-
-
Hay gente que huye de los manuales de economía al toparse con un enigmático aparato de fórmulas, bastante inútil por cierto, y cree que es cosa de matemáticos. Nada más lejos de la realidad, la economía es una ciencia social y se basa, en último término, en las acciones de los individuos; con quien está emparentada es con la sociología.
Los grandes novelistas suelen ser excelentes observadores de la sociedad que les rodea y saben plasmarla en sus escritos. Son los casos de Galdós, Tolstoi o Zola. Ya he dicho en otra parte que yo he aprendido más economía de los novelistas e historiadores que de los profesores de la materia.
Empecemos por “Almas muertas” de Nicolás Gogol, que para muchos supone el inicio de la gran novela moderna rusa. En esta novela se encuentra toda la tensión social que llevaría a Rusia sesenta años más tarde a la revolución de octubre. En ella se nos muestra la Rusia agraria y medieval del siglo diecinueve y el surgimiento de una burguesía ilustrada en las ciudades, que terminarán colisionando. En aquella Rusia feudal de propietarios de la tierra y de siervos, los impuestos se cobraban por el número de siervos que se poseían, según un censo que se realizaba cada cierto tiempo. Entre censo y censo muchos siervos morían, de modo que el terrateniente pagaba un exceso de impuestos. Chichikov se aprovecha de esta circunstancia para comprar “almas muertas”: compra los mujics (“almas”) que han muerto por un precio ridículo y los inscribe a su nombre, de este modo, figurando como un gran propietario de siervos reclama tierras al Gobierno y además obtiene del banco un gran préstamo con el respaldo de sus “almas”. No me dirán que esto no es el nacimiento del capitalismo especulativo utilizando ya artimañas modernas.
Zunzunegui en su ciclo “Las novelas de la quiebra” (Ramón o la vida baldía y Beatriz o la vida apasionada) nos muestra con bastante detalle el nacimiento de la Banca con el desarrollismo industrial vasco a principios del diecinueve, su auge durante la primera guerra europea, y su decadencia. Cuenta con detalle los avatares de un pequeño banco y su quiebra final. Blasco Ibáñez en “Arroz y tartana”, su primera y mejor novela, nos invita al surgimiento de la especulación en Bolsa en España y la estafa perpetrada por un broker local. Ignacio Agustí en sus novelas que componen el ciclo “La ceniza fue árbol”: “Mariona Rebull”, “El viudo Rius”, “Desiderio”, nos lleva, de la mano de la familia Rius, al desarrollo industrial catalán con todas sus vicisitudes de auge, proteccionismo, tensiones sociales, etc. etc. hasta la guerra civil española. Para acercarnos a otro hito de la historia económica española, el de la especulación inmobiliaria, aconsejo leer “Crematorio” de Rafael Chirbes.
Por último, y por no cansar, pues es innumerable la relación de novelas con trasfondo económico, citaré a un americano, Tom Wolfe, que en “La hoguera de las vanidades” nos relata el nacimiento, auge y fracaso de la sociedad yuppie basada en la especulación bursátil, que quedó arrasada totalmente por el hundimiento de la Bolsa en los ochenta.
Armando Muchabulla
No hay comentarios:
Publicar un comentario