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sgs |
Quiero tener una fábrica de muñecas, pequeña, no muy grande.
Lo que cuenta en ellas es el mecanismo espiritual,
las cualidades interiores. Serán muñecas con el cabello suelto
y con zapatones: así se sostendrán de pie y podrán llevar
trenzas y coletas. El vestido azul con estrellitas de plata,
que parezcan muy ricas. Su color será del submundo:
llevarán sesenta y un colores, como las lunas de Júpiter:
uno por luna. Y también: serán muñecas de mucho antes
que el cuerpo: de la época del alma.
Las muñecas suelen ser siniestras, perfectas y terribles:
pura exterioridad; pero las que yo fabrique serán
como una llamita que puede apagarse, elásticas como
los labios de una boca humana, con algo de perdedoras
o de fracasadas. Como esas luces lejanas en el horizonte
que, con el viento frío del atardecer, se ven y no se ven.
La mejor muñeca, la que no levanta polvo ni deja huellas,
es en cierto modo evanescente y fugaz, esquiva como el aire sutil.
Mis muñecas serán marchosas y cascabeleras,
imperfectas como diosas.
Gordon Lefty Wrong
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