viernes, 3 de febrero de 2012

FULGOR Y MUERTE DE "EL OASIS" (Antonio Envid)

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AEM
 

Un día resulta que es la última vez que vas al colegio al que ya no volverás, otro, es la última conversación con alguien que luego se pierde en el tiempo, incluso en la memoria, otro, te encuentras en un lugar que ya no visitarás, o la última vez que calzas las botas de futbol. Quizá la vida se resuma en eso, en un continuo despedirse, o bien sean las personas y las cosas quienes se despiden de ti. No solemos ser conscientes de ello, piadosamente, porque sería insufrible. Somos como aquella princesa cuyo reino se iba disolviendo poco a poco. Hoy me entero de que el edificio que durante más de cien años ha albergado “El Oasis” sale a subasta, lo que puede ser el rejón de muerte definitivo para el añoso cabaré, el desdichado fin de la lenta agonía que viene arrastrando durante los últimos años. 

Si es cierto que se producen psicofonías, en este vetusto caserón podrían captarse quilómetros de ellas, procedentes de varias generaciones de espectadores, hay quien oiría las voces jóvenes de su abuelo y de su padre junto a la suya. No puedo hablar de las experiencias ajenas, de mí se decir que en ese lugar he vivido horas felices en mi época de estudiante. El caso es que el padre de un compañero de clase de joven había tocado la batería en esta sala (con qué entusiasmo nos hablaba del “Royal Concert”, antiguo nombre del establecimiento, con los ojos entornados y gesto de hombre de mundo) y mi amigo sentía como una obligación sagrada, un deber familiar, asistir a ella regularmente. “Esta noche cambian de programa, ¿vamos?”. Claro que íbamos, como perdérnoslo. El cambio de espectáculo era todo un eufemismo, porque los decorados se reutilizaban de anteriores números y los artistas eran los mismos: La Pilara y Susepet, que habían renovado sus chistes de sal gruesa por otros de sal más gruesa todavía; Maricarmen, con las mismas canciones, modificadas sus picantes letras, con más golpes de batería reseñando sus poses insinuantes; el negrito Poli con su pasos de baile, sobre todo unos que simulaban andar sin moverse del sitio, deslizando sus pies hábilmente por la tarima y que más tarde practicaría Michael Yackson; y las coristas, las entrañables coristas, que guiñaban el ojo y saludaban a los habituales y les preguntaban por la señora y los niños, que cada vez levantaban con menos entusiasmo la pierna y mostraban algún tomate en las mallas, cada año más regordetas y más automáticas…. Resulta que, Celestino Moreno, el dueño, había sido falangista de los de primera hora, joseantoniano, los de la revolución pendiente y se creyó en la obligación de proteger laboralmente a estas chicas y las proveyó de un contrato de trabajo indefinido, dándolas de alta en la seguridad social, todo un logro social pero de nefasto resultado para el espectáculo, de modo que no se despedía ninguna y cada tres años cumplían y cobraban un trienio más. Así pues, el cabaré o sala de fiestas, según discurrían las modas, era siempre igual y siempre diverso, porque el espectáculo se desarrollaba tanto en el escenario como en el patio y los palcos, no podía escindirse uno de los otros. De tarde en tarde actuaba algún artista de relieve, Antonio Amaya, con tanto arte como pluma, Rafael Farina o Raphael y tantos excelentes artistas que recalaban unos días por Zaragoza, o aparecían unos bailarines que ejecutaban un pas a deux con tanto esmero y arte como si estuvieran en la Ópera de Paris, y aquel público, gustoso de platos más recios, los recompensaba con un aplauso de diez minutos.

Una noche, incrédulos y gozosos, contemplamos la teta de Mary Mistral, que por descuido asomó por su escote mientras actuaba. Volví varias veces, pero no tuve la fortuna de repetir el acontecimiento, hube de esperar hasta 1978 a ver las fotos de Susana Estrada mostrando un pecho al recibir un premio de Tierno Galván para percibir otra teta que concitara tal revuelo. Aquella precursora teta de la Mary que saltó de su escote en ilusa búsqueda de libertad y que le costó a El Oasis el cierre gubernativo por un mes, no tuvo seguidoras en muchos años, las tetas libertarias marchitaban por la sequía de una sociedad pacata y frustrante (*). Porque ésta es otra, el morbo de ir a un sitio mirado con recelo por las gentes de orden, esa sospecha de hacer algo casi prohibido y con tintes pecaminosos era lo que engrandecía el local y lo mostraba esplendoroso a mis ingenuos y juveniles ojos.

Esta sala se abrió en 1909 con el rótulo de “Royal Concert”, luego castellanizó su nombre como “Real Concierto”, después, “Salón de Variedades”, para perdurar hasta hoy como “Salón Oasis”. Nació cuando España era monárquica, vio pasar la República, resistió la guerra, la dictadura y la transición con bastante buena fortuna, pero está sucumbiendo a un cerco mucho más severo que el de cualquiera de sus etapas anteriores (y algunos ataques de moralina franquista fueron especialmente peligrosos), es el asedio al que lo está sometiendo la especulación urbanística, degradando su entorno, un episodio más de esta plaga que devasta y despuebla el centro de nuestra querida ciudad obligando al éxodo a sus habitantes, que han de ir a colonizar las periferias donde se cocinan las suculentas recalificaciones de terrenos y se cosechan los jugosos pelotazos.



Antonio Envid




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(*) Veo alguna sonrisa condescendiente por ahí. ¿Es que no recuerdan la convulsión que causó en los EE. UU. de no hace tanto el destape de una teta de La Toya Yackson? Una teta de mujer debe ser un arma muy subversiva, pues provoca gran inquietud en la sociedad conservadora.

