martes, 4 de mayo de 2010

¿Y mis calzoncillos...? (Servando Gotor)

Ítaca... Un pobre diablo, el Sito ese, el abogaducho, un pobre diablo, ya sólo el que lo llamen así tira para atrás: Sito, Si-to, ¡por favor!; pero bueno, ya veremos, quién sabe, quizá nos llegue algo, alguna información, el cabo de algún hilo del que tirar; que, después de todo, el giboso ese de mierda, ya sabes, Celedonio, el del quiosco, el cuñado de don Ismael, el presidente de la Audiencia, menuda recomendación; pues eso, que el giboso no sólo no está funcionando sino que encima nos está creando mayores problemas; hombre, si el comisario, el Irascible, hubiera hecho bien su trabajo todo nos lo habríamos ahorrado; y en el casino, ya ves, aún me dicen en el casino que paciencia, mira tú; ¡criadillas! eso es lo que tienen todos, unas grandes criadillas, menuda mielsa; y nuestro presidente, don Carlos, don-car-li-tos, el peor: un mariconazo; nada, nada le importa a ese medio hombre, sólo escuchar a don Adolfo que no sé qué le ve, que no sé qué le ven todos al don Adolfo ese de los cojones, aparte de fumar esos cigarrillos de paquete dorado; pues eso, que a don-car-li-tos se le cae la baba mirándolo cuando habla, pero de Ítaca, nada; cuando alguna vez me le he quejado del Irascible qué te crees que me dice, que tranquilo, tranquilo, don Bartolomé, ya verá, ya verá como ese hombretón, hombretón le llama, todo son hombretones para él, pues eso, don Bartolomé usted tranquilo que ese hombretón, al final, lo descubrirá todo y si no, al tiempo... Eso, eso es lo que me dice, ¿qué te parece? Y aún menos mal que me llama por mi nombre, que no tiene cojones para llamarme como lo hace a mis espaldas, que lo sé, que lo tengo bien sabido: Bártol, me dice, Bár-tol; vamos hombre, por dios, qué cojonazos, pero qué cojonazos todos; si por mí fuera ya estaría el barrio patas arriba hace tiempo y todos bien encerrados; sí, encerrados, qué pasa, por qué me miras así; hala, venga, vamos que te voy a dictar otra carta, la última... ¿y eso? El teléfono, qué oportuno; ¿cómo que qué haces?, pues cogerlo, Momi, cogerlo, vamos, vamos; ¿quién?¿Sito? no, ni hablar, no estoy, dile que no estoy; venga, vamos, que te dicto, dos líneas, dos líneas nada más; pero... ¿y mis calzoncillos, Momi? ¿Dónde coño están mis calzoncillos? Joder, nunca los encuentro.

Servando Gotor

2 comentarios:

  1. Siempre he admirado la noble profesión de la abogacía, con sus togas, al estilo de "testigo de cargo", esa parafernaria que acompaña un buen juicio y esas sentencias tan justas que siempre dictan "sus señorías". Cuando oigo hablar de juicios no se porqué me viene a la memoria Groucho Marx, sera por su parecido con la realidad. Siento admiración por el Juez Garzón y me siento Guillermo Tell, duermo muy tranquilo pensando que vela mi sueño el Tribunal Constitucional y por mi matrimonio el Tribunal de la Sagrada Rota, por supuesto estoy totalmente en contra del divorcio !por la que me viene encima!

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  2. Oiga, perdone, ¿habla en serio o es una broma lo que dice?

    Vladimira

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