(AVISO: Por un error técnico los primeros archivos digitales que se han bajado gratuitamente de amazon no se correspondían con el libro de Mariano Berdusán. Subsanado este problema, que lamentamos, hemos ampliado el plazo de bajada gratuita extendiéndolo al lunes, 4 de marzo.
Quienes lo hayan bajado con el archivo cambiado, deben eliminarlo de su "biblioteca kindle" en su cuenta de amazon y, una vez eliminado, volver a bajarlo, ahora sí, correctamente.
Si aún así no se consigue pueden dirigirse a lh y se lo facilitaremos directamente:
editores@lecturashispanicas.com
Lamentamos el error. Disculpen las molestias).
Hoy, 28 de febrero, cumpliría años Mariano Berdusán. Como recuerdo y a partir de mañana 1 de marzo, Lecturas hispánicas va pone a disposición de todos, completamente gratuita y durante tres días, la versión digital (mobi para kindle) de su libro El color de mi cristal. Los interesados pueden bajarlo en amazon, pinchando aquí.
Quienes lo hayan bajado con el archivo cambiado, deben eliminarlo de su "biblioteca kindle" en su cuenta de amazon y, una vez eliminado, volver a bajarlo, ahora sí, correctamente.
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Lamentamos el error. Disculpen las molestias).
Hoy, 28 de febrero, cumpliría años Mariano Berdusán. Como recuerdo y a partir de mañana 1 de marzo, Lecturas hispánicas va pone a disposición de todos, completamente gratuita y durante tres días, la versión digital (mobi para kindle) de su libro El color de mi cristal. Los interesados pueden bajarlo en amazon, pinchando aquí.
Y a continuación recordamos igualmente una de las lecturas que componen dicho libro:
LA VOZ DE LOS NIÑOS (Mariano Berdusán)
Una clientela dura, detalle (J.G.Brown, 1881) Museo Thyssen-Bornemisza |
Era invierno. Vísperas de
Navidad. Yo era muy niño entonces. Pero lo recuerdo como algo sucedido a pesar
del tiempo. En la Catequesis, reparto de regalos a los niños que habíamos
asistido. Cuando me tocó la vez para pasar a recoger mi regalo, sólo quedaban
un jersey de lana recia y un hermoso libro de cuentos con tapas de colores
titulado “La voz de los niños”. Había que elegir entre un jersey de invierno,
apropiado para aquellos días fríos y un cuento de tapas grandes de colores.
Elegí el cuento de tapas de
colores, elegí “La voz de los niños”. Cuando llegué a casa, una casa humilde
tirando a pobre, todos me dijeron que por qué no había elegido el hermoso jersey
de lana que tan bién nos hubiera venido en aquellos momentos. No me dolió aquel
reproche y me fui a dormir abrazado a mi libro de cuentos con tapas grandes de
colores. Y soñé con la voz de los niños, de aquellos niños del cuento que,
perdidos en el bosque, clamaban buscando una mano salvadora.
Hoy he visto a una joven madre
con su niño – su bebé – en brazos y comiéndoselo a besos y el niño feliz,
arrullado por aquella melodía silenciosa de cariño. Y no he podido por menos
que acordarme de la historia, real y verdadera que acabo de contar. Y no he
podido por menos de pensar en el asunto tan tratado y tan debatido estos días
por escrito y de palabra, del aborto. Y
me he acordado sobre todo del título de mi hermoso libro de cuentos con tapas grandes de colores “La voz de los niños”.
Pienso que en este asunto, tema
o cuestión o como se le quiera llamar, del aborto, se han oído, como acabo de
decir, muchas voces. Han hablado de ello los políticos, los gobernantes, los
escritores, los tertulianos, los poetas
e incluso la Iglesia. Ha sido algo así como ha dicho un escritor actual “el
ruido de la calle”. Sí, se han oído muchas voces.
Pero yo echo en falta otras
voces que no creo haber oído aún, ni poco ni mucho, ni nada. No he oído la voz
de la mujer que vacila y duda y sufre ante la opción de seguir con su embarazo
o abortar. No he oído las voces de la mujer que abortó y del padre que se ha
quedado sin el hijo que quizás estaba esperando con más ilusión que la propia
madre y sufren los dos pensando en el niño que pudo ser y no fue y que quizás
ahora les hubiera llenado de gozo y de alegría al verlo crecer.
Pero, sobre todo, no he oído
las voces de todos esos niños que pudieron haber sido y no fueron, porque sus
padres, por unas o por otras razones (casi siempre indecibles) les arrebataron
el perfecto derecho que tenían para existir, porque tuvieron la desgracia de no
tener unos padres que, aún quizás en medio de su pobreza, los acogieran
generosamente a la vida, como un día a
mí mis padres en medio de su pobreza, confiando sólamente en ellos mismos y en
la Providencia, sin pensárselo más, me lanzaron a la existencia y, finalmente,
no he oído las voces de todos esos niños que, también por desgracia, no podrán
disfrutar ya nunca más de la pequeña, pero para ellos grande, alegría, de poder
irse a dormir abrazados con un hermoso libro de cuentos con tapas grandes de
colores, como pude hacerlo yo aquella noche tal como he contado.
Todas esas voces son las que me
hubiera gustado oír. Pero creo que no ha sido así. Mucho me temo que, pasado el
tiempo, se cumpla lo que dice la Biblia:
“Una voz se oyó en
Ramá,
llanto y lamento
grande.
Es Raquel que llora
a sus hijos
y no puede ser
consolada
porque
ya no existen”. ( Mt. 2,18)
Mariano Berusán
La voz de los niños
de El color de mi cristal
.
ResponderEliminarcuando recuerdo que Mariano Berdusán
era capaz de traducir del latín y del alemán,
y encima a Holderlin, me da un golpe de
humildad que hace temblar el misterio,
además del golpe de admiración, claro...
Y dejo aparte su producción en castellano,
en fin, gracias por recordarlo en este
blog, míster blogger... 8-)
Narciso
.
Gracias Servando por difundir su trabajo y amigos por hablar de el con tanto cariño.Gracias de toda su familia.
ResponderEliminarMARIANO.
Cuánto hueco dejó don Mariano.
ResponderEliminarBlogger, buena idea esa de recordarlo cada 28 de febrero, es un modo de rellenar el hueco.
Algunos conocimos a don Mariano en una comida que hicimos. No hubiera hecho falta presentación, nada mas verlo una pensaba: ese es hombre que escribe esas cosas y hace esas traducciones. Hombre suave y amable. Si tuviera que emparejarlo con una flor la suya sería la margarita.
Blogger, gracias por el recuerdo y el regalo que nos trae.
La Conchaparis
Don Mariano me descubrió a Cátulo y eso es mucho. Pero además me lo descubrió en un tono cálido y sencillo, con el calor que emanan los sabios que comparten.
ResponderEliminarPara mí su recuerdo ea magnolia blanca adornando el árbol de la sabiduría.
Vladimira