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Es uno de los principios de la sociología: cada tribu crea un enemigo común que la cohesiona. El sabio sociólogo Jáuregui así lo afirmaba. ¿Jáuregui, eminente sociólogo? Sí, discípulo de Ortega y de Madariaga. ¿Ramón Jáuregui? No, desde luego, José Antonio, fallecido hará unos años. ¡Qué susto me había dado. Un sabio de ministro!
La tribu de los aragoneses practicamos esta estrategia del enemigo común con habitualidad. Ahora hemos sacado el espantajo de la TCP y lamentamos la nula defensa que el Gobierno ha hecho de esta travesía por el Pirineo central en las instancias europeas. ¿Pero qué es esto de la TCP? Muchos aragoneses que se duelen por el rechazo del Gobierno hacia nosotros, no darían una respuesta acertada a la pregunta. La TCP es un señuelo, una nube, un espantajo que levantar como agravio y símbolo de la incomprensión.
La Comunidad Europea apuesta, ahora, después de hacernos construir el costosísimo túnel del Canfranc, por el transporte de mercancías por ferrocarril y le interesa, cómo no, traspasar los Pirineos para facilitar el tránsito con España y Portugal y, también, con el norte de África. Pero estas conexiones no serán por donde queramos nosotros, sino por donde le interese, sobre todo, a Francia. Pues bien, hay un documento de la embajada española en París, que claramente expone las prioridades del ferrocarril francés: por el Mediterráneo, que prolonga para conectar con Italia por Turín. También hay en estudio un eje atlántico que conectaría Burdeos con Irún, pero esto va para largo. En cuanto a las regiones centrales francesas, las que limitan con Aragón, el proyecto es el de comunicarlas con el eje atlántico. No embistamos un muro, vayamos a concretar proyectos de interés mutuo. Ilusionar al personal con proyectos quiméricos (Gran Escala, aeropuerto oscense) conduce a la melancolía y a la frustración.
El envío de mercancías por ferrocarril no está saturado, ni mucho menos, por las antenas exteriores pirenaicas (País vasco y Cataluña), lo que está saturado es el tráfico por carretera, que es donde se ha invertido en España, con el paso totalmente cambiado. Estamos incursos en costosísimos proyectos de transporte de personas por ferrocarril de alta velocidad y hemos abandonado totalmente el transporte de mercancías por tren.
Lo único verdaderamente sensato es insistir en la modernización del actual ferrocarril de Canfranc, como están haciendo al otro lado de los Pirineos, y conectar con el actual túnel, nonagenario, o hacer uno nuevo a una cota media, y ello para el transporte de mercancías, fundamentalmente. Hay un estudio que muestra que podría mover 2,6 millones de toneladas al año, lo que lo haría rentable desde el primer día. El proyecto, impulsado por el ministro Cascos, está interrumpido hace cinco años, pero únicamente obliga a conversaciones bilaterales hispano-francesas, interesadas de antemano. Digamos como Mae West: no pidamos la luna, conformémonos con las estrellas. Con estas reflexiones me estoy convirtiendo en un indignado solitario y melancólico.
Es uno de los principios de la sociología: cada tribu crea un enemigo común que la cohesiona. El sabio sociólogo Jáuregui así lo afirmaba. ¿Jáuregui, eminente sociólogo? Sí, discípulo de Ortega y de Madariaga. ¿Ramón Jáuregui? No, desde luego, José Antonio, fallecido hará unos años. ¡Qué susto me había dado. Un sabio de ministro!
La tribu de los aragoneses practicamos esta estrategia del enemigo común con habitualidad. Ahora hemos sacado el espantajo de la TCP y lamentamos la nula defensa que el Gobierno ha hecho de esta travesía por el Pirineo central en las instancias europeas. ¿Pero qué es esto de la TCP? Muchos aragoneses que se duelen por el rechazo del Gobierno hacia nosotros, no darían una respuesta acertada a la pregunta. La TCP es un señuelo, una nube, un espantajo que levantar como agravio y símbolo de la incomprensión.
La Comunidad Europea apuesta, ahora, después de hacernos construir el costosísimo túnel del Canfranc, por el transporte de mercancías por ferrocarril y le interesa, cómo no, traspasar los Pirineos para facilitar el tránsito con España y Portugal y, también, con el norte de África. Pero estas conexiones no serán por donde queramos nosotros, sino por donde le interese, sobre todo, a Francia. Pues bien, hay un documento de la embajada española en París, que claramente expone las prioridades del ferrocarril francés: por el Mediterráneo, que prolonga para conectar con Italia por Turín. También hay en estudio un eje atlántico que conectaría Burdeos con Irún, pero esto va para largo. En cuanto a las regiones centrales francesas, las que limitan con Aragón, el proyecto es el de comunicarlas con el eje atlántico. No embistamos un muro, vayamos a concretar proyectos de interés mutuo. Ilusionar al personal con proyectos quiméricos (Gran Escala, aeropuerto oscense) conduce a la melancolía y a la frustración.
El envío de mercancías por ferrocarril no está saturado, ni mucho menos, por las antenas exteriores pirenaicas (País vasco y Cataluña), lo que está saturado es el tráfico por carretera, que es donde se ha invertido en España, con el paso totalmente cambiado. Estamos incursos en costosísimos proyectos de transporte de personas por ferrocarril de alta velocidad y hemos abandonado totalmente el transporte de mercancías por tren.
Lo único verdaderamente sensato es insistir en la modernización del actual ferrocarril de Canfranc, como están haciendo al otro lado de los Pirineos, y conectar con el actual túnel, nonagenario, o hacer uno nuevo a una cota media, y ello para el transporte de mercancías, fundamentalmente. Hay un estudio que muestra que podría mover 2,6 millones de toneladas al año, lo que lo haría rentable desde el primer día. El proyecto, impulsado por el ministro Cascos, está interrumpido hace cinco años, pero únicamente obliga a conversaciones bilaterales hispano-francesas, interesadas de antemano. Digamos como Mae West: no pidamos la luna, conformémonos con las estrellas. Con estas reflexiones me estoy convirtiendo en un indignado solitario y melancólico.
Armando Bulla
Indignado y melancólico. -Puede. Vale
ResponderEliminarSolitario. -No. Conozco a muchas personas que piensan como usted en este tema
otro indignado melancólico
Don Armando, de vez en cuando vienen muy bien estos artículos que en cuatro párrafos resumen y sintetizan problemas que muchos no tenemos claros por la pereza de informarnos debidamente sobre ellos y el rechazo a las proclamas y pasquines políticos que nunca nos los creemos por su evidente contaminación partidista y, por ende, por tener poco o nada que ver con el verdadero problema, si es que lo hay.
ResponderEliminarEn otra ocasión, le ruego nos hable también del agua. Está claro que la campaña política que se cierne sobre nuestros pobres hombros va a incidir por aquí en estas dos cuestiones (Ebro y travesía central) y vamos tener que oír (que no escuchar) montones de majaderías. Y, lo que es peor, montones de atontáos que las van a enarbolar como bandera "nacionalista" aragonesa.
Gracias por la aportación.
El Meditarráneo.
ResponderEliminarHace unos meses escuché -curiosamente a un sociólogo- la importancia actual de los puertos del Mediterráneo. Además daba cifras del aumento del tráfico naval del puerto de Valencia. ¿Por qué el Mediterráneo y no el Atlántico? Por China y Japón, fundamentalmente, pero también los paises árabes -petróleo-
No es de extrañar que Francia apueste por la vía Mediterránea.
En fin, que no hay que darse de cabezazos contra un muro, las cosas son como son y hay lo que hay.
La Conchaparis
La Conchaparis