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| AEM |
Un rosado bando de ángeles flamencos
recorta el cielo con sus alas
precipitándose sobre el negro ejército
de ángeles rebeldes.
Flamígeras tijeras cortan rémiges,
arrancan timoneras plumas.
Arponeando con divinos venablos
chorrea el éter por neumáticas heridas.
Espantoso crujir de élitros
precipitándose en el vacío.
Vuestro sea el dominio de los hombres
dejad que señoreemos el vasto cielo.
Tú, arrogante Miguel,
alanceando a tu hermano
que osó rebelarse
contra tan absurda Creación,
tuyo es el campo,
goza del triunfo,
envanécete de tu gloria,
reina para siempre en el espacio
impoluto, vacío de carne,
gozosa o doliente,
sordo a los gritos del dolor
y a los jadeos del placer.
Antonio Envid
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