Guillaume SEIGNAC (1870-1924)
The Awakening of Psyche, 1904
Quizá se estira o se despereza o solamente se muestra, con sus alitas pizpiretas y su espléndida melena. Merodeando, creo que, para ser quien es, la hermosa muchacha tiene un cuerpo excesivamente musculado y la piel de aspecto más bien sucio, sobre todo en las piernas pares, y especialmente en los pies, de cortos dedos y uñas pequeñas, que le ponen una feísima luz negra entre los dedos.
A uno le gustaría –merodeando- verla mover las alas, quizá como las mariposas, entreabriéndolas en distintas medidas, en diversas posiciones, y tal vez se las atuse con suave cuidado y se las repare con rímel y polvos mágicos.
También me parece demasiado mujer, aunque sus pechos son discretos de tamaño y de caída, confirman esa curva tremenda que baja desde la cintura y los muslos espesos de hembra. Se moverá, tal vez, entre sonidos concretos, dejándose comprender; se moverá, quizá nerviosamente, con voracidad y con tinieblas, erguida como si fuera a caballo.
Será, tal vez, escuchadora y tierna, con muchos litros de infinito y sus trece huesos para tocar palmas. Ay, su elemental cadena, sus viajes individuales de pájaro oloroso, sus cosas fosforosas y su intensión transitiva, sus manos de dulce personaje y su vuelo formal de milígramos.
Narciso de Alfonso
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El merodeador (Serie II)
Narciso de Alfonso
¿Vivirás demasiado contigo misma? ¿Quién te ha condenado a la soledad de tu gimnasio?
ResponderEliminarTómate un descanso si haces el amor. Ya has hecho ejercicio, sin saberlo. Y si no sabes qué hacer, vuelve a hacerlo, para ir desentrenando.
un admirador