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Para
mí, pasado, presente y futuro conviven a la vez. Esto es, todo es presente. El
pasado y el futuro no son sino convencionalismos que utilizamos para expresar
algo inexistente: el transcurso del tiempo. El tiempo no transcurre, caso de
que exista, permanece estático. Quizá transcurramos nosotros, nacemos,
envejecemos y morimos, pero todo al mismo tiempo. Lo que pasa es que la gente
tiene un selector que le permite ver la etapa inicial de cualquier fenómeno,
luego su desarrollo, para llegar a su fin. Yo carezco de ese mecanismo, de modo
que para mí, como he dicho, pasado, presente y futuro están revueltos en el
ahora. Le pondré un ejemplo para que me comprenda. Imagínese una película que
un proyector va mostrando en una pantalla, el público de la sala ve los títulos
de crédito, el título de la película, el desarrollo de la acción y la palabra
“Fin”, todo de un modo secuencial. Yo carezco de ese proyector y veo la
película extendida a mi alrededor, todas las secuencias a la misma a la vez,
como si estuviera proyectada en una inmensa pantalla circular, veo a la vez los
títulos de crédito, la acción de la película y la palabra “Fin”, ¿me entiende?
No crea que esta cualidad mía me confiere alguna ventaja sobre el resto de los
mortales, pues yo no puedo actuar sobre los acontecimientos, como el espectador
de la película, por mucho que esté viendo el peligro que le acecha al
protagonista, nada puede hacer por advertírselo. Usted me dirá, que según se ha
descubierto el observador influye en el fenómeno observado. No lo crea, se
trata de un error en los cálculos, todo es determinístico, nada podemos hacer
para cambiar los acontecimientos, como mucho, como mucho, retrasarlos algo, o
adelantarlos un poco, pero lo que tiene que ocurrir ocurrirá indefectiblemente,
es una premisa necesaria para que conviva el pasado con el presente y el
futuro, si lo piensa un poco me dará la razón. Yo me encuentro abrazando a mi
hijo en el aeropuerto al despedirlo, mientras oigo en las noticias que un avión
ha sido derribado por un ataque terrorista, y a la vez me confirman que es el
avión en que viaja mi hijo y también que figura en la lista de fallecidos,
mientras asisto a su entierro, y nada puedo hacer por impedir el viaje, ni tampoco
siento angustia porque lo emprenda, solo siento dolor por su pérdida…..Póngame
otro güsqui, por favor.
-Lo
siento, ya le he dicho que es hora de cerrar y que el anterior era el último,
no estoy dispuesto a que me quiten la licencia.
-¿Pero
qué anterior, ni que ocho peniques, no llevo explicándole toda la noche que no
existe lo anterior ni lo posterior, que ahora, en este mismo momento, me estoy
tomando todos los güisquis que usted me ha servido?. Es más, en este mismo
instante, usted está abriendo el establecimiento, me está sirviendo las
bebidas, que ahora que me doy cuenta, he de reconocer que son unos cuantos
vasos… ¡En fin, paciencia! Comenzaremos otra vez la explicación, ya veo que es
un poco duro de mollera, póngame otra copa y escúcheme….
-¿Pero,
qué hace? No use la violencia, ejerza la compasión universal, que es en lo que
se basa toda la física cuántica… ¡No me empuje, oiga, qué yo también se dar
mamporros! ¡no llame por teléfono! ¿A quién está llamando? ¿No llamará a la
policía? A la policía ya le explicado cientos de veces este extraño fenómeno,
pero son sordos…. ¡completamente sordos!más sordos que usted… Pero usted es una bestia salvaje….
Antonio
Envid.
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