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-Qué quieres que te diga, José, pero eso de que la mula y el buey estén por ahí dando vueltas, como perro sin amo, sin dejarlos entrar, me parte el corazón. Además, que esto ni parece un belén ni nada, sin ellos, que ya han marchado unos pastores diciendo que se habían equivocado de Nacimiento. Qué está todo muy desangelado.
-Si es por ángeles, María, no hay problema, pedimos media docena más, que no nos cobran nada y son muy cariñosos.
-Déjate de ángeles, José, que andan por aquí revoloteando y levantan unas corrientes de aire que nos resfriarán al chiquillo. Desde luego, para una vez que dices algo, dices una tontería.
-Mira, María, no me vengas con más problemas, que bastante tengo con llegar a fin de mes con el taller, que ya sabes como estamos los autónomos, entre tanto impuesto y tanto impagado y tanto papeleo. Es que aquí no paga… iba a decir ni Dios, pues lo digo. Y lo que nos faltaba, que van a subir otra vez la electricidad.
-Pero, José, si tú no tienes ninguna máquina eléctrica, si todo lo haces a mano, que eres más antiguo que la Biblia.
-Da igual, de los asuntos de la divinidad se ocupa el chico.
-Tiene razón tu padre ¿Porqué no pueden estar este año la mula y el buey, como siempre? ¡A ver!
-Es que ha dicho el Papa que no pueden estar.
-El Papa, el Papa, vaya excusa ¿Pues no es un mandao vuestro? ¿Qué tiene que decir el Papa? Lo que le digáis.
-Es que lo ha puesto el tito y no puedo desautorizarlo.
-Desde luego ¡vaya familia! Somos tres y opinamos cuatro.
Antonio Envid
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