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Todas las noches cojo el mismo tren.
Ese maldito tren que nunca tiene paradas
y en el que el paisaje corre hacia atrás.
Me miro en el reflejo de la ventanilla
y dejo mis años pegados al cristal.
Aquí, en este maldito vagón sin pasajeros,
ningún revisor me pide el billete
que estrujo en el puño de la mano derecha.
Los túneles son eternos y el sueño, una venganza.
¿Por qué ésto no se para en ninguna parte?
Otra vez se me cuelan los ojos entre los raíles.
Sé que ya no volveré a casa,
que todos los campos están quemados,
que aquí abajo huele a muerto.
Joder, si esto es mi vida oculta,
cómo será el infierno.
Ese maldito tren que nunca tiene paradas
y en el que el paisaje corre hacia atrás.
Me miro en el reflejo de la ventanilla
y dejo mis años pegados al cristal.
Aquí, en este maldito vagón sin pasajeros,
ningún revisor me pide el billete
que estrujo en el puño de la mano derecha.
Los túneles son eternos y el sueño, una venganza.
¿Por qué ésto no se para en ninguna parte?
Otra vez se me cuelan los ojos entre los raíles.
Sé que ya no volveré a casa,
que todos los campos están quemados,
que aquí abajo huele a muerto.
Joder, si esto es mi vida oculta,
cómo será el infierno.
Lucía
de Fraga
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