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El otro día, tomando una caña antes de cenar,
Damián me decía: esta es una sociedad sin pulso, sin sangre, sin fuerza. Yo
quería seguir el partido, pero Damián a la suya. De entrada desanima y desalma
a los ciudadanos. Puri, la camarera, me miraba como diciendo: lo siento, te ha
tocado, Damián y sus cosas. Sí, Damián, en eso tienes razón, asentía yo, más
atento al partido que a su trasnochado discurso. Los grafitis esos, las
esquelillas de los paquetes de tabaco, por ejemplo, seguía Damián. Para que la
inteligencia del ciudadano medio, tú o yo, pongo por caso, no se dé por total y
definitivamente ofendida con esa campaña, propongo un desagravio: que
distribuyan avisos y pongan carteles allí donde sea necesario para que los
ciudadanos podamos tomar conciencia de los riesgos y sepamos a qué atenernos.
En las fachadas de los colegios: El plan de educación está en fase de prueba.
Los alumnos pueden quedar gravemente desorientados. Ya está, nada más, que el
ciudadano medio, tú o yo, pongo por caso, sepa donde lleva a sus hijos. En las
entidades bancarias, por poner un poner: Le ofrecemos la mejor hipoteca, pero
recuerde que se está hipotecando usted. Y su vida. Escueto, tajante, claro,
directo a la conciencia. Por la calle, bien distribuidos para no sobrecargar al
ciudadano medio: Pensar puede ser causa de una muerte lenta y dolorosa. El que
piensa pierde. ¿Me sigues? Claro que te sigo, Damián, y en eso tienes razón,
asentía yo mientras intentaba ver la repetición de un tiro a puerta. Puri
intentó salvarme preguntándome si quería otra caña, pero Damián estaba
imparable. Fumar acorta la vida. ¿Qué vida quiere alargar una sociedad tan
triste como la nuestra? ¿La vida de quién, en una sociedad en la que no hay
quienes? Sí, Damián, eso es verdad. Cada vez que veo uno de esos grafitis de
los paquetes de cigarrillos me acuerdo del Che, del que llegó a ser el
comandante Ernesto Guevara Serna. No me interesa la política, sino la actitud
ante la vida. La frase inicial que precede todos los grafitis posiblemente ya
hubiera tocado la indignación del Che, que habría soltado una gran carcajada al
leerla: Las Autoridades Sanitarias advierten. Pero ese es otro asunto.
Imagínate a un tipo como el Che, con un corazón como el de un caballo de carga,
para bien o para mal, que no me interesa la política. Un tipo que se le estaba
jugando a la brava, matar o morir, con una enorme fuerza para cambiar las
cosas, para decir basta, me da igual lo que cambiara, que no hablo de política.
Con sangre en las venas como para regar un campo de fútbol. Médico, asmático y
fumador. Imagínate la risa que le entraría al leer las esquelillas. Fumar
perjudica gravemente su salud y la de los que están a su alrededor. Pero si,
fume o no fume, mi salud y mi vida están ya gravemente perjudicadas por algunos
de los que están a mi alrededor. ¿Me sigues? Claro que te sigo, Damián, y estoy
contigo en eso. Falta. Sólo quedan tres minutos de partido y vamos perdiendo.
Otra caña, Puri, por favor.
Narciso de Alfonso
Cuescos
Don Narciso, ¡SI ES QUE SE MATA POCO!
ResponderEliminarjisjis jis
La Conchaparis
Conchapáris, ¿se refiere a que se debería matar, más indiscriminadamente?
ResponderEliminarangel
D. Ángel, era solo una broma.
ResponderEliminarEs que un amigo, suele decir eso. El texto de D. Narciso me trajo a la memoria esa frase.
La Conchaparis
No hablaba en serio, Conchaparis...de verdad.
ResponderEliminarSimplemente quería saber, si este "morir",
debería estar más extendido, a más personas.
Es por entender mejor el concepto.
angel
angel
De todas formas, siempre he pensado,
ResponderEliminarque se puede " morir a uno mismo ".
angel
Leído en una camiseta
ResponderEliminar"Las tabacaleras advierten de que el Gobierno es
muy peligroso para su salud"