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SGS |
El día que sodomizaron con
un palo a Muammar Al-Gaddafi como el día que se abrió la trampilla hacia el
abismo bajo los pies de Sadam Husein al grito
“vete al infierno” de uno de sus verdugos, temblaron muchos dictadores,
dictadorcillos, dictadorzuelos y dictadorazos del tercer mundo.
Los líderes
occidentales, no. Es más, al enterarse en una entrevista en directo rabioso de
la muerte del coronel libio, la Secretaria de Estado norteamericana, Hillary
Clinton, no pudo reprimir una carcajada y soltar una puta gracia: “fuimos,
vimos y murió”. Mamarrachada que resume
el verdadero yo de los mandatarios del mundo desarrollado.
¿Creen de verdad que a
ellos no podría pasarles lo mismo? ¿Por qué están tan seguros?
“Porque en occidente
tenemos otros principios, otra cultura”.
¿Seguro?
A primera vista puede
que lo parezca. Pero prefiero no pensar
en la hipótesis de situarnos todos nosotros en el contexto de esos pobres locos
(o bestias, como se quiera, qué más da), prefiero desechar esa posibilidad
porque verdaderamente, desde nuestros televisores y nuestros sillones, desde
nuestras cabecitas y nuestro “bienestar” las cosas siempre se ven de otro modo.
Quiero creer, de verdad,
que el sedimento cultural europeo nos ha hecho de otra pasta a los occidentales…
Quiero, sí, pero no puedo. No puedo
cuando veo tan cerca el Auschwitz nazi o el Gulag soviético.
¿De verdad somos
diferentes aquí? En lo que a mí
respecta, y por si acaso, no me gustaría que mis hijos o mis nietos aspiraran
en los tiempos que se aproximan a ningún cargo político.
No. Porque las vamos a
pasar demasiado canutas y de nuevo nuestras cabezas occidentales se pondrán a prueba. Ojo.
En todo caso, malditos
sinvergüenzas. Todos.
Truhán
MUY BUENO TU CRONICA SARCASTICA DE ESTA REALIDAD BIZARRA QUE NOS TOCA VIVIR... MUY ARDIENTE...
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