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SGS |
Cuando
a la noche, a mi regreso, oigas el rugir de los leopardos que abrasan mis pies
o te agite mi derrotada imagen, el poco pelo que me queda, mugriento y a la
frente pegado por el sudor, la mirada triste ungida por salvajes surcos, el
gesto hosco y los hombros caidos; o, al
llegar, me veas hundido por la batalla a
que el futuro me obliga, ese
tirano que me persigue desde el primer recuerdo, me aplasta, me aprieta
y amordaza; cuando al entrar observes
que la raya se ha esfumado de mis pantalones a base de golpes morbosos de
responsabilidad u oigas la llave arañando la puerta con todo el vigor de mi
desgana o, al encender la luz del recibidor, notes en mis ojos la herida de la
última agresión del día, tan tirano casi como el futuro; cuando oigas mis
quejidos sordos, mis bramidos secos, mis apagados gritos o notes el hedor de mi
esfuerzo, el latigazo de los restos de mi negra sangre, suelta y esparcida por el
pasillo, el latido amargo de mi voz y el llanto ciego de mi ronco
desaliento, por favor, baja un poco el
volumen del televisor.
Servando Gotor
Cuescos
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