AEM |
Armémonos de paciencia para aguantar la
campaña comercial del Titánic. A mí me van a contar lo del Titánic, que soy el
último gato, no que lo abandonó, que no tengo madera de héroe, sino
superviviente, gracias a mi escasa valentía y a que ya se sabe que tenemos
siete vidas, aunque esté dando las boqueadas de la séptima. Yo ya llevo un mes
sin probar la sopa, que tan adecuada es a mi provecta edad, por no encontrarme
el dichoso barco en el plato.
Yo pertenecía a la dotación de gatos del
puerto de Southampton aquel lejano 12 de abril de 1912 y embarqué, hecho un
señor, como gato titular de la cubierta A, la más lujosa. Todo eran mimos y
caricias por parte de aquellos millonarios que paseaban por ella su
aburrimiento. Pero cuando en la noche del 15, tres días más tarde, vi como las
2.217 ratas del buque, una por cada pasajero, todo estaba perfectamente
estudiado y organizado, abandonaban el barco, una tras otra en larga fila, me
dije: “si estas tías se van, yo con ellas”, a pesar de que el capitán y la
tripulación aseguraban que no pasaba nada y que siguiera el baile. Mi
perspicacia y mi afición por las ratas me salvaron mi primera vida.
¿Han visto la película? Pues eso, agua y agua
por horas. A los cursis del Di Caprio y la Kate Winslet no los vi por ningún
lado, que al fin habría tenido algún lado positivo la catástrofe: libarme de
semejantes empalagosos. Total que con tanta agua y la humedad de Southampton vengo arrastrando desde entonces
un reuma que me mata, gracias que al jubilarme me vine al grao de Castellón al
amparo de esta calma y buen tiempo tan benéficos. Aunque me parece que la paz y
la calma se está acabando, pues esta amable y hospitalaria España cada vez se
parece más al Titánic.
Me explicaré, después de la etapa “aquí no
pasa nada, éste país es insumergible, que no decaiga la fiesta”, viene la fase
del “sálvese quien pueda” y todo es pánico y confusión. ¿Recuerdan lo que les
dije el 12 de enero pasado sobre la almoneda que se hizo de todo nuestro sector
eléctrico? Pues ya ven los resultados: una espectacular subida del recibo de la
luz, que no se parará ahí, sino que seguirá creciendo. Es que ahora ya no son
compañías españolas, sino capital extranjero, que ha venido a ganar dinero. ¿Y
la telenovela de REPSOL en Argentina? Y eso que allí tienen intereses la
poderosa familia Askenazi (el apellido no engaña sobre su origen sefardí) Pues
nada, que a los amiguetes de la Kirchner, a raíz del descubrimiento de grandes
recursos de gas en una concesión de la compañía, se les ha excitado la codicia.
Pero yo ya no estoy para seguir trotando por
esos mundos, aunque esté pagando la luz y la gasolina más cara del planeta,
tampoco me afectan mucho, porque no tengo ganas de viajar, veo perfectamente
por la noche, sin necesidad de dar la luz y entre estas tapias y tejados,
buscando el sol, se está divinamente sin necesidad de calefacción en invierno y
nunca me faltará una raspa que llevarme a la boca.
Para presentarse como gato cobarde se ha buscado usted, como estampa, uno bien exquisito. Un gato Se ha buscado usted un gato exquisito, un gato mironiano nada menos.
ResponderEliminarOiga, ¿a qué familia se refiere? Los Kirchner o las Koploviwitz?
Y ya que estamos. Sea quien sea la referencia o son askenazin o sefarditas... híbridos me pa que no existen.
La Kirchner, mejor dicho el hijo de la Kirchner que es quien gobierna, se ha metido en un buen lío.
La Conchaparis.
PD. Aparte, las Koplowitz pagaron un, digamos monumento, en el museo del holocausto de Jerusalén que ¡tela! Se ve quien tiene pasta.
querida Concha, así como para los judios todos los gatos somos pardos, para nosotros todos los judíos argentinos son sefarditas
ResponderEliminarqué oportuno es usted, ¿sabía lo que iba a ocurrir con REPSOL en Argentina?
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