regalen muchas cosas (que es algo que solemos desear también, como plus de encanto).
Así que podría cuadrar perfectamente: Feliz Año à Suerte feliz para el año. Plus: no te olvides las bragas rojas y cómete todas las uvas.
Con todo lo anterior, feliz es el que tiene. Y mi reto se hace fuerte, porque como valor ético me parece una sandez. Vale que la acepción 2 es la que todos podríamos tener como idea de felicidad. Pero los segundos nunca fueron lo suficientemente importantes como para ser los primeros, y mi vocación no es buscar medias tintas, ni medios blancos.
Tajante. La búsqueda de la felicidad, tan rimbombante y altruista es en realidad una farsa. Y bueno, la Felicidad no se opondría a hacer lo que me diera la gana… siempre que fuera la mía. Porque se entiende (o me entiendo) que no me dará la gana hacer aquello que no me haga feliz. Pero está claro que no me voy a poner por delante la Felicidad de los demás antes de hacer lo que me dé Mi Gana.
En otras palabras, que si me quiero comprar el último pantalón modelo exclusivo de la 36 que queda en los estantes, no se lo voy a dejar a otra, porque la posesión de ese bien l – pantalón modelo exclusivo talla 36 última pieza – es la que me dará la felicidad.
En conclusión, la Felicidad se ha adaptado también a la realidad en la que vive. Se ha sumado al mercantilismo y se ha disfrazado de Codicia por no desentonar, a medio camino entre la Ambición y la Avaricia.
Estamos de acuerdo en que el Derecho evoluciona, el Lenguaje evoluciona… y al igual que los pantalones campana se fueron para que llegaran los pitillo, los valores se vacían de contenido, y los principios ya no solo no están de moda sino que se cambian por fines, que además tienen la suerte (feliz) de justificar los medios. Y aquí el que no corre derrapa.
Por otra parte, y dada la abstracción de esta dad que nos ocupa, no dudo en decir que no es posible hablar de una felicidad universal, que todos compren. De eso no me queda.
En conclusión, la Felicidad se ha adaptado también a la realidad en la que vive. Se ha sumado al mercantilismo y se ha disfrazado de Codicia por no desentonar, a medio camino entre la Ambición y la Avaricia.
Estamos de acuerdo en que el Derecho evoluciona, el Lenguaje evoluciona… y al igual que los pantalones campana se fueron para que llegaran los pitillo, los valores se vacían de contenido, y los principios ya no solo no están de moda sino que se cambian por fines, que además tienen la suerte (feliz) de justificar los medios. Y aquí el que no corre derrapa.
Por otra parte, y dada la abstracción de esta dad que nos ocupa, no dudo en decir que no es posible hablar de una felicidad universal, que todos compren. De eso no me queda.
La Felicidad es relativa, y cada uno se hace la suya. A medida y en tanto en cuanto le conviene. Habrá quien sienta satisfacción, gusto y contento por fumarse un habano, y habrá quien lo sienta por tirárselo (a la cara el puro, digo). Pero nadie estará dispuesto a comulgar con la Felicidad de otro a la mínima personalidad que tenga guardada.
Y a la postre me encuentro con la misma imprecisión con la que partí. De un lado la felicidad capitalista; del otro la felicidad a medida. Pero ninguna infalible, ninguna prêt a porter, ninguna que me merezca la pena abanderar, por la que enterraría Mi Gana y la ofrecería a cambio de la satisfacción, gusto y contento eternos.
Y a la postre me encuentro con la misma imprecisión con la que partí. De un lado la felicidad capitalista; del otro la felicidad a medida. Pero ninguna infalible, ninguna prêt a porter, ninguna que me merezca la pena abanderar, por la que enterraría Mi Gana y la ofrecería a cambio de la satisfacción, gusto y contento eternos.
Felicidad, yo no te compro.
Next.
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Fabiola A.M.
¿Quién redactó la definición de "bien" en DRAE? "Aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal." Eso de asegurar que la voluntad solo puede moverse por el bien es toda una declaración de confianza en el ser humano, que me gustaría saber de donde podía provenirle. Seguramente nunca se había topado con ningún recaudador de impuestos, ningún político, ningún abogado, ningún economista, ningún comerciante, ningún publicitario, ningún periodista......... (podría seguir enumerando toda la noche)
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