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Asistimos ahora al principio del fin (uno más) de la industria editorial
tradicional.
Todo el sector está en plena reconversión. Pero,
además, preparándose no sólo para la edición en formato digital sino, lo más
impresionante: se dispone a competir con la denominada auto-edición.
Porque ahora el mismo autor puede editar sus propias obras sin contar con
ninguna editorial ni mediador alguno y va a poder colocar su libro en las
estanterías de las mejores librerías del mundo junto a los productos de las
mejores editoriales, sin necesidad alguna de un editor ni siquiera de un
distribuidor.
Pero tampoco es
tan fácil la cosa. Ni para unos ni para otros. Todos tenemos más
posibilidades, cierto. Pero también ―y precisamente por eso mismo― vamos
a ser más quienes concurramos en competencia. Somos más, podemos ser más,
y ello quiere decir también que competimos más. Por eso todos,
todos, pero especialmente las editoriales tradicionales están obligadas (y lo
están haciendo) a redescubrirse, a recrearse, a renovarse. Porque ahora
todo está más cerca de todos. Tanto, que hace sólo quince años no es que
resultara impensable, es que era inimaginable lo que se nos está viniendo
encima.
También es
verdad que el libro digital no tiene (ni supongo tendrá nunca) la presencia
del libro de papel. Y esto hará, posiblemente, que el libro de papel jamás
desaparezca. Siempre habrá en el mercado un espacio para él. Pero
acabará por ser un mercado minoritario en cuanto a los productos (más
limitados) y en cuanto al precio (siempre más alto): un mercado suntuario.
Un artículo de
lujo, sí: eso acabará siendo el libro tradicional. Y tendrá por supuesto su
propio mercado, como lo sigue teniendo el del
disco de vinilo en el ámbito de las grabaciones musicales. Lo cierto es
que la batalla del gran mercado del libro puede decirse, desde ya, que se ha
decantado en favor del libro digital.
Y es que las
ventajas para el lector de un libro digital sobre el de papel son
inconmensurables:
- Subrayas lo que quieres marcando simplemente con el dedo la frase que te interesa, teniendo además un acceso cómodo, rápido y directo a todo aquello que has subrayado.
- Puedes poner las notas que te interesen allá donde quieras, también con un acceso y localización posterior cómodo, rápido y directo a todas y cada una de ellas.
- Cuentas con variados diccionarios para consultar sin moverte del propio libro. De modo que tropiezas con una palabra que no entiendes, en tu propio idioma o en otro, y sólo tienes que mantener el dedo sobre ella para que aflore o emerja inmediatamente su significado o su traducción.
- También tienes a mano la mayor enciclopedia del mundo: Wikipedia. Sin moverte. Basta posar el dedo sobre la palabra que nos interesa: una ciudad, un río, un personaje, una hecho histórico, una palabra científica… Y de inmediato aparece la voz de Wikipedia que viene en nuestro auxilio apara alumbrarnos e ilustrarnos sobre el evento, el sitio, la cosa o el personaje que nos interesa.
- Cuentas igualmente con el sistema de índices más completo: desde el índice general de la obra hasta la posibilidad de buscar cualquier palabra, en el apartado “Ir a…” o “Buscar…” Escribes allí: “Napoleón” y el buscador rastrea el libro y te saca todos los “napoleones” que alberga. ¿Quién da más? ¡Y todo esto no ya sin levantarte de tu asiento, sino sin siquiera salir ni cerrar tu libro!
- Más: pero es que, además, tu libro no es sólo un libro sino que encierra miles de títulos.
- Aún más: aunque te quedes dormido leyendo, no te preocupes porque nunca pierdes la página (el punto de lectura) en que estabas. La tuya, tu página, porque tienes memorizados tus propios marcadores, de modo que aunque tus familiares o amigos compartan tu e-reader contigo, cada uno tendrá marcada la página del libro que está leyendo, y aunque lea el mismo, en el mismo dispositivo, cada lector tendrá marcada la página en que se quedó.
- Y mucho, mucho más. Pero acabaremos por decir que, además de todo lo dicho, cuentas en la red con cientos de títulos gratuitos (y por supuesto, hablamos siempre en términos de legalidad) que puedes descargar en tu lector digital.
Por eso ha
dejado ya de tener sentido la manida pregunta sobre qué libro elegirías para
llevarte a una isla desierta. ¿Qué libro? Mi lector digital, por
supuesto. Porque ni la gran biblioteca de Alejandría albergaría tantos
títulos ni tanto contenido como el que mi dispositivo de lectura es capaz de
acoger.
Evidentemente,
todo son ventajas. Pero, ay, en cuanto a la presentación, es verdad y
hemos de reconocerlo, no creo que un e-reader acabe nunca por igualar la de
un libro tradicional. Reconozcámoslo.
Pero
reconozcamos también que la presentación no quita ni añade nada a la calidad
del contenido de un buen libro que, en definitiva, es lo que cuenta. Y
eso queda incólume en el e-reader. Incluso con los sistemas de búsqueda o localización (índices) y consulta (diccionarios, traductores y enciclopedias), gestión bibliográfica y posibilidad de modular el tamaño de fuentes, etc. el dinámico libro digital, no cabe duda que supera al estático libro de papel.
Servando Gotor
De Word a Kindle, 2012
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De Word a Kindle
Manual para la creación de libros digitalesamazon
He de declararme detractora de los e-books, a pesar de que no niego sus ventajas y aplicaciones. Me siento en la obligación de defender al libro "tradicional" y mis argumentos son:
ResponderEliminar1. Un libro te permite, pasando rápidamente sus hojas, ir a donde quieres, como, por ejemplo, volver a leer tu parte favorita, porque ya sabes dónde se encuentra aproximadamente (el principio, el final).
2. Puedes abrir un libro por una de las páginas a las que todavía no has llegado y aspirar ese maravilloso aroma a nuevo, a papel y a tinta. Es probable que ello no sea recomendable si has comprado el libro en cierta librería muy céntrica de esta ciudad, donde parece que a los libros les echasen matamoscas.
3. Siempre preferiré, y esto es cuestión de gustos, una casa con estanterías llenas de libros a una casa muy "cool" y minimalista en la que las entanterías tengan piedras, por ejemplo, sobre ellas.
4. Y, por último, te puedes llevar un e-book a una isla desierta porque contiene un número prácticamente ilimitado de títulos, pero dudo seriamente que también tenga una batería ilimitada. Es previsible que en algún momento el artefacto necesite un enchufe, y precisamente las islas desiertas se caracterizan por carecer de ellos, entre otras cosas.
Mercedes