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Buenapasta Bienplantao era un joven perseverante, persistente. Ese día fue a
recoger su título universitario, pues estaba impaciente por empezar.
Tanto que se acercó a casa de su amigo Jandro, el dueño de la ferretería, para que le grabase la placa que pondría en la entrada de su despacho.
Eran las once de la noche y Jandro accedió.
Tomaron algo en el bar de al lado. Buenapasta no paraba de hablar y hablar de las muchas ganas que tenía de ayudar a la gente.
Se veía a sí mismo , fuerte, positivo, dadivoso...no será dificil que la gente se contagie, pensaba él.
Terminada la charla, los dos salieron del bar y Buenapasta se dirigió a su despacho, para poner la placa enseguida. Iba un poco ebrio, de ilusión, de ganas y de cerveza, pero controlaba, era un aspecto que siempre le había llamado la atención de sí mismo.
Colocó la placa y se alejó unos pasos para verla bien.
-- "PSICOLOGO", dijo para sí en voz alta.
Terminada la tarea, y sin hacer mucho ruido dada la hora, entró en la habitación y se sentó en su silla tras la mesa. Comenzó a observar todo lo que le rodeaba. Buenapasta no tenía un despacho muy cargado. Era más bien una decoración sencilla. La habitación tenía simplemente un cuadro en la pared de enfrente y un store en la ventana, para conseguir intimidad y ambiente cálido. Él más bien se centraba en la conversación, no quería distracciones.
Dieron las doce, Buenapasta pensó que era hora de irse, pues al día siguiente tenía que comenzar su labor.
Se apoyó en los brazos de su silla comprobando que no podía despegarse de ella, notando que su propio peso aumentaba.
No tenía suficiente fuerza para incorporarse, intentándolo varias veces sin éxito.
Inmediatamente pensó:
-Debe ser el alcohol.
-Quizá debería descansar aquí un poco.
No se asustó, Buenapasta era de los que ponía en marcha su herramienta analítica para observarlo todo, antes de que entrase el miedo.
Apoyó los dos brazos en la mesa para echar una cabezada y entre la vigilia y el sueño comenzó a escuchar unos susurros, leves al principio... y más cercanos, numerosos y fuertes cada vez.
Un poco de miedo se apoderó de él, momento en el cual, notó que la silla resbalaba por sí misma, observando, al mirar hacia abajo, cómo una materia negra y viscosa salía del suelo e impregnaba las patas de su silla, trepando en espiral hacia arriba y moviendole en todas direcciones levemente.
Estaba asustado, pero observaba todo dentro y fuera de sí mismo. En ese momento y no comprendiendo nada, se dijo: "que sea lo que Dios quiera", abandonándose por completo a lo que estaba viviendo.
Las voces aumentaron su tono hasta un volumen inaguantable y la masa viscosa le envolvía por completo hasta la cabeza, a la vez que se notaba suspendido unos centimetros sobre el suelo.
En ese momento las voces cesaron y oyó que alguien decía:
-- "Nunca más saldrás de aquí".
Buenapasta, notó que la masa viscosa disminuía, evaporándose poco a poco e iba comprobando cómo volvía la sensación de livianidad a su cuerpo, como siempre había sido.
Inmediatamente comenzó a repasar lo sucedido, quieto y analizando la situación....
Mientras tanto, en otro plano , dos arcanos asomados dialogaban entre ellos:
-- Es obstinado, no se... quizás nos cree problemas.
-- Tienes razón, habrá que vigilarle de cerca, no se asusta.
-- No sabe lo que le espera.
-- Vámonos
Buenapasta se incorporó extrañado, escéptico, como siempre, aspecto que le permitía crear una pequeña distancia para observar y analizarlo todo y se marchó del despacho. A la mañana siguiente tenía su primera consulta a las diez y quería descansar...
Ángel Ferrer
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