Dos, dos libros, a elegir, dos joyas difíciles de encontrar: la más importante biografía del Greco y la mejor novela de amor del modernismo hispanoamericano.
¿Quién fue el Greco? ¿Por qué y cómo desembarcó en España? ¿Qué España se encontró y cómo fue recibido? ¿Cómo la representó en sus pinturas y cómo plasmó en ellas aquel Siglo de Oro, puente de plata hacia la decadencia del Imperio? ¿Qué significó su obra? ¿Dónde están y cómo descubrir, contemplar y disfrutar de sus geniales aportaciones al arte contemporáneo? ¿En qué se adelantó a su tiempo? ¿Por qué?
Manuel Bartolomé Cossío, uno de aquellos intelectuales krausistas fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, dedicó prácticamente toda su vida a dar con las respuestas a tales preguntas. Infatigable investigador, viajero incansable, erudito eminente, políglota por necesidad intelectual, apasionado del arte e investigador riguroso, plasmó toda su fiebre vital en esta enorme obra, literaria, histórica, artística y científica, primer peldaño fundamental y obligada referencia para todo investigador que pretenda aproximarse a la figura del Greco y a su época. Y, por supuesto, para el lector curioso y el gran público, por la forma ágil y eficaz con que narra el resultado de sus investigaciones sumergiéndonos en su propio mundo. Y como no podía ser de otra forma, cuando algo nace con entusiasmo, con entusiasmo se transmite, resultando asequible y apasionante a cualquiera que por ello se interese.
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Aura o las violetas (1887) es una narración dirigida al lector que persigue emocionarse y disfrutar con una hermosa historia de amor imposible: Aura y el narrador se conocen desde niños y el roce da paso al amor (planteamiento); pero circunstancias terrenas y, por tanto, de índole material, los separan impidiendo así que ese amor pueda consumarse (nudo) y al final... Bueno, el final siempre hay que dejar que sea el propio lector quien lo descubra.
José María Vargas Vila (Colombia, 1860 - España, 1933) con una niñez y juventud nada sencillas, no sólo fue —ideológica y políticamente— radical y revolucionario, sino también, desde el punto de vista personal, un hombre incómodo que criticó a todo y a todos. Y quizá no esté claro si fue por tal motivo por lo que anduviera proscrito en los ambientes literarios más eminentes o, por el contrario, sus invectivas fueran la causa de tal proscripción. En todo caso, estamos ante una personalidad plenamente libre: el Panegírico, es la fortaleza de los esclavos, la Libertad alza el Libelo que es la tribuna de los libres.
Jorge Luis Borges destacó el talento de Vargas Vila al incluirlo en su Historia universal de la infamia.
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