10 comentarios:

  1. Narciso de Alfonso4 de febrero de 2012, 0:44

    .

    El Oasis, sí, uno lo conoce (tristemente) más

    de oídas que de presencias. No sé ahora, últimamente,

    quiero decir, pero en tiempos debía de darse

    una extraña y poderosa combinación en los locales

    como este -supongo que parecido

    al Molino del Paralelo de Barcelona-. Algo así como que

    la humanidad que allí estaba -actuando o espectando,

    eso da igual- llegaban a algo real o verdadero,

    supongo que a base de quererse salvar a cualquier

    precio, por un rato, de la vida de supervivencia dura

    que había en la calle.

    O tal vez no había nada más real ni más verdadero,

    porque es una teoría mínima que acabo de improvisar,

    claro. Qué haríamos sin las teorías mínimas.


    Y en relación con la teta de Latoya, me recordaba a

    Leny Bruce, personaje real del que se hizo una película,

    debió de ser Bob Fose, y que lo suicidaron por enseñar

    no una teta, sino unas cuantas palabras, ay.



    Gracias, Antonio.


    Narciso

    .

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  2. me gusta el Antonio deliberesco que cuenta sus vivencias de manera extrañable y sencilla. Y me sorpende este grado de naturalidad en su relato teniendo en cuenta lo intelectual que se pone a veces. En Zaragoza hoy otro lugar que ya ha desaparecido y con él parte de la historia de la música. Me refiero a la Estación del Silencio. Y eso no es decir poco. Conozco gente de todo el mundo que hubiera pagado por ir sólo a verlo como si del garaje de Bil Gates se tratara. Una gran banda los Héroes y un singular cantante Enrique Bunbury. A la altura de los mejores. Y las letras magníficas. Es una pena que todo eso se pierda. Estoy escribiendo con el móvil sin espacios ni nada. Lo siento. Salud. Vladimira.

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    Respuestas
    1. Vladimirita, te sorprende la naturalidad del relato del Sr. Envid y no debiera. El relato es fruto de su gran conocimiento del local.

      Vamos, nada que ver con servidora que solo visitó el Oasis en la tradicional -antaño- fiesta de Santo Tomás, y un par de veces mas de final de jarana. Mi conocimiento, años luz al del Sr. Envid y creo que calla mucho.
      Y sí, los artistas del Oasis eran casi como de la familia. Igual que los de El Plata, este no desaparecido pero destrozado por el imbécil -no se puede decir otra cosa- de Bigas Luna que se cree un genio
      Srta. Perversa

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    2. Se podrían escribir mil y un relato sobre el oasis y sus gentes.

      En el recuerdo de algunos está ese montañes que cuando bajaba a Zaragoza, lo cerraba. Actuaban para él solo

      Cuentos que los padres contaban a los hijos, sobre personajes aragoneses curiosos.

      Buen día

      isabel

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  3. A mi me ha venido a la memoria el dsstape de Sabrina...el de Latoya me parece mas como que le abren la puerta a la teta...el de Sabrina es mas como la teta a su libre albedrio.
    Buenas noticias Vladimira...corre por ahi la noticia de que los Heroes del Silencio vuelven a reunirse y no para cantar viejas canciones.

    Angel

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  4. Vladimira te prometo no ponerme intelectual, que no es lo que más me mola. Os advierto que en la época a la que me refiero, mientras al Oasis se le cerraba el local por enseñar una teta (y eso que el dueño era afín al régimen) en otro local de Zaragoza, el Corinto, ya se exhibía estriptís integral, sin levantar las iras de los censores. Claro, que en Corinto las copas eran bastante más caras y no al alcance del populachero público del Oasis.
    Nadie ha mencionado El Florida de Fraga.
    Felicito a Vladimira por haber escuchado en directo a los Heroes del Silencio, yo ya estaba retirado de la circulación con dos hijos y una hipoteca (que ya se habían inventado) y tratando de ser un hombre de provecho (desaprovechando, claro está, la vida) Otro lugar muy recomendable, con una vida azarosa, como corresponde a un local zaragozano, ha sido La Campana de los Perdidos, donde me he perdido alguna vez.
    Os veo a todos en muy buena onda. Sigan así de buenos.
    Antonio

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  5. Antonio, lo que pasa es que cuando te pones en plan intelectual -como Narciso-muchas veces no entiendo lo que dices. Y en esta ocasión te he visto muy cercano, quizás algo nostálgico, quizás hayas recuperado algo de la voz que tenías en aquella época. Puede ser también la pátina de los recuerdos, del pasado, de la juventud. No sé. Me has recordado a mi padre, gran contador de recuerdos. Un maestro.

    No me felicites, no escuché a los Héroes en directo pero una de mis hermanas los tenía puestos en casa a todas horas. Yo no tenía hijos ni hipoteca ni nada, lo que tenía es que era tonta y, en consecuencia, estaba haciendo el tonto y el pánfilo todo el día. Los descubrí de verdad, -después de mucho escucharlos en casa- en mi época de depresión y caí rendida a su fuerza, a su desgarro y a su pasión. Si yo fuera cantante, quizás, además de Pavarotti o María Callas, hubiera querido ser Bunbury. Ya ves que yo no me reencarno de cualquier manera.

    Gracias Ángel por la noticia. estoy segura de que si vuelven no lo harán en plan viejas glorias sino como continuación de su historia de grupo. La pena es que los demás ya no seremos los mismos...

    salud!

    Vladimira

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  6. Quien sabe...a lo mejor, coincidimos con ellos de nuevo ;)

    angel

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    Respuestas
    1. Ángel, a tu sonrisa le falta una nariz. Nunca había visto una sonrisa... ¡sin nariz! ;-)

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  7. Je...debe ser por culpa del twitter, ahí hay que ahorrar caracteres...

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