SGS |
La publicación por Servando Gotor de un
fragmento de su novela “La ciudad sin faro” me invita a mostrar el presente
fragmento de otra novela, esta vez mía, “El tenue aroma de la acacia”, donde
también tengo un recuerdo para aquellos pobres de antaño, que se aposentaban en
la puerta de la parroquia y eran de sobra conocidos de todo el barrio. Gozaban
de la protección de los parroquianos y eran como una especie de patrimonio
común. Descendientes directos de aquellos mendigos que acudían al pazo del Marqués
de Bradomín y de los que recoge Buñuel en Viridiana, formaban una fauna ibérica
prácticamente extinguida (por favor, no comparar, de entrada, yo me quedo con
el relato de Gotor)
Oleanda merece
capítulo aparte. Era el pobre titular de la parroquia. Omnipresente
en todos los oficios religiosos, con expresión humilde, mientras extendía su
mano, franqueaba la puerta a cuanta beata, y beato, acudían a ellos, a la vez
que murmuraba una ininteligible oración. Como yo era un chico, disfrutaba de
algunos privilegios, entre ellos el de acompañar a ratos al peculiar
mendicante, sin recibir de él un exabrupto o una patada, que de ser mayor, a no
dudar habría recibido, de modo que a fuerza de oírle recitar la enigmática
oración llegue a descifrarla. Decía algo así, muy de corrido:
“!Denle-limosna-a-este-pobre-hombre-que-en-la-flor-de-la-vida-se-le-fueron-las-ganas-de-trabajar-y-quiera-Dios-que-no-le-vuelvannn¡”. Manejaba algunas variantes, añadiéndole florituras, melismas y calderones.
A media mañana
comparecía por la bodega a por su vaso de vino cotidiano, siempre con talante
alegre, con su andar pausado pero rítmico y su atuendo imposible de pobre de
tebeo, tras sus gafas montadas con alambre y esparadrapo. Su conversación se
salpicaba de exclamaciones: ¡Olé!, ¡Anda!, de ahí su alias, “Oleanda”. Trasegaba su vaso, paladeando lentamente el
regusto del recio tinto, deshaciéndose en alabanzas sobre él. Mi padre debía de
pensar que semejante propaganda compensaba con creces el costo de la
consumición, de modo que no decía nada cuando, tras un largo rato de
conversación con los parroquianos, se marchaba sin pagar.
- ¿Como pasándote
gran parte del día a la puerta de la iglesia eres tan gran hereje, Oleanda?
–
No digas eso, hay tres santos por los que tengo gran devoción: Santa Bota,
Santo Jarro, y el mayor, Santo Porrón y que Díos me perdone.
–Tú al único Dios
que conoces es al dios Baco.
Se decía que con sus
oraciones y sus arrumacos sacaba unos buenos dineros de los bondadosos
feligreses, con los que mantener muy decentemente a sus dos mujeres, pues era
bígamo declarado. También se decía de ellas que ninguna queja tenían, tanto en
atenciones materiales, como carnales, pues además de gustarle el mosto era un
auténtico sátiro y más de una feligresa tuvo que hacer un rápido recorte para
esquivar su ágil mano en pos de sus nalgas.
Gustaba de decirme
adivinanzas, tales como:
Una vieja corrucada,
un hijo enredador
una dama muy hermosa
y un hijo predicador
¿Qué es?
-Piensa, piensa un poco….Una vieja currucada, pues:
una cepa, y el hijo enredador, los pámpanos; la dama hermosa, la uva y el hijo
predicador ¿no ves cuanto hablamos los borrachines?- De pronto, se levanta de
un salto y sale corriendo. -Por ahí viene el sacristán y no quiero que me
amargue el día-
La enemiga entre
Oleanda y el sacristán era conocida de todo el barrio. El sacristán acusaba al
mendigo de pasarse gran parte del día en la puerta de la iglesia llenando el
atrio de escupitajos, amén de entrar subrepticiamente a beberse el vino de
consagrar, a lo cual éste respondía que todo aquello eran grandes mentiras,
pues escupir, escupía en un rinconcico y poco, y en cuanto a lo del vino, era
una total falsedad argüida por el sacristán para encubrir sus propias
bellaquerías, que eran muchas, y que si él hablara…
Evitando el
encontronazo, desaparecía calle abajo canturreando procacidades. Veinticinco mujeres, cincuenta tetas/ más
tira pelo de coño, que cien carretas….
Los estilos son distintos.
ResponderEliminarEl uno no excluye al otro.
Los personajes y sus nombres, la recreación de los ambientes, etc. Como dice la Conchaparis, mucho talento hay por aquí (el blog). Conceder estas cosas como quitarse prejuicios lleva un tiempo.
Curiosas reacciones diferentes, viviendo en la asepsia.
ResponderEliminarA veces he visto a personas de este tipo que realmente piensan en su fuero interno que nos toma el pelo la vida...y tienen bastante de razón