-
.
.
Maryna lo tiene claro, es tan fuerte que, tal vez, hasta tiene que defenderse de sí misma. Pasa por la ventanita del merodeo desfilando como una avezadísima –y hermosa- legionaria, los pasos largos y el andar veloz, sin envaramientos: no es un mecanismo, una máquina entrenada, sino una mujer humana que es fuerte y está viva y tiene el valor de mostrarlo a los demás.
Como en un desfile militar, vuelve la cabeza buscando los ojos, la mirada del superior, al que Maryna le viene a decir que está dispuesta a acompañarle al peligro, a la muerte, pero que le va a exigir más de lo que, seguramente, imagina: en más de un sentido es ella la que va a establecer los objetivos mínimos, que son, claro, alcanzar el máximo: sólo habrá pacto si el objetivo va del máximo hacia arriba, hacia lo superior a lo máximo. En ningún otro caso habrá pacto para Maryna, y si ella rompe el pacto por debilidad o insuficiencia de su jefe, pues más le valdría a su jefe atarse una piedra de molino al cuello y arrojarse al mar, que es el castigo bíblico por escandalizar a esta pequeñuela, sí.
Es uno de los modos de averiguar que esta hermosa mujer puede mostrarse más encantadora que el ácido clorhídrico, ay.
Narciso
de Alfonso
del blog El merodeador
No hay comentarios:
Publicar un comentario