La Reina María Cristina, su hija, futura Isabel II y el duque de Riansares |
A él sí, a quién no
parece cuadrarles es a los de la Agencia Tributaria, ni al Juez que investiga
el asunto de Palma Arena. Todo el mundo se hacía cruces de cómo había
aprovechado el Excmo. Sr. Duque de Palma, Iñaki Undangarin…
-¿El señor duque de
Palma no debiera llamarse Igancio, o, Ignasi?
-Los duques se llaman
como quieren, sobre todo si son vascos.
-¡Ah! Bueno.
…venía diciendo que el
rendimiento que le había sacado al MBA que hizo el chico, por lo bien que le
iban los negocios, admiraba a todos, incluso a su suegro, pero, resulta, que
quizá su habilidad no provenía de sus dotes de emprendedor, sino de saber
explotar su parentesco con el Rey, ya que el manejo de sus empresas no
respondía, precisamente, a la aplicación de sanas políticas de administración.
-¿Y el Rey, qué dice a
todo esto?
-El Rey calla, pero no
otorga
-Claro, él solo otorga
títulos.
-El rey debe de estar
repasando la biografía de la madre de su tatarabuela, la Reina María Cristina,
la esposa de Fernando VII ¿sabe usted?
-No, cuente, cuente.
Resulta que el Rey
felón dejó viuda a su esposa María Cristina cuando ésta tenía veintisiete años
y, claro, la italiana pensó que no era cuestión de permanecer viuda
inconsolable durante el resto de su vida, de modo que encontró consuelo pronto,
casándose en secreto con un apuesto militar don Agustín Fernando Muñoz.
Entonces no había estudios de MBA, pero el tal Agustín resultó un lince en los
negocios. Era la época de las concesiones ferroviarias y Agustín se alío, nada
menos, que con Rothschild, también emergía entonces en España
la especulación inmobiliaria. Total, que entre unas cosas y otras, el Agustín,
duque de Riansares, título que le concedió su hijastra la Reina Isabel, levantó
una gran fortuna, pero ante el escándalo de tan irregulares negocios, Isabel II
no tuvo más remedio que sacar del país a su madre y padrastro. Fue un exilio
dorado en Francia, pues Napoleón III los recibió con los brazos abiertos y don
Agustín obtuvo un título de duque y la Legión de Honor. Algunos madrileños lo
llamaban el Duque de la Bragueta, ya que sus méritos para obtener el ducado no
fueron otros que llenar el vacío del lecho real, pero en honor a la verdad hay
que reconocer que lo hizo eficazmente, pues hizo concebir a la antigua Reina
nada menos que ocho hijos, y todos quedaron bien colocados.
Armando Bulla
Qué mala suerte tienen estas chicas con los maridos ¿verdad?
ResponderEliminarAunque éste también podía engrosar la nobleza de la bragueta, porque creo que tienen cuatro hijos y tres varones ¿no es así? Habrá que colocarlos a todos
el Felipe solo tiene hembras y está sin modificar la Constitución ¡qué contrariedad!