-
-
-
-
Si te dijera que soy una vieja maleta perdida en la bodega de un aeropuerto
con destino a no sé a donde, me llamarías fetichista.
Si te dijera que soy la pisada que sigue la huella emborronada de mi andar
equivocado, me llamarías zahorí de pozos ciegos.
Si te dijera que vivo en un texto, me llamarías inquilino plagiador.
Mallarmé lo dijo: todo el mundo existe para acabar convertido en un
libro.
Si te dijera que soy aquel taumaturgo -según cuenta Dostoievski- que
después de haber sido decapitado, cogió su propia cabeza, la besó y la lleva
eternamente en sus brazos, presuntuoso taxidermista me llamarías.
Y soy tan sólo una reseña, un borrador borrado, una parte sin todo,
satélite sin planeta, un apéndice descolgado, voto barrido en las urnas del
desencanto.
Me escribo en hojas de otoño que tiro a la papelera, me miento, me invento,
me reencarno hasta morirme. Mis relatos, sus engaños y enredos, los puntos
suspensivos, lo que callo, presumo y muero barruntan a este burlador de letras
desplumado por el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario