"Cualquiera de Anatoli Kerzhakov, sin duda".
A raíz de aquel premio, otorgado por el Ayuntamiento de Calahorra, Julia se enfrentó a uno de sus mayores miedos, las entrevistas. La primera edición del Concurso Verdura de la Ribera no acaparó la atención de los círculos literarios, pero sí despertó cierta curiosidad local. Los días que sucedieron al fallo varios becarios del Heraldo, del Correo y del Diario de Navarra se pusieron en contacto con la autora de "Puticlub 97", la novela ganadora.
Era su primera novela, sí, reiteraba Julia. Se había aventurado con la escritura hacía ahora seis años, cuando cumplió setenta y cinco. Tras una vida de lecturas, con miles de reseñas y valoraciones, que almacenaba en su vieja libreta, Julia había cruzado la acera. ¿Los motivos? Unos cuantos. Suponía que la edad, la soledad, el miedo... La verdad es que no sabía qué responder a la mayor parte de las preguntas de aquellos jóvenes periodistas: ¿La escritura es para usted una terapia? ¿Cuánto tiene de autobiográfico Puticlub 97? ¿Qué consejo daría a todo escritor novel que quiera darse a conocer?
Y para acabar, la ineludible: ¿Cuál es su libro de referencia, el que más le ha influenciado? Como todo lector con tablas, Julia recibía el golpe con estupor. Revivía inmediatamente las conversaciones de sus amigas, puntuales consumidoras de best-sellers, siempre ávidas por catalogar y recomendar todas sus vivencias: mis diez lugares de ensueño, mis cinco playas imprescindibles, mis cinco libros favoritos... Ellas elegían sus lecturas al calor de los listados de ventas de las grandes librerías, top marzo, top abril, sin profundizar en nada, sin experimentar el cosquilleo de descubrir nuevas vías o el regocijo de indagar en los estantes más polvorientos de una biblioteca municipal.
No había libro favorito, claro que no. Había etapas, temporadas o estados de humor. "No hay nada más obsceno que preguntar a un escritor por su libro de cabecera", pensaba Julia, "No entienden nada". Y acto seguido, con voz firme y pose circunspecta, sentenciaba:
"¿Mi libro de referencia? Cualquiera de Anatoli Kerzhakov, sin duda. Uno de los referentes de la literatura rusa de comienzos del dieciocho". Y así, una tras una, en la media docena de entrevistas que concedió la flamante ganadora del "I Verdura de la Ribera", aquel ruso imaginario, de nombre ácrata y militar, fue colmando lagunas de realidad.
Los libreros de Logroño y Calahorra, por aquellos días, rogaban un poco de paciencia a su clientela: "Kerzhakov se ha agotado. A ver la próxima semana".
(Cita)
Las empresas que se basan en una tenacidad interior deben ser mudas y oscuras; por poco que uno las manifieste o se vanaglorie de ellas, todo parece fatuo, sin sentido e incluso mezquino.
Italo Calvino, El Barón rampante
Javier Iribarren
Muy acertada la cita. En cuanto a la contestación sobre el libro de cabecera me ha recordado a Josep Cotten en el tercer Hombre cuando en la conferencia que da le preguntan sobre el escritor que más le ha influido y responde que Zane Grey. No me hagan mucho caso, quizá la pregunta y la respuesta sean de Paul Newman en El Premio.
ResponderEliminarZane Grey fuen un popular escritor de novelas del oeste del primer tercio del siglo pasado, novelas donde todavía se luchaba contra los indios, hoy creo que está justamente olvidado, pero de chico me hicieron pasar buenos ratos.
antonio