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Es cierto, tienen razón
quienes dicen que esas vacaciones horteras de Toxo, si se las paga él, allá películas. Que cada uno hace con su dinero lo que
quiere.
Además (también es
verdad) ser sindicalista no quiere decir –hoy por hoy- ser un pobre obrero.
Es verdad.
Lo único que hay es cierta suerte de incoherencia. Sólo eso.
Quiero decir: un tipo
que se dedica a defender a capa y espada la lucha de clases, que ve al
empresario como a un enemigo capitalista y que vive sólo para proteger los
derechos de la clase obrera puede hacer con su dinero y con su tiempo libre lo
que le dé la gana. Lo que pasa es que su
actuar incoherente es tan irremediable como el del cura que a pesar de su voto
de castidad se acuesta con la sacristana. Sí, el cura ese a quien -con razón por lo demás- critican tanto los sindicalistas de izquierdas.
Pero nada, no pasa
nada. Cuestión de incoherencia:
decir blanco y hacer negro. Nada más. Se pierde –o debe perderse o debería
perderse- credibilidad.
Y lo peor, lo peor, no es el asunto de la credibilidad o la cuestión ética sino la estética: qué horror, qué gustos tan horteras los de estos nuevos ricos... Claro que si al menos en la cena con el capitán del barco te dejan cantar La barbacoa...
Y el colmo es que, en esta inmunda sociedad, incoherencias como la apuntada abundan más de lo recomendable.
Digo.
Truhán
la señora tiene pinta de ser la legítima y de que no permita que le toxan
ResponderEliminarDesde luego, la señora tiene una pinta de soviética que no se tiene.
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