Contiene el presente volumen las dos principales versiones de "Los amantes de Teruel" de J.E. Hartzenbusch, sin duda la mejor obra y de mayor éxito sobre esta conocida leyenda. Tras el estreno de la primera versión en el Teatro del Príncipe de Madrid el 19 de enero de 1837, Mariano José de Larra escribió un delicioso artículo en "El Español" donde se haría eco de las bondades literarias y los logros poéticos de este interesante drama, escrito "con pasión, fuego y verdad" y que sacó del anonimato a su entonces joven autor. Artículo éste que abre magníficamente nuestra edición. Mucho se ha escrito después sobre la obra pero nadie como el articulista romántico lo ha hecho con mayor acierto e influencia. Tanto es así que el propio Hartzenbusch, atendidas las indicaciones de Larra, refundió con acierto el drama reduciéndolo de cinco a cuatro actos eliminando, además, determinados excesos románticos y consiguiendo así la última versión que el tiempo ha consagrado como la mejor. También han sido abundantes las discusiones sobre las fuentes reales y literarias de la historia de Diego de Marcilla e Isabel de Segura, de las que se habría servido Hatzenbusch. Pero al margen del legítimo e indispensable interés de la crítica autorizada, lo que de verdad cuenta es la realidad de la leyenda en sí y el hecho de que la verdadera Leyenda con mayúsculas acaba por imponerse a la propia realidad. La historia de nuestros amantes es real. El propio Larra lo sostiene y arremete a quienes tachan su final de inverosímil porque -según ellos- el amor no mata a nadie. Claro que el amor mata, protesta él: las penas y las pasiones han llenado más cementerios que los médicos y los necios, concluye. Y nadie mejor que Larra para aseverar tamaña afirmación, pues sólo unos días después de escribir esas líneas, el 13 de febrero de 1837, se quitó la vida por un desengaño amoroso. Es verdad, pues: el amor mata.
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