AEM |
la misma tarea,
preparar la mochila y llenarla
con todos los rencores
todas las venganzas
cuidadosamente anotados
(no fuera que algo pendiente
se olvidara)
los deseos no alcanzados
el bocadillo y el plátano
para el descanso del mediodía
los bostezos para la jornada
en todo igual a las anteriores.
Cargar la mochila al hombro y dirigirse al autobús
para llegar puntualmente al trabajo-rutina.
Pero aquella mañana, no.
No buscó la mochila cotidianaHabía soñado que era un pájaro
se sentía grácil y aéreo
abrió la ventana de par en par
y contempló por primera vez
un cielo azul de primavera
y un deslumbrante sol prematuro.
Tenía que ser forzosamente primavera.
Contempló arrobado los tejados de su barrio
como si viera el mundo por primera vez
con ojos recién estrenados
Quizá pensó, no lo sabremos nunca,
que en aquellos momentos
había cientos de vecinos
que preparaban somnolientos la mochila
para ir a su trabajo.
Vio los fugaces vencejos borrachos de espacio
y la caligrafía de las golondrinas en el cielo
y sintió deseos de seguirlos
y se lanzó pesadamente al vacío.
Antonio Envid.
La caligrafía de las golondrinas, me gusta la imagen.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Angel