DESDE SIEMPRE ESTABA EL UNO (Antonio Envid)

SGS

Desde siempre estaba el Uno
Señera soledad indiferente
Pero eso era en el cielo
aquí abajo imperaba el cero
en toda su inabarcable inmensidad
de la nada.

Y fue creado un pez, y otro pez y otro…
Y un ave y otra y otra…
Y después un hombre y una mujer

Era un alegre mundo de individuos,
cada uno con su propia identidad,
gloriosamente distintos en un mundo
que se gozaba de ser diverso.

Pero entonces el maligno nos regaló el dos,
para introducir en el mundo la semilla
de la maldad ciega, la amorfidad.
Pero el dos venía con una amplia parentela: 
el tres, el cuatro, el cinco….
y empezamos a contar y de pronto los peces
eran un banco de mil peces
en un horrible magma uniforme
y ya no era un caballo,
sino una manada de cien o doscientos,
en vulgar y espeso amontonamiento.

Y se crearon batallones de hombres,
bien contados y uniformados,
para enviarlos a la guerra

Se contó a los hambrientos:
un millón, o dos, o veinte
y allí quedaron apartados y olvidados

Se contaba a las personas:
cuatro millones de parados
y doscientos de pobres,
quinientos de consumidores…
para almacenarlos en cárceles estadísticas
y que no molestasen hasta que fueran útiles.

Entonces fue cuando las personas
dejaron de ser individuos
y pasaron a ser números. 

Pero alguien descubrió los números primos.
No tenían ningún factor en común
con el resto de los números,
ni siquiera entre ellos.

Surgían del magma numeral de forma impredecible
insólitos, irreductibles.
Emergían otra vez los individuos
y eso era muy perturbador para el sistema.

Deambulaban solitarios inmersos en un mundo
que les resultaba ajeno
de vulgares números comunes.

Tras tratar de estudiarlos y darles leyes
resultaron indómitos,
dejándolos, al fin, en su propio infierno de singulares solitarios.

Antonio Envid.