Seguramente la mejor guía digital del Prado para el visitante neófito, en su primer contacto con el Museo. Un libro versátil que puedes utilizar como tal guía de mano en tu visita o tranquilamente en casa, como una lectura de introducción, amena y sistemática, a la mejor pinacoteca del mundo.
El Museo (continente)
Isabel de Braganza, la joven esposa de Fernando VII,
señalando con su mano derecha el edificio diseñado
por Juan de Villanueva; y, con la izquierda, los planos del mismo,
que acabará siendo sede principal y definitiva del Museo del Prado
(por Bernardo López
Piquer. Sala 75, planta 0)
Sólo una breve referencia histórica. En palabas de José Manuel Pita Andrade, a Fernando VII, que fue mal hijo, mal esposo, mal padre, mal rey y mala persona, no debe regateársele el mérito de haber jugado un papel decisivo, no sólo en la fundación del Museo sino en la elección del edificio de Juan de Villanueva, concebido en su origen (1785) como peculiar sede de las Ciencias y tal vez de las artes asociadas a ellas.
Y es cierto que Fernando VII, en el ambiente ilustrado europeo imperante (en Francia ya se había creado el entonces envidiado Louvre) fue el responsable de su creación en noviembre de 1819. Pero atendiendo a la personalidad, gustos y ambiente en que siempre vivió y se movió el deseado rey indeseado, no deja de ser cuando menos sospechosa esta loable iniciativa. De hecho, otras voces comienzan a vislumbrar en sus causas justo lo contrario: una decisión política basada precisamente en el desprecio del monarca por las pinturas reales en favor de una nueva decoración de sus palacios, "en la línea pequeñoburguesa —según Alfonso E. Pérez Sánchez— del modo francés, con papeles pintados, menudos cuadritos de género, colgaduras de París y otros elementos que nos constan constituían su gusto más inmediato" De modo que los grandes cuadros heredados de sus antepasados no eran para el rey sino "antiguallas por las cuales su esposa y ciertos cortesanos mostraban una inexplicable admiración" —reitera el mismo autor— queriendo quitárselos de en medio con la excusa de crear un museo que, más bien, sería en la mente del monarca, un almacén de aquellas pinturas que no quería en las paredes de las residencias reales.
En definitiva, podría sostenerse que las verdaderas causas de la creación de nuestro museo hay que buscarlas más que en unas sinceras motivaciones del monarca en la situación de la época, su pésimo gusto y, sobre todo, en la verdadera iniciativa de su esposa Isabel de Braganza quien, con diversos cortesanos de su entorno, es la verdadera creadora del Prado. Y así parécelo reclamar ella misma en el retrato de López Piquer, que podemos admirar en la sala 75 (planta 0), donde vemos a la reina señalando con su mano derecha el edificio de Villanueva y con la izquierda los planos.
En 2007 se lleva a cabo la principal ampliación del Museo del Prado, obra de Rafael Moneo, mediante una construcción anexa al de Villanueva que integra y recupera, además, el claustro del Monasterio los Jerónimos. Este proyecto —en los términos de la propia web oficial del Prado— forma parte de un programa continuado de expansión que prevé la incorporación al Prado de distintos edificios de su entorno como son el Casón y el Salón de Reinos, últimos vestigios del antiguo Palacio del Buen Retiro. El Museo del Prado —se insiste en la web— conforma así un Campus museístico original que refuerza extraordinariamente la rica oferta de uno de los distritos de arte y cultura más importantes del mundo como es el "Paseo del Arte" en la capital de España.
Mi guía del Prado,
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