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AEM |
En el “Calígula” de Camus el protagonista se queja de que no habiendo grandes catástrofes en su imperio, ni sangrientas guerras, ni devastadoras pestes, ha tenido que asumir él, el César, la pesada carga de ser la guerra, la peste y la desgracia; pues bien, no habiendo sufrido España en esta última y feliz época, entre dos guerras civiles como diría Gil de Biedma, gruesas tragedias, han tenido que tomar ese papel “los mercados”, esos monstruos que se mueven por ignotos y laberínticos despachos en un Olimpo inaccesible al resto de los mortales y que determinan con juicio inapelable y caprichoso que países son condenados a las mazmorras de la miseria. Los mercados son los que condenan a España a pagar unos intereses astronómicos por su deuda y exigen unos recortes drásticos en las cuentas pública que dejan detrás un reguero de necesidades básicas insatisfechas.
Los “MERCADOS”, solo al ser pronunciado su nombre veréis a las gentes huir azoradas como en la Edad Media ante la presencia de los vikingos. Los ricos sacan sus dineros y los ponen a resguardo, mientras los pobres se resignan a su destino sin poder encomendarse siquiera a Dios. Bienaventurados los pobres, que para ellos será el reino de los cielos.
Pero seguramente los mentados mercados tienen cara y ojos y habitan, quizá, cerca de nosotros, hasta podemos encontrárnoslos, si un día, tras meses de ahorro, queremos celebrar algo en un buen restaurante. Porque ¿quién compra a precios tan abusivos la Deuda Pública española? La respuesta es fácil: los españoles. Los extranjeros han abandonado el mercado de la deuda española, hoy apenas representan el treinta por ciento de las compras, el setenta por ciento restante de la deuda está en manos españolas, concretamente de los Bancos españoles. El ciclo es sencillo: la Banca española toma dinero prestado en el Banco Central Europeo, al 1% y lo invierte en comprar deuda al 5% o 6%. ¿Bonito negocio, no? Entonces, preguntamos ingenuamente, ¿porqué esos Bancos, que tanto esfuerzo exigen al país para tapar sus vergonzantes agujeros, no hacen un poquito de patria y cobran menos al Estado por el dinero que le prestan?
Aún hay algo mucho más grave, con este comportamiento la Banca deja de ejercer la función que tienen encomendada, que es la de proporcionar crédito a los hogares y a las empresas, de modo que pueda generarse consumo y puedan las empresas producir y vender. Mientras no se restablezca este flujo financiero, es ilusorio pensar que estamos haciendo algo para salir de la charca. Sigamos croando en ella mientras la sequía hace cada día más estrecha la poza.
Armando Muchabulla
La foto de esas sombras chinescas es muy ilustrativa de la ilusión financiera en la que vivimos
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