domingo, 2 de enero de 2011

SOBRE LA AMISTAD (Antonio Envid)


AEM

De entre los variados personajes que pueblan El Quijote hay uno que suscita especial simpatía: el Bachiller Sansón Carrasco. El bachiller es joven, ingenioso, alegre, de buen carácter y sobre todo siente una sincera amistad por el ingenioso hidalgo manchego.

Cervantes nos proporciona muchos datos sobre Sansón Carrasco y hasta nos deja una descripción física de él: “no muy grande de cuerpo, aunque muy gran socarrón; de color macilento, pero de muy buen entendimiento; tendría hasta veinticuatro años, carirredondo, de nariz chata y de boca grande, señales todas de ser de condición maliciosa y amigo de donaires y burlas” (capítulo III de la 2ª parte). Aparece por primera vez en el segundo capítulo de la segunda parte, donde Sancho nos informa de que es hijo de Bartolomé Carrasco, vecino del mismo lugar que nuestro hidalgo, y que llega de Salamanca, de estudiar en su universidad, hecho bachiller. No sabemos porqué no ha seguido sus estudios hasta licenciarse, seguramente solo necesita el primer grado que daba la universidad para colacionar algún beneficio en su aldea. Viste hábito de San Pablo (el de sacerdote secular, que también llevaban algunos estudiantes, compuesto de sotana o loba, bonete o gorra negra y manteo) y ha recibido las cuatro órdenes menores.

Llegado de uno de los principales centros intelectuales de entonces, es el primero en dar noticia de que la historia del caballero, bajo el nombre de Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, anda ya impresa en un libro que goza de gran popularidad. Sus padres serán campesinos acomodados, pues le han sufragado estudios académicos, y las rentas del patrimonio que herede, más las del beneficio eclesiástico, le permitirán una vida cómoda y anodina. Quizá con el tiempo se ordene y suceda al cura en la rectoría de la parroquia. También puede ser que case con alguna campesina con buena dote, tenga hijos y lleve una vida desahogada administrando su hacienda, envejeciendo y recordando sus aventuras de mocedad. Pero esto es otra historia aun no contada.

Lo vemos por la aldea en buena comunión con el cura, seguramente la única persona con quien puede hablar de otras cosas que no sean los problemas de las ovejas, del precio de la lana o de la cosecha de ajos y cebollas. Es aficionado a leer libros de caballería, pues conoce los más populares, y sus inclinaciones literarias lo llevan incluso a componer versos, pues a ello se presta cuando don Quijote concibe la idea volverse pastor, el pastor Quijótíz, además de prometerle tomar también tan bucólica profesión y acompañarlo con el nombre de pastor Carrascón .

Llega a apreciar sinceramente a su convecino el hidalgo don Alonso Quijano, y eso que lo conoce más por lo que ha leído sobre él, que por su trato y a pesar de la diferencia de edad, casi una generación. Cuando Carrasco salió de su aldea para ir a estudiar a Salamanca era un mozalbete y don Alonso ya un adulto, se llevarían unos treinta años. No solo siente amistad por su singular convecino, además, en parte, lo admira. Fascinado por las aventuras caballerescas que ha leído, sin duda con gran placer, sus impulsos juveniles, presos en la anodina vida de la aldea, le impelen a desear vivirlas personalmente. De modo que no duda en adoptar también la figura de caballero andante y emprender la singular aventura de buscar y rescatar a su amigo para devolverlo a casa. Su espíritu caballeresco se revela cuando es vencido en singular combate por don Quijote. Primero promete vengarse de esta humillación, pero su rencor dura poco, pues pronto lo veremos preparándose para otra salida con el mismo propósito de devolver a su convecino con los suyos. Bien es verdad que es mozo y le gusta la aventura, pero era más cómodo quedar en casa y practicar la caza con el cura y, sin duda, requerir a las mozas que lo mirarían con buenos ojos, que lanzarse al peligro de los caminos y a las incomodidades de las ventas. Los episodios con Ginés de Pasamonte y Roque Guinart muestran lo poco seguros que eran los caminos en aquella España imperial. Tras tres meses de búsqueda encuentra a su amigo en Barcelona y so capa de El Caballero de la Blanca Luna lo reta y, esta vez sí, en esta ocasión lo vence y puede imponerle como penitencia que se retire a su aldea, consiguiendo su objetivo.

Lo verdaderamente atractivo de este personaje es, sin duda, su concepto de la amistad. Es el único que empatiza con Don Quijote, adoptando su punto de vista con el objeto de salvarlo de su locura. Empatiza de tal punto, que no sólo se hace caballero andante, sino que adopta el significativo nombre de El Caballero de los Espejos, ya que él no ha de ser sino un espejo donde Don Quijote se vea reflejado y contemple su locura. Otros siguen la corriente del loco caballero, pero lo hacen por burla, Sansón Carrasco lo hace por amistad, para recuperarlo.

Las manifestaciones de verdadera crueldad que infiltran la novela se ven atemperadas por el cariño y afecto que don Quijote suscita entre los suyos: Sancho, el ama, la sobrina, el barbero, el cura, el bachiller…Al fin y al cabo, como decía Vittorio Gassman en aquella excelente película “Perfume de mujer” (hay un buen remake de Al Pacino): “un amigo es aquél que, a pesar de conocerte profundamente, te sigue apreciando”.

Antonio Envid.

3 comentarios:

  1. Cada uno de ustedes o vosotros tiene unas señas de identidad en su escritura.

    A mí me gustan, entre otras, las suyas y encima en muchas ( no todas) comparto opiniones.

    Gracias por compartir su artículo.
    En éste, comparto todas.

    isabel

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  2. No puedo hacer otra cosa sino agradecerte tus elogios, Isabel. Desde luego no espero que se compartan siempre mis opiniones, otra cosa me haría creer estar en posesión de la verdad y sería una responsabilidad enorme y agobiante. Saber que uno pude estar errado (que no herrado) y que no pasa nada proporciona una agradable sensación de libertad.
    Por cierto, después de escribir el artículo me he dado cuenta de que Cervantes trata bastante mal a su criatura don Quijote, pero le proporciona el inmenso consuelo de rodearlo de una serie de personas que lo quieren de verdad ¿No será esto una alegoría de la vida?

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  3. Cervantes es realista cuando nos cuenta como Dº Quijote es objeto de burla, etc.

    Es desde hace muy poco tiempo que nos parecen crueldades reírse de determinados prójimos (los más desválidos).

    Pero el mundo, en general es así.Y lo políticamente correcto era, tal vez en muchos lugares sigue siendo, reírse.
    (Hasta una heroína de los Sitios de Zaragoza, Casta Alvarez, lo tuvo que padecer en su decadencia -enfermedad, vejez-)

    A mí, durante mucho tiempo, el Quijote me pareció un libro muy triste. No soportaba las risas que despertaba las burlas a las que era sometido el personaje.

    Tal vez me metía demasiado en sus imaginarios.

    Antes de leer su/tu artículo, su/tu opinión ya me era conocida por otras personas, todas ellas son como ustedes/vosotros especialistas en literatura.

    isabel

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