Descubrí mi avanzado estado de locura cuando pregunté a un langostino (cocido) (el langostino) por qué las personas nos obsesionábamos tanto con medir las cosas. Con medir los días. Qué tiene hoy de nuevo y de vieja la noche de ayer; qué diferencia hay para que ahora, de repente, todos nos deseemos felicidad.
El muy capullo, guardó silencio. Yo no me atreví a comérmelo. Para él, hubo una diferencia importante.
No hay duda de que, a veces, callar es la mejor opción...
Pero sin que sirva de precedente, diré que feliz año nuevo. (Los que me conocen dicen que por qué me complico tanto para decir las cosas... yo lo encuentro "origenial").
Fabiola A.M.
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