sábado, 9 de junio de 2012

MITO Y TEORÍA DEL TOMATE DE ZARAGOZA (Antonio Envid)

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AEM


En tiempos llegaban desde las huertas de Ranillas traídos por madrugadores rabaleros hasta el mercado capitalino. Eran los tomates de Zaragoza, de los que se envanecía la ciudad. Hoy aquellas feraces huertas alimentadas por los nutrientes limos del Ebro en sus crecidas son casas-colmena habitadas por gentes que salen presurosas por la mañana a sus quehaceres atravesando un vulgar panorama de avenidas jalonadas de homogéneos edificios y surcadas por incesante tráfico. Por eso, cuando llamaron mi atención desde el escaparate  de la frutería, los miré incrédulo. Si señor, son de Zaragoza, bueno, de Utebo, que es mi pueblo, pero son de esa clase. Son los primeros de este año. Ya verá que buenos.

El tomate que se cultivaba en la huerta cesaraugustana, hoy en proceso de extinción, era de una casta noble, digno de figurar en el gotha de las solanáceas. Me dicen que los científicos de Aula Dei custodian celosamente sus semillas en su banco de geoplasma, moderna arca de Noé, a la espera de una refundación del mundo sobre bases auténticas. Perteneciente a la más antigua nobleza rural, sus especímenes son más bien grandotes, de aspecto rústico, pero su piel, fina y delicada, muestra un hermoso color entreverado de verde y rojo. Sale a la mesa como si llegara de una cruenta batalla, heroicamente hendido por su mitad, mostrando su roja y jugosa pulpa, y, a pesar de tan cruenta herida, reidor y alegre, y la boca se llena de jugos a la vista de tan atractivo alimento. Su noble sabor, un punto dulce en su acidez, no precisa de otro aditamento que un polvo de sal y un generoso chorro de aceite de esas aberquinas de la tierra, pequeñas, sabrosas y sufridas.

Para la preparación de este regio tomate hay que servirse de gestos cuasi litúrgicos, como para un sagrado sacrificio: se corta por la mitad atravesando su fina y delicada piel, con movimientos precisos y solemnes; sobre ambas mitades, mientras su jugosa sangre fluye, un polvo de sal y un generoso chorrito de aceite virgen. Tras este rito de consagración sale a la mesa para ofrecerse en una alborozada eucaristía a todos los comensales.


Antonio Envid

5 comentarios:

  1. El tomate es un indicador claro del deterioro de los procesos productivos agrícolas. ahora hay mucho tomate inodoro e insípido lleno de agua transparente y con unas pepitas desprovistas de su viscosidad verde. Yo acudo a un mercado en el que no sólo hay de zaragoza, sino el rosa de Barbastro y los cursis raf y cherry.

    Absolutamente de acuerdo. Lo del aceite también, pero con sal gorda mucho mejor. Y en Aragón hay muy buenos aceites, más suaves que los de Andalucía pero muy adecuados.

    Si se puede evitar no deberíamos comprar tomates en las grandes superficies, sólo comeremos agua.

    Salud!!!

    Vladimira

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  2. Querida Vladimira no deberías guardarte el secreto de donde pueden adquirirse tomates de Zaragoza (aunque se cultiven en Utebo)
    el tomate rosa de Barbastro todavía es bastante genuino, pero el raf está muy falsificado
    En cuanto a aceites, los de Aragón son excelentes, tanto los procedentes de aberquinas (deliciosos, yo casi me los bebo como si fueran zumos)como los de ampeltre del bajo aragón, aunque no reniego de los genuinos andaluces, los obtenidos con presion, no los industriales obtenidos mediante procesos químicos.
    Un caluroso saludo

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  3. Que canto al tomate de pura raza...de donde provenga.

    Una pareja de amigos (el de Belgica y su mujer del Congo)pasaron por el pueblo de mi mujer) comimos tomates del "primo": feos a la vista pero "que gusto".

    Al dia siguente, ya no teniamos "tomate del primo" : que desilusion...hubo recriminaciones...

    Placeres sencillos...

    Bernardo el Belga

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  4. Bernardo: desconfíe usted de la belleza artificial del tomate porque le pasa como a algunas personas que son muy guapas pero que dentro de la cabeza no tienen sustancia.
    V

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  5. El tomate del 'nuecero' de Úteb
    o es inmejorable.

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