A mí no me importaría nada que la transición hubiera sido una engañufla de la izquierda radical actuando bajo aquella consigna de Stalin a los comunistas españoles: no perdáis el tiempo en guerrillas absurdas Por el monte ni actos terroristas aislados. Luchar desde dentro, integraos en el régimen y dinamitarlo.
Ni comprobar pasado el tiempo que la constitución del 78 era un caballo de troya navegando calladamente por aquella transición.
También pasaría de que el nuevo régimen “democrático” llegado con esa transición portara "in nuce" granadas nacionalistas para romper cierta unidad pues, con independencia de patrioterismos más o menos ajados y trasnochados, nadie me hará dudar de que la unión hace la fuerza. En todo. Y si no que se lo pregunten a Francia, Alemania y USA.
Incluso estaría de vuelta por la insalvable contradicción que supone el que en los últimos cuarenta años hayan seguido mandando en España una vez más los menos (extraña democracia , ¿no?).
O de que en el 92 se aprovechara el quinto centenario del descubrimiento para financiar dudosas obras de arte o emplear en todo caso los trabajos y los días de aquella “celebración” en decir –una vez más- que España y los españoles somos una cuadrilla de racistas, xenófobos y sinvergüenza (y sí, empleo bien el tiempo verbal: “somos”, porque los españoles, quizá por nuestra recia vena católica, arrastramos un montón de pecados originales –originales… “nuestros”, claro-).
Tampoco le daría mayor importancia a que otro centenario, esta vez el del noventa y ocho, se hubiera empleado –siempre claro está con abundantes fondos públicos, faltaría más- en denostar, desacralizar y poner en su sitio a aquella famosa generación de intelectuales que -claro, y esta es la cuestión- había cantado las excelencias de la "Patria" y –cómo no, también- Franco se había apropiado de ellas y de ellos.
Incluso hasta me hubieran resbalado cosas como el gal, la guerra de Irán y hasta los siete años de atroz y demente zapaterismo e ingrata memoria histórica (por si lo habíamos olvidado, yo soy el papa de roma y para que te acuerdes ¡toma!).
De todo esto pasaría si nacionalistas, izquierdistas radicales y políticos sinvergüenzas, de ayer y hoy, de aquí y de allá, se nos presentaran de una puñetera vez no digo que con un pan bajo el brazo pero sí al menos con una alternativa que albergara siquiera algún ligero atisbo de propuesta digna y regeneradora para esta sociedad nuestra que viniendo de la nada ha llegado a alcanzar las mayores cuotas de miseria social, personal y moral (pactos con bandas asesinas incluidos).
Y sí, con la voz bien alta grito y gritaré con Méndez Núñez, que sí, que hasta prefiero honra sin barcos que barcos sin honra porque ahora mismo ni tenemos barcos ni honra. Así que saldríamos ganando.
Truhán
Aunque no nos han presentado, querido Truhán, en breve voy a presentar una lista de medidas, un precioso decálogo que colgaré en breve, os va a gustar. A los políticos creo que no; pero se os van quitar a algunos las ganas de votar.
ResponderEliminarAzulenca