Con nuestro mecánico de confiaza ya eran cuatro los profesionales que
sorprendentemente habían empezado a prestarnos servicios de forma
rápida y económica. Así se lo hice saber a mi mujer que en ese momento,
con su habitual sentido práctico, ordenaba las cajas de leche por orden
de caducidad. Ella no prestó mayor atención a mi comentario y se limitó a
emitir un sonido de conformidad. Sonó el timbre, era el electricista
que se disponía a revisar algunos enchufes de la casa. Eficacia una vez
más: ni siquiera hubo que indicarle como se iba a nuestro dormitorio.
JAVI
